Un Renfroe magistral reconduce al Betis Baloncesto por el camino correcto (92-72)

Jugar en casa sigue siendo terapéutico para el Betis Baloncesto , que en un día de lo más comprometido por lo sucedido en Burgos y las dificultades del rival, se lamió las heridas a costa del Caja Rural CB Zamora , un equipo peligroso al que se le agotó el combustible en el segundo tiempo. Empezó como una centella y acabó anotando a cuentagotas. Se temió lo peor tras un primer cuarto abrasador de los visitantes (24-31) y transparente en defensa por parte del Betis, pero el conjunto verdiblanco se creció en el castigo. Perdió a Cvetkovic por lesión , mas ganó a un nuevo soldado para la causa, Álex Suárez, autor de 15 puntos, soberbio en el triple. Aunque muchos jugadores rindieron a gran nivel, ninguno mejor que Renfroe . Impartió una cátedra de dirección, reparto de juego y manejo de los tiempos. Nadie fue más influyente en el partido que el metrónomo estadounidense. Su tarjeta estadística, tridimensional: 13 puntos, cinco rebotes (alguno le escamotearon) y 11 asistencias. Con él en la pista, el Betis acumuló hasta 27 puntos de ventaja . Y el equipo redondeó su actuación, que sirve para desquitarse en parte de la derrota en Burgos y volver al camino correcto, con 28 asistencias y 15 triples (de 30 intentos). Lo del primer cuarto fue una colección de pecados del Betis Baloncesto, que dejó a su libre albedrío al Zamora, muy suelto. Y este equipo, que no es un prodigio defensivo, sí maneja muchos recursos en ataque. Se nutre de bases altos, triplista, manejadores, generadores y pívots de muchos centímetros. La sensación es que tiene más banquillo que el Betis. En el intercambio de canastas, guion poco recomendable, el invitado sacó todo su repertorio a pasear ante un Betis más reactivo que proactivo y sin temperatura en defensa . El 80% en el tiro de campo del Zamora al término del primer cuarto y su 5/7 de triples eran concluyentes sobre el deficiente desempeño del conjunto verdiblanco en su canasta. Su defensa estaba congelada y los cuerpos, cortados. Ya se avisó que el Caja Rural no era perita en dulce sino un equipo con mucho poderío en ataque, que juega sin complejos y hasta desmelenado. Aprieta el acelerador a tope. Va a pecho descubierto, sin escatimar tiros ni jugar con el reloj de posesión . Eso hizo en el primer cuarto y se llevó al conjunto verdiblanco, demasiado acartonado, por delante. Rescatar la defensa, que llevaba ya en huelga 45 minutos (los cuatro cuartos de Burgos y este primero), era clave. Walker, liberado, colocaba los diez (24-34) y los nervios ya estaban a flor de piel en San Pablo. Porque el equipo estaba bloqueado. Sin defensa ni ideas en ataque. En la intemperie. Hughes recortaba (27-34) y Renfroe le seguía el rollo con dos triples seguidos para restaurar la igualdad (33-34). De nuevo, el tiro exterior (7/13) impulsaba al Betis ante la ausencia de juego interior. DeBisschop fijaba el 10-0, pero en seguida tomaba de nuevo ventaja el Zamora (34-39), un equipo incomodísimo . El Betis estaba en manos de sus perimetrales. Y de una forma muy acusada. Su baloncesto se convirtió en una suerte de concurso de triples. En los tableros, a nivel ofensivo, su presencia era nula. Kasibabu y Rubén López de la Torre no habían pisado la cancha. Sí Tunde, que vaya tres faltas hizo en un santiamén. Ya saben, la potencia sin control de nada sirve. Entonces sí ingresó en la cancha Kasibabu y vino la lesión de cada partido. Cvetkovic, en un dos más uno, pisó mal al caer del tiro en suspensión, se lastimó el tobillo izquierdo, soltó un alarido en el suelo y se lo llevaron al banquillo entre dos compañeros. Negaba con la cabeza. ¿Otra lesión? Otra lesión. En el descontrol que era el partido, Álex Suárez clavaba su tercer triple para poner el 44-42 y el cuarto, sobre la bocina, desde lejísimos para dejar a su equipo con ventaja al receso (47-45). Los anfitriones sumaban ya 