Mariano Navone, tras la euforia por ganar el quinto punto en la Copa Davis: la confesión de Frana, el último en jugar ante Nadal y el salto que viene
El nuevejuliense, que selló el éxito de Argentina ante Noruega hace ocho días, contó los cambios que hizo para llegar a la elite, sitio al que aspiró desde chico, cuando veía a la Legión por TV
John McEnroe, una suerte de Keith Richards del tenis, calcula haber pasado por el diván de aproximadamente 37 psicólogos. Villano y héroe, irascible al extremo pero auténtico y perspicaz, alguna vez describió lo que se siente estar en el court bajo presión: “Me encanta el tenis. Pero es muy difícil estar ahí solo poniendo tanta garra; es como una sensación desagradable, estás expuesto. Es una relación de amor-odio. Si sale bien, fantástico. Pero otras veces empezás a jugar y nada entra. Entonces te preguntás por qué hacés esto…”.
Mariano Navone (23 años), con sólo una temporada en el circuito grande (vaya temporada… con dos finales ATP, alcanzando el puesto 29°, siendo el primer jugador en ser preclasificado en su debut en un Grand Slam, clasificándose para los Juegos Olímpicos de París 2024), pensó un sinfín de escenarios el viernes 31 de enero, en Noruega, lidiando hasta último momento con el joven talentoso Nicolai Budkov Kjaer en el quinto punto de los Qualifiers de la Copa Davis. Fue el debut del 48° del mundo en la emblemática competencia colectiva. En pocas horas pasó por todos los estados de ánimo. Definir la serie en favor de la Argentina (por 3-2), después de haber estado 0-3 y a un punto del 1-4 en el tercer set, desanudó una euforia que continuó durante varios días.
“Tardó mucho en bajar la efervescencia. Obviamente nunca nadie me enseñó lo que viviría. Tuve que experimentar. La serie terminó tarde, comimos un poco, festejamos todos y, entre todos los mensajes que recibí, me fui a dormir como a las cinco de la mañana, preparando