Un coche embiste a una multitud en Mannheim, Alemania, y deja al menos dos muertos y varios heridos

Una mañana soleada de carnaval. Entre cien y doscientas personas en la zona peatonal del centro de Mannheim , en una plaza con unos sesenta puestos de comida instalados en torno a un escenario en el que se sucedían las actuaciones. Un coche Ford negro se adentra en la zona peatonal y acelera, lanzándose contra un grupo de transeúntes, causando dos muertos y varios heridos . Esta sucesión de hechos, que tuvieron lugar este lunes a las 12:15 horas y en plena celebración de carnaval, resulta dolorosamente familiar para los alemanes. La policía volvió a cumplir con los protocolos, tanto sobre el terreno como de cara a los medios de comunicación. La zona fue acordonada y se emitieron mensajes de alarma por las vías oficiales, mientras se guardaba discreción sobre la identidad del conductor, detenido en el lugar de los hechos: un hombre de 40 años con pasaporte alemán que permanece detenido herido en un centro médico. Los testigos aportaban datos relativamente confusos con un cadáver todavía sobre el pavimento y escalofriantes restos esparcidos por el suelo, como zapatos perdidos de talla infantil o mochilas abandonadas. «Es una gran fuente de frustración, para las autoridades alemanas y para las fuerzas de seguridad», reconoce Andreas Rosskopf, portavoz del Sindicato policial GDP, enfrentado una y otra vez a expedientes como este. «Hay que derribar tabúes y aceptar que necesitamos hacer cambios en los sistemas de vigilancia en el centro de las ciudades», reivindicaba. Se refería a la instalación en las ciudades alemanas de cámaras de seguridad dotadas de inteligencia artificial, «como las que operan en Sidney, Nueva York o Londres». Hablaba también de la necesidad de estrechar la cooperación entre los diversos cuerpos territoriales de policía en Alemania : «el federalismo tiene muchas ventajas, pero concretamente en esto está jugando en contra de nuestros intereses; es necesario un intercambio de información mucho más efectivo y fusionar las bases de datos policiales». Agentes fuertemente armados rastrearon la zona en busca de posibles cómplices mientras las autoridades, a través de diversos sistemas de alarma, llamaban a la población a permanecer en sus casas y hablaban de un peligro «potencialmente mortal». Los puentes sobre el Rin fueron cerrados y la operación policial se extendió a la vecina Ludwigshafen. Siguiendo el protocolo, ya rutinario, la policía instaló puestos de apoyo psicológico para los testigos y puso a disposición de la ciudadanía un número de teléfono al que enviar cualquier denuncia de hechos presenciados y sobre todo fotografías o vídeos sobre lo ocurrido. Mientras el centro de la ciudad de Mannheim permaneció bloqueado y los actos de carnaval cancelados, en la vecina Colonia continuaban los desfiles. «No, ni hablar, no vamos a dejar de salir a la calle, no vamos a abandonar nuestras tradiciones. Porque eso es lo que quieren los terroristas , que dejemos de vivir según nuestra cultura», decía Hedwig, disfrazada de juez sobre una carroza en la que un gigantesco muñeco de Zelenski aporreaba la cabeza de Putin. La única que canceló su asistencia fue la ministra federal de Interior, Nancy Faeser. «El rescate de vidas humanas, la atención a los heridos y las primeras investigaciones de las autoridades de Mannheim están ahora en primer plano», justificó su portavoz. El popular desfile del lunes de carnaval de Colonia era protegido ayer por alrededor de 2.000 agentes de policía de toda Renania del Norte-Westfalia, además del personal de seguridad proporcionado por el comité del festival y empresas de seguridad externas. Pero tras esa determinación de no dejarse cambiar la vida por los atentados, los alemanes sufren una gran sensación de vulnerabilidad e indefensión . Sólo en las últimas semanas, se han producido varios ataques en los que un vehículo atropella a multitudes de personas. En diciembre, seis personas murieron en Magdeburgo cuando un médico de 50 años irrumpió en un mercado navideño. A mediados de febrero, un hombre atropelló con su vehículo a un grupo de manifestantes en Múnich , donde murieron una mujer y un niño. A esto se suman los reiterados ataques con cuchillo, como el de Aschaffenburg, contra un grupo de guardería que jugaba en un parque, en el que murió un niño de dos años, como el de Berlín, en el que fue asesinado un turista español.