10 triples de 21 intentos y su evidente asimetría la constaba su carta de tiro: lanzó más veces de tres que de dos. Si no se recuperaba Cvetkovic, y no tenía pinta, el siguiente reto del manual de supervivencia del Betis lo obligaba a jugar con un solo base. Difícil de explicar cuando en algún momento de la temporada llegó a disponer de hasta cuatro en el roster. Se avecinaba minutada para Renfroe y lo aconsejable era reducir la velocidad del partido. Hughes ampliaba (52-46) y Renfroe se asoció con DeBisschop para alimentarlo en el pick&roll (55-47) . Otra vía de anotación necesaria. En efecto, el volumen de puntos bajó, en parte porque aumentaron los errores no forzados. Renfroe, qué tío, elevaba a nueve la renta, pero también reboteaba y asistía. Se multiplicaba. El hombre orquesta del Betis Baloncesto (60-49). El partido giró. Se jugaba a media pista, había más control y se sucedían los ataques estáticos. Más cómodo se hallaba en ese terreno el Betis Baloncesto. Cuando Gonzalo llamó al banco a Renfroe, Benite tomó la manija . El trabajo defensivo verdiblanco había surtido efecto. Al fin. Sin ese ingrediente no habría salido un guiso tan

Mar 12, 2025 - 00:03
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Un Renfroe magistral reconduce al Betis Baloncesto por el  camino correcto (92-72)
Jugar en casa sigue siendo terapéutico para el Betis Baloncesto , que en un día de lo más comprometido por lo sucedido en Burgos y las dificultades del rival, se lamió las heridas a costa del Caja Rural CB Zamora , un equipo peligroso al que se le agotó el combustible en el segundo tiempo. Empezó como una centella y acabó anotando a cuentagotas. Se temió lo peor tras un primer cuarto abrasador de los visitantes (24-31) y transparente en defensa por parte del Betis, pero el conjunto verdiblanco se creció en el castigo. Perdió a Cvetkovic por lesión , mas ganó a un nuevo soldado para la causa, Álex Suárez, autor de 15 puntos, soberbio en el triple. Aunque muchos jugadores rindieron a gran nivel, ninguno mejor que Renfroe . Impartió una cátedra de dirección, reparto de juego y manejo de los tiempos. Nadie fue más influyente en el partido que el metrónomo estadounidense. Su tarjeta estadística, tridimensional: 13 puntos, cinco rebotes (alguno le escamotearon) y 11 asistencias. Con él en la pista, el Betis acumuló hasta 27 puntos de ventaja . Y el equipo redondeó su actuación, que sirve para desquitarse en parte de la derrota en Burgos y volver al camino correcto, con 28 asistencias y 15 triples (de 30 intentos). Lo del primer cuarto fue una colección de pecados del Betis Baloncesto, que dejó a su libre albedrío al Zamora, muy suelto. Y este equipo, que no es un prodigio defensivo, sí maneja muchos recursos en ataque. Se nutre de bases altos, triplista, manejadores, generadores y pívots de muchos centímetros. La sensación es que tiene más banquillo que el Betis. En el intercambio de canastas, guion poco recomendable, el invitado sacó todo su repertorio a pasear ante un Betis más reactivo que proactivo y sin temperatura en defensa . El 80% en el tiro de campo del Zamora al término del primer cuarto y su 5/7 de triples eran concluyentes sobre el deficiente desempeño del conjunto verdiblanco en su canasta. Su defensa estaba congelada y los cuerpos, cortados. Ya se avisó que el Caja Rural no era perita en dulce sino un equipo con mucho poderío en ataque, que juega sin complejos y hasta desmelenado. Aprieta el acelerador a tope. Va a pecho descubierto, sin escatimar tiros ni jugar con el reloj de posesión . Eso hizo en el primer cuarto y se llevó al conjunto verdiblanco, demasiado acartonado, por delante. Rescatar la defensa, que llevaba ya en huelga 45 minutos (los cuatro cuartos de Burgos y este primero), era clave. Walker, liberado, colocaba los diez (24-34) y los nervios ya estaban a flor de piel en San Pablo. Porque el equipo estaba bloqueado. Sin defensa ni ideas en