Patagonia: 6 parques nacionales a orillas del mar para desenchufarse y conectar con la naturaleza
Entre Río Negro y Tierra del Fuego, un corredor con seis áreas protegidas costeras, regidas por los caprichos de las mareas para ver animales en plena naturaleza

Hay viajes diferentes, alejados del ruido, las multitudes y las postales clásicas. Viajes para desconectarse y entrar en comunión con la naturaleza. Tierras poco visitadas, donde reinan los animales en un mar solitario. Así son los parques nacionales costeros de la Patagonia, paraísos que protegen diferentes ambientes, la flora, la fauna y la funga del lugar e invitan a un recorrido desafiante.
La temporada ideal para visitarlos es el verano, porque el clima es más amable, hay muchas más horas de luz y se produce la máxima concentración de pingüinos y lobos marinos, que llegan para alimentarse y reproducirse. Si bien en cada estación del año los paisajes se tiñen de distintos colores y tienen su propio encanto, algunos de estos lugares se cierran al público durante el invierno por las intensas nevadas que bloquean caminos.
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Una travesía ideal parte de la localidad de Playas Doradas, en el golfo San Matías al sur de Río Negro, y recorre la icónica ruta nacional 3 a través de cuatro provincias hacia el sur, para visitar tres parques nacionales y tres interjurisdiccionales marinos: PN Islote Lobos, en Río Negro; PIM Costero Patagonia Austral, en Chubut; PIM Isla Pingüino, PIM Makenke y PN Monte León, en Santa Cruz; y PN Tierra del Fuego, en la provincia más austral del país.
Si se decide hacer una travesía que incluya a todos, habrá que destinar varias semanas, ya que las distancias son largas y cada destino es una maravilla natural cuyos senderos, colonias de distintas especies y excursiones merecen su tiempo.
El más nuevo en el sur
Creado hace apenas dos años, el Parque Nacional Islote Lobos está constituido por esa formación rocosa y sin vegetación y por otros cinco islotes llamados De los Pájaros, La Pastosa, Redondo, Ortiz Norte y Ortiz Sur con diferentes colores porque tienen sedimentos de arena, conchillas y guano, y pastizales y arbustos frondosos. El paisaje va cambiando dramáticamente cada seis horas con la marea, ya que las islas –a 30 kilómetros del continente– se unen durante la bajamar a través de barras sedimentarias y rocosas. Además hay albuferas, que son pequeñas lagunas saladas separadas del mar por cordones de arena.
Esta zona alberga a gran cantidad de aves migratorias como el petrel gigante, el flamenco austral, el chorlito ceniciento y el playero rojizo, que encuentran su alimento y resguardo de predadores y contaminación. Ellas comparten las rocas de los islotes con un apostadero de lobos marinos de un pelo –que son el emblema del parque– y la colonia reproductiva de pingüinos de Magallanes más septentrional del mundo.
“El Parque Nacional Islote Lobos se creó para proteger las colonias de cría de algunas especies emblemáticas como los lobos marinos de un pelo y los pingüinos de Magallanes. Si bien ya era una reserva provincial, lo armamos desde la redacción de la ley hasta el plan de gestión y la infraestructura”, explica el intendente Ricardo Pereyra.
@parquesnacionalesarg