Mar 3, 2025 - 19:32
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Un coche embiste a una multitud en Mannheim, Alemania, y deja al menos dos muertos y varios heridos
Una mañana soleada de carnaval. Entre cien y doscientas personas en la zona peatonal del centro de Mannheim , en una plaza con unos sesenta puestos de comida instalados en torno a un escenario en el que se sucedían las actuaciones. Un coche Ford negro se adentra en la zona peatonal y acelera, lanzándose contra un grupo de transeúntes, causando dos muertos y varios heridos . Esta sucesión de hechos, que tuvieron lugar este lunes a las 12:15 horas y en plena celebración de carnaval, resulta dolorosamente familiar para los alemanes. La policía volvió a cumplir con los protocolos, tanto sobre el terreno como de cara a los medios de comunicación. La zona fue acordonada y se emitieron mensajes de alarma por las vías oficiales, mientras se guardaba discreción sobre la identidad del conductor, detenido en el lugar de los hechos: un hombre de 40 años con pasaporte alemán que permanece detenido herido en un centro médico. Los testigos aportaban datos relativamente confusos con un cadáver todavía sobre el pavimento y escalofriantes restos esparcidos por el suelo, como zapatos perdidos de talla infantil o mochilas abandonadas. «Es una gran fuente de frustración, para las autoridades alemanas y para las fuerzas de seguridad», reconoce Andreas Rosskopf, portavoz del Sindicato policial GDP, enfrentado una y otra vez a expedientes como este. «Hay que derribar tabúes y aceptar que necesitamos hacer cambios en los sistemas de vigilancia en el centro de las ciudades», reivindicaba. Se refería a la instalación en las ciudades alemanas de cámaras de seguridad dotadas de inteligencia artificial, «como las que operan en Sidney, Nueva York o Londres». Hablaba también de la necesidad de estrechar la cooperación entre los diversos cuerpos territoriales de policía en Alemania : «el federalismo tiene muchas ventajas, pero concretamente en esto está jugando en contra de nuestros intereses; es necesario un intercambio de información mucho más efectivo y fusionar las bases de datos policiales». Agentes fuertemente armados rastrearon la zona en busca de posibles cómplices mientras las autoridades, a través de diversos sistemas de alarma, llamaban a la población a permanecer en sus casas y hablaban de un peligro «potencialmente mortal». Los puentes sobre el Rin fueron cerrados y la operación policial se extendió a la vecina Ludwigshafen. Siguiendo el protocolo, ya rutinario, la policía instaló puestos de apoyo psicológico para los testigos y puso a disposición de la ciudadanía un número de teléfono al que enviar cualquier denuncia de hechos presenciados y sobre todo fotografías o vídeos sobre lo ocurrido. Mientras el centro de la ciudad de Mannheim permaneció bloqueado y los actos de carnaval cancelados, en la vecina Colonia continuaban los desfiles. «No, ni hablar, no vamos a dejar de salir a la calle, no vamos a abandonar nuestras tradiciones. Porque eso es lo que quieren los terroristas , que dejemos de vivir según nuestra cultura», decía Hedwig, disfrazada de juez sobre una carroza en la que un gigantesco muñeco de Zelenski aporreaba la cabeza de Putin. La única que canceló su asistencia fue la ministra federal de Interior, Nancy Faeser. «El rescate de vidas humanas, la atención a los heridos y las primeras investigaciones de las autoridades de Mannheim están ahora en primer plano», justificó su portavoz. El popular desfile del lunes de carnaval de Colonia era protegido ayer por alrededor de 2.000 agentes de policía de toda Renania del Norte-Westfalia, además del personal de seguridad proporcionado por el comité del festival y empresas de seguridad externas. Pero tras esa determinación de no dejarse cambiar la vida por los atentados, los alemanes sufren una gran sensación de vulnerabilidad e indefensión . Sólo en las últimas semanas, se han producido varios ataques en los que un vehículo atropella a multitudes de personas. En diciembre, seis personas murieron en Magdeburgo cuando un médico de 50 años irrumpió en un mercado navideño. A mediados de febrero, un hombre atropelló con su vehículo a un grupo de manifestantes en Múnich , donde murieron una mujer y un niño. A esto se suman los reiterados ataques con cuchillo, como el de Aschaffenburg, contra un grupo de guardería que jugaba en un parque, en el que murió un niño de dos años, como el de Berlín, en el que fue asesinado un turista español.