Muere a los noventa años Roque, 'el retratista de las marismas'

Los Palacios y Villafranca ha amanecido esta mañana con la triste noticia del fallecimiento a los 90 años de Francisco Estévez Laínez , conocido por todos como 'Roque, el retratista' (Los Palacios, 1934). Un personaje muy querido en el pueblo por su gran labor durante más de medio siglo como fotógrafo, teniendo especial repercusión para la historia palaciega sus imágenes costumbristas y marismeñas. Con apenas 21 años decidió probar suerte laboralmente con la fotografía, un mundo en aquel entonces prácticamente desconocido por estos lares y cuyo nicho principal de trabajo era hacer reportajes en bodas, comuniones y, en menor medida, bautizos. Poco tiempo después de realizar sus primeros trabajos, vio truncadas sus ilusiones de realizar fotos en la parroquia Santa María la Blanca , lugar en el que se realizaban todas las celebraciones religiosas locales, debido a los impedimentos que le puso el párroco de aquel momento, don Juan Tardío , que le prohibió trabajar dentro del templo. Tan seria se puso el asunto que una vez incluso fue advertido por parte de la Guardia Civil de que daría con sus huesos en el calabozo si le veían con la cámara por el pueblo. Pero alguien dijo una vez que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Justamente esto fue lo que le ocurrió a Roque allá por los años cincuenta : le tornaron las puertas de la Iglesia, pero se le abrieron de par en par las del campo. Y es que viendo que no era prudente lidiar pugnas perdidas de antemano, Roque ingenió un plan alternativo para poder seguir haciendo carrera como fotógrafo: se echó al campo. Literalmente. Comenzó a desplazarse a las diferentes plantaciones de arroz que había en las marismas del Guadalquivir para ofrecer a los jornaleros la posibilidad de hacerse una foto en plena faena. Su propuesta tuvo impacto, hasta el punto de ponerse de moda entre las cuadrillas . De este modo, el joven Roque se hizo un nombre como fotógrafo y lograba su nicho de mercado. Así, al precio de tres retratos a nueve pesetas, este retratista de mente inquieta recorría, primero en bici y años después en una motocicleta Guzzi, las marismas hasta Doñana y la Campiña inmortalizando a jornaleros del arroz de Los Palacios y Villafranca, Utrera, Marchena, Espera o Casariche en las labores de siega, trilla o secadero, y otros en el verdeo, la corta o la pisa de la uvas. Luego revelaba los negativos en Sevilla y días después volvía a los tajos a entregar las fotos. Aunque con los años la situación con la Iglesia se reguló, continuó plasmando su visión del campo durante décadas, siendo eternamente recordado como el 'retratista de las marismas'. Para la memoria quedan sus magníficos retratos del paisaje y el paisanaje de Los Palacios y Villafranca, una colección cuyos negativos son el mejor testimonio que existe de lo todo lo acontecido en este municipio del Bajo Guadalquivir durante los años 50, 60 y 70 del pasado siglo. Un ejemplo paradigmático de la repercusión de su trabajo se encuentra en las paredes de infinidad de las zonas comunes de bloques de viviendas, de salas de espera de consultas médicas y, por supuesto, en los edificios públicos , donde cuelgan numerosas estampas icónicas captadas por la óptica y el enorme talento de un fotógrafo que se hizo a sí mismo.

Feb 20, 2025 - 15:06
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Muere a los noventa años Roque, 'el retratista de las marismas'
Los Palacios y Villafranca ha amanecido esta mañana con la triste noticia del fallecimiento a los 90 años de Francisco Estévez Laínez , conocido por todos como 'Roque, el retratista' (Los Palacios, 1934). Un personaje muy querido en el pueblo por su gran labor durante más de medio siglo como fotógrafo, teniendo especial repercusión para la historia palaciega sus imágenes costumbristas y marismeñas. Con apenas 21 años decidió probar suerte laboralmente con la fotografía, un mundo en aquel entonces prácticamente desconocido por estos lares y cuyo nicho principal de trabajo era hacer reportajes en bodas, comuniones y, en menor medida, bautizos. Poco tiempo después de realizar sus primeros trabajos, vio truncadas sus ilusiones de realizar fotos en la parroquia Santa María la Blanca , lugar en el que se realizaban todas las celebraciones religiosas locales, debido a los impedimentos que le puso el párroco de aquel momento, don Juan Tardío , que le prohibió trabajar dentro del templo. Tan seria se puso el asunto que una vez incluso fue advertido por parte de la Guardia Civil de que daría con sus huesos en el calabozo si le veían con la cámara por el pueblo. Pero alguien dijo una vez que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Justamente esto fue lo que le ocurrió a Roque allá por los años cincuenta : le tornaron las puertas de la Iglesia, pero se le abrieron de par en par las del campo. Y es que viendo que no era prudente lidiar pugnas perdidas de antemano, Roque ingenió un plan alternativo para poder seguir haciendo carrera como fotógrafo: se echó al campo. Literalmente. Comenzó a desplazarse a las diferentes plantaciones de arroz que había en las marismas del Guadalquivir para ofrecer a los jornaleros la posibilidad de hacerse una foto en plena faena. Su propuesta tuvo impacto, hasta el punto de ponerse de moda entre las cuadrillas . De este modo, el joven Roque se hizo un nombre como fotógrafo y lograba su nicho de mercado. Así, al precio de tres retratos a nueve pesetas, este retratista de mente inquieta recorría, primero en bici y años después en una motocicleta Guzzi, las marismas hasta Doñana y la Campiña inmortalizando a jornaleros del arroz de Los Palacios y Villafranca, Utrera, Marchena, Espera o Casariche en las labores de siega, trilla o secadero, y otros en el verdeo, la corta o la pisa de la uvas. Luego revelaba los negativos en Sevilla y días después volvía a los tajos a entregar las fotos. Aunque con los años la situación con la Iglesia se reguló, continuó plasmando su visión del campo durante décadas, siendo eternamente recordado como el 'retratista de las marismas'. Para la memoria quedan sus magníficos retratos del paisaje y el paisanaje de Los Palacios y Villafranca, una colección cuyos negativos son el mejor testimonio que existe de lo todo lo acontecido en este municipio del Bajo Guadalquivir durante los años 50, 60 y 70 del pasado siglo. Un ejemplo paradigmático de la repercusión de su trabajo se encuentra en las paredes de infinidad de las zonas comunes de bloques de viviendas, de salas de espera de consultas médicas y, por supuesto, en los edificios públicos , donde cuelgan numerosas estampas icónicas captadas por la óptica y el enorme talento de un fotógrafo que se hizo a sí mismo.