ataque. En la intemperie. Hughes recortaba (27-34) y Renfroe le seguía el rollo con dos triples seguidos para restaurar la igualdad (33-34). De nuevo, el tiro exterior (7/13) impulsaba al Betis ante la ausencia de juego interior. DeBisschop fijaba el 10-0, pero en seguida tomaba de nuevo ventaja el Zamora (34-39), un equipo incomodísimo . El Betis estaba en manos de sus perimetrales. Y de una forma muy acusada. Su baloncesto se convirtió en una suerte de concurso de triples. En los tableros, a nivel ofensivo, su presencia era nula. Kasibabu y Rubén López de la Torre no habían pisado la cancha. Sí Tunde, que vaya tres faltas hizo en un santiamén. Ya saben, la potencia sin control de nada sirve. Entonces sí ingresó en la cancha Kasibabu y vino la lesión de cada partido. Cvetkovic, en un dos más uno, pisó mal al caer del tiro en suspensión, se lastimó el tobillo izquierdo, soltó un alarido en el suelo y se lo llevaron al banquillo entre dos compañeros. Negaba con la cabeza. ¿Otra lesión? Otra lesión. En el descontrol que era el partido, Álex Suárez clavaba su tercer triple para poner el 44-42 y el cuarto, sobre la bocina, desde lejísimos para dejar a su equipo con ventaja al receso (47-45). Los anfitriones sumaban ya 10 triples de 21 intentos y su evidente asimetría la constaba su carta de tiro: lanzó más veces de tres que de dos. Si no se recuperaba Cvetkovic, y no tenía pinta, el siguiente reto del manual de supervivencia del Betis lo obligaba a jugar con un solo base. Difícil de explicar cuando en algún momento de la temporada llegó a disponer de hasta cuatro en el roster. Se avecinaba minutada para Renfroe y lo aconsejable era reducir la velocidad del partido. Hughes ampliaba (52-46) y Renfroe se asoció con DeBisschop para alimentarlo en el pick&roll (55-47) . Otra vía de anotación necesaria. En efecto, el volumen de puntos bajó, en parte porque aumentaron los errores no forzados. Renfroe, qué tío, elevaba a nueve la renta, pero también reboteaba y asistía. Se multiplicaba. El hombre orquesta del Betis Baloncesto (60-49). El partido giró. Se jugaba a media pista, había más control y se sucedían los ataques estáticos. Más cómodo se hallaba en ese terreno el Betis Baloncesto. Cuando Gonzalo llamó al banco a Renfroe, Benite tomó la manija . El trabajo defensivo verdiblanco había surtido efecto. Al fin. Sin ese ingrediente no habría salido un guiso tan sabroso. Tras anotar 31 puntos en los primeros diez minutos, en los siguientes quince produjeron 19. Poquito a poco, el Betis se despegaba (64-52), pero no podía dejarse llevar. Con Benite a los mandos perdió criterio en la dirección, pero el equipo mantuvo el tipo en defensa y, cierto es también, hay que apuntar que se vio favorecido por el desatino visitante en el tiro exterior (7/19). Su porcentaje en el tiro de campo se había desplomado del 80% al 44% . Dio un cambio radical el Zamora: de la excelencia en el triple a la más absoluta de las sequías. El partido había bajado muchísimo su velocidad y el Betis, que se maneja como pez en el agua en la pausa y el control, optaba por nadar, guardar la ropa, esperar el fallo del rival y cerrar el rebote defensivo. Con la intendencia le alcanzaba para ponerse a salvo. En positivo sintió el regreso de Renfroe para dar otro estirón jugando a placer y que Hughes liberase oro triple más (74-60). La ventaja seguía subiendo para el Betis Baloncesto, que había roto el choque con mucha más suficiencia de la esperada a tenor de cómo fue su sufrimiento en el primer periodo . Suárez, en su mejor partido de verdiblanco, asestaba su quinto triple y Hughes rubricaba la decimoquinto diana exterior de su equipo para despejar cualquier duda sobre cuál sería el final de la velada (87-70). Para rematar el pésimo segundo tiempo del Zamora, Lo falló un mate a dos manos y Hughes acertó el suyo. El fortín de San Pablo sigue en pie aunque la felicidad, ay las lesiones, nunca sea completa.