Dicen que el pasar de los años enseña muchas cosas; sin duda la que mejor enseña es lo rápido que pasan. De cualquier cosa hace ya veinticinco años. El cuarto que le llevamos comido, por ejemplo, a este siglo XXI cuya llegada se aguardaba con tanta expectación, pero que nos lleva matando a disgustos prácticamente desde que empezó. Primero fueron sus vísperas, aquello del efecto 2000 que iba a provocar un caos global por culpa de unos ordenadores que no habían sido programados para registrar la fecha del nuevo milenio. Se dijo que las centralitas se iban a volver locas y nos cobrarían las llamadas de felicitación de Nochevieja como si hubiéramos estado hablando por teléfono un siglo entero (y...
Ver Más