Por qué seguimos obsesionados con el bronceado: historia y estética bajo el sol
Del lujo aristocrático a los influencers: así se ha convertido el moreno en un símbolo de estatus, belleza y tendencia en la cultura occidental Pastillas bronceadoras sin sol: ¿qué dicen los expertos sobre su composición, riesgos y quién no debe tomarlas? Hay modas que duran una temporada y otras que definen una época. El bronceado pertenece a esta segunda categoría. Aunque parezca que la piel dorada siempre fue símbolo de belleza, lo cierto es que esta idea es relativamente reciente. Durante siglos, lo deseado era precisamente lo contrario: la piel blanca, símbolo de pureza, estatus y privilegio. En la Europa preindustrial, la piel pálida diferenciaba a las clases altas de las trabajadoras, que estaban expuestas al sol en el campo o en las calles. Este ideal dominó la estética aristocrática durante siglos, y era común el uso de polvos, sombrillas, guantes y sombreros para evitar el mínimo rastro de bronceado. Así se mantuvo esta creencia hasta el siglo XIX. El cambio llegó en los años 20 del siglo pasado, de mano de la diseñadora Coco Chanel. Tras pasar unos días en la Riviera Francesa, fue fotografiada por los medios con un tono de piel bronceado. En ese momento, la imagen se convirtió en símbolo de libertad. La moda del bronceado surgió asociada al ocio, al lujo y a la modernidad y su popularidad fue en aumento. En las décadas siguientes, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, el turismo de sol y playa se masificó. Con los nuevos hábitos vacacionales y el auge del turismo de masas, el bronceado dejó de ser exclusivo de las élites para convertirse en una aspiración común. Tomar el sol era, también, tomar parte en la economía y tener vacaciones era tan deseable como mostrarlas. Así, la piel morena era la prueba. El bronceado en la actualidad Hoy, aunque el continente ha cambiado, la norma es la misma. Las redes sociales funcionan como exposiciones de cuerpos bronceados, playas paradisíacas y destinos exóticos. Es una estética, que no solo se refleja en el color de la piel, sino en una actitud: relajada y despreocupada. El bronceado no es solo una imagen, es un concepto que define un “yo también estuve allí”. Pero además, existe un componente cultural más profundo: el deseo de mostrar control sobre el tiempo y el cuerpo. Poder estar moreno significa tener disponibilidad para viajar (en tiempo y dinero) y esto, en cierto modo, sigue siendo un privilegio. Es decir, el bronceado, igual que antes la palidez, no es sólo estética sino también es estatus. Un estudio de la Universidad Rey Juan Carlos analizó cómo las redes sociales influyen en las actitudes hacia el bronceado entre jóvenes en España. El trabajo, titulado Redes sociales e influencia en la salud de los jóvenes: un estudio sobre las actitudes de bronceado y fotoprotección en España, concluyó que, aunque los estudiantes poseen ciertos conocimientos sobre fotoprotección, muestran actitudes favorables hacia la exposición solar, sobre todo, motivados por el contenido de plataformas como Instagram y TikTok y sus influencers. Así, el fenómeno sigue siendo un ideal asociado a conceptos como atractivo, éxito y deseo, influyendo directamente en la presión estética autoimpuesta. Lo cierto es que el bronceado sigue siendo un ritual moderno cargado de simbolismo y tal vez no porque vayamos buscando el sol literalmente hablando, sino lo que representa.

Del lujo aristocrático a los influencers: así se ha convertido el moreno en un símbolo de estatus, belleza y tendencia en la cultura occidental
Pastillas bronceadoras sin sol: ¿qué dicen los expertos sobre su composición, riesgos y quién no debe tomarlas?
Hay modas que duran una temporada y otras que definen una época. El bronceado pertenece a esta segunda categoría. Aunque parezca que la piel dorada siempre fue símbolo de belleza, lo cierto es que esta idea es relativamente reciente. Durante siglos, lo deseado era precisamente lo contrario: la piel blanca, símbolo de pureza, estatus y privilegio.
En la Europa preindustrial, la piel pálida diferenciaba a las clases altas de las trabajadoras, que estaban expuestas al sol en el campo o en las calles. Este ideal dominó la estética aristocrática durante siglos, y era común el uso de polvos, sombrillas, guantes y sombreros para evitar el mínimo rastro de bronceado. Así se mantuvo esta creencia hasta el siglo XIX.
El cambio llegó en los años 20 del siglo pasado, de mano de la diseñadora Coco Chanel. Tras pasar unos días en la Riviera Francesa, fue fotografiada por los medios con un tono de piel bronceado. En ese momento, la imagen se convirtió en símbolo de libertad. La moda del bronceado surgió asociada al ocio, al lujo y a la modernidad y su popularidad fue en aumento.
En las décadas siguientes, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, el turismo de sol y playa se masificó. Con los nuevos hábitos vacacionales y el auge del turismo de masas, el bronceado dejó de ser exclusivo de las élites para convertirse en una aspiración común. Tomar el sol era, también, tomar parte en la economía y tener vacaciones era tan deseable como mostrarlas. Así, la piel morena era la prueba.
El bronceado en la actualidad
Hoy, aunque el continente ha cambiado, la norma es la misma. Las redes sociales funcionan como exposiciones de cuerpos bronceados, playas paradisíacas y destinos exóticos. Es una estética, que no solo se refleja en el color de la piel, sino en una actitud: relajada y despreocupada. El bronceado no es solo una imagen, es un concepto que define un “yo también estuve allí”.
Pero además, existe un componente cultural más profundo: el deseo de mostrar control sobre el tiempo y el cuerpo. Poder estar moreno significa tener disponibilidad para viajar (en tiempo y dinero) y esto, en cierto modo, sigue siendo un privilegio. Es decir, el bronceado, igual que antes la palidez, no es sólo estética sino también es estatus.
Un estudio de la Universidad Rey Juan Carlos analizó cómo las redes sociales influyen en las actitudes hacia el bronceado entre jóvenes en España. El trabajo, titulado Redes sociales e influencia en la salud de los jóvenes: un estudio sobre las actitudes de bronceado y fotoprotección en España, concluyó que, aunque los estudiantes poseen ciertos conocimientos sobre fotoprotección, muestran actitudes favorables hacia la exposición solar, sobre todo, motivados por el contenido de plataformas como Instagram y TikTok y sus influencers. Así, el fenómeno sigue siendo un ideal asociado a conceptos como atractivo, éxito y deseo, influyendo directamente en la presión estética autoimpuesta.
Lo cierto es que el bronceado sigue siendo un ritual moderno cargado de simbolismo y tal vez no porque vayamos buscando el sol literalmente hablando, sino lo que representa.