Trump llenó de aranceles a Canadá y le responden boicoteando el whisky estadounidense: “Es peor”
La liebre la ha levantado Lawson Whiting, CEO de Brown-Forman's, empresa productora de, entre otros whisky, el archifamoso Jack Daniel's, considerando que las medidas tomadas que el cliente canadiense de boicotear el producto estadounidense son desproporcionadas y que considera "peor que los aranceles" Una realidad que parte del consumidor final, decidido a apostar por el Canada First (primero Canadá) y que está haciendo que muchas de las licorerías del país se llenen de carteles como 'For the good of Ontario, for the good of Canada' que no es otra cosa que 'Por el bien de Ontario, por el bien de Canadá'. La cuestión es que Ontario es una provincia –lo que aquí llamaríamos comunidad autónoma– que representa el 39% de la población canadiense, es decir, unos 16 millones de los 40 millones de habitantes que viven en el país de la hoja de arce. Por eso, el boicot directo en los lineales no es una cuestión menor para productores especialmente de whisky. En términos totales, se estima que Estados Unidos vendía antes del boicot alrededor de 1.600 millones de dólares (algo más de 1.500 millones de euros) en vinos, destilados y espirituosos. Cifra que, en cierto modo, va a tender a cero mientras dure la guerra comercial entre Estados Unidos y Canadá, encabezada por la iniciativa de Donald Trump, que decidió de manera unilateral lastrar con aranceles del 25% a sus dos principales socios –y vecinos–: Canadá y México. Pero ¿por qué el ejemplo de Canadá es un caso paradigmático de cómo pasar de vender a no vender absolutamente nada? La respuesta se llama monopolio. Canadá, como sucede en otros países escandinavos como Noruega, Suecia o Finlandia, rige su política de venta y distribución de alcoholes a través de un sistema público de monopolio en el cual el Estado tiene la potestad de publicar ofertas –a las que deben adherirse, si cumplen los requisitos, los productores– y vender esos productos solo en las tiendas que el monopolio rige. Hay excepciones, básicamente enfocadas a la hostelería, pero el grueso de la comercialización de alcohol en Canadá depende del monopolio. Un estante de whisky en el monopolio de Canadá. ©LCBO. Razón por la que pasar de 100 a 0, como se podría decir, supone un mazazo para las cuentas de determinadas empresas estadounidenses que habían conseguido colocar sus productos en los estantes canadienses. En este sentido, es relevante mencionar de nuevo a la provincia de Ontario, de la que decimos que representa el 39% de la población canadiense y que con cerca de 670 tiendas repartidas por su territorio se encarga de 'abrevar' de alcohol a sus ciudadanos. Lo cierto es que el LCBO (Liquor Control Board of Ontario, es decir, el monopolio de Ontario) ha movido ficha tras el mes de moratoria que Estados Unidos concedió a los aranceles sobre productos canadienses y mexicanos. Automáticamente, el LCBO ha dado de baja todas las compras de alcoholes que provengan del sur de su frontera, lo que ha promovido respuestas como la del CEO de Jack Daniel's, que considera desproporcionadas las medidas del monopolio. Una tienda del monopolio canadiense. ©LCBO. Es solo un enroque más dentro de la jugada arancelaria y comercial que se ha gestado a través de la bravata de Donald Trump y que, entre medias, está dejando en la estacada a algunos de sus productores. La otra incógnita de la ecuación ahora también asusta al proveedor europeo, ante la intención de Trump de gravar con más impuestos las importaciones de productos agroalimentarios que provengan de Europa y que, quizá, podría suponer que el whisky escocés, el cognac francés o el vino español se enfrentan a puertas parecidas. Algo que la industria teme. Imágenes | LCBO En DAP | Trump anuncia aranceles a todas las importaciones agrícolas. José Andrés advierte: “Necesitaremos más inmigrantes” En DAP | La vuelta de Trump a la Casa Blanca, una mala noticia para el campo: temen nuevos aranceles para la aceituna, el vino y el aceite - La noticia Trump llenó de aranceles a Canadá y le responden boicoteando el whisky estadounidense: “Es peor” fue publicada originalmente en Directo al Paladar por Jaime de las Heras .

La liebre la ha levantado Lawson Whiting, CEO de Brown-Forman's, empresa productora de, entre otros whisky, el archifamoso Jack Daniel's, considerando que las medidas tomadas que el cliente canadiense de boicotear el producto estadounidense son desproporcionadas y que considera "peor que los aranceles"
Una realidad que parte del consumidor final, decidido a apostar por el Canada First (primero Canadá) y que está haciendo que muchas de las licorerías del país se llenen de carteles como 'For the good of Ontario, for the good of Canada' que no es otra cosa que 'Por el bien de Ontario, por el bien de Canadá'.
La cuestión es que Ontario es una provincia –lo que aquí llamaríamos comunidad autónoma– que representa el 39% de la población canadiense, es decir, unos 16 millones de los 40 millones de habitantes que viven en el país de la hoja de arce. Por eso, el boicot directo en los lineales no es una cuestión menor para productores especialmente de whisky. En términos totales, se estima que Estados Unidos vendía antes del boicot alrededor de 1.600 millones de dólares (algo más de 1.500 millones de euros) en vinos, destilados y espirituosos.
Cifra que, en cierto modo, va a tender a cero mientras dure la guerra comercial entre Estados Unidos y Canadá, encabezada por la iniciativa de Donald Trump, que decidió de manera unilateral lastrar con aranceles del 25% a sus dos principales socios –y vecinos–: Canadá y México.
Pero ¿por qué el ejemplo de Canadá es un caso paradigmático de cómo pasar de vender a no vender absolutamente nada? La respuesta se llama monopolio. Canadá, como sucede en otros países escandinavos como Noruega, Suecia o Finlandia, rige su política de venta y distribución de alcoholes a través de un sistema público de monopolio en el cual el Estado tiene la potestad de publicar ofertas –a las que deben adherirse, si cumplen los requisitos, los productores– y vender esos productos solo en las tiendas que el monopolio rige. Hay excepciones, básicamente enfocadas a la hostelería, pero el grueso de la comercialización de alcohol en Canadá depende del monopolio.

Razón por la que pasar de 100 a 0, como se podría decir, supone un mazazo para las cuentas de determinadas empresas estadounidenses que habían conseguido colocar sus productos en los estantes canadienses. En este sentido, es relevante mencionar de nuevo a la provincia de Ontario, de la que decimos que representa el 39% de la población canadiense y que con cerca de 670 tiendas repartidas por su territorio se encarga de 'abrevar' de alcohol a sus ciudadanos.
Lo cierto es que el LCBO (Liquor Control Board of Ontario, es decir, el monopolio de Ontario) ha movido ficha tras el mes de moratoria que Estados Unidos concedió a los aranceles sobre productos canadienses y mexicanos.
Automáticamente, el LCBO ha dado de baja todas las compras de alcoholes que provengan del sur de su frontera, lo que ha promovido respuestas como la del CEO de Jack Daniel's, que considera desproporcionadas las medidas del monopolio.

Es solo un enroque más dentro de la jugada arancelaria y comercial que se ha gestado a través de la bravata de Donald Trump y que, entre medias, está dejando en la estacada a algunos de sus productores. La otra incógnita de la ecuación ahora también asusta al proveedor europeo, ante la intención de Trump de gravar con más impuestos las importaciones de productos agroalimentarios que provengan de Europa y que, quizá, podría suponer que el whisky escocés, el cognac francés o el vino español se enfrentan a puertas parecidas. Algo que la industria teme.
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Jaime de las Heras
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