A las ocho menos cinco el Rey abandonaba la plaza. Una marabunta lo aguardaba en el umbral mientras la pólvora vestía de niebla las calles. «¡Felipe, torero!», le gritaron unos jóvenes que se partían la camisa cuando Su Majestad pasó por delante. La mano, en el corazón; el beso, al cielo. Por las ausencias... Con un minuto de silencio, roto por los «¡vivas!» al Rey, una voz de «¡Pedro Sánchez es el culpable!» y suspiros de dolor, había arrancado la tarde después de la visita sorpresa de Felipe VI a Torrente para abrazar a los afectados por la riada. La trompeta de Vicente Ruiz 'El Soro' sonaba de fondo en esos sesenta segundos donde muchos eran incapaces de callar. Demasiado...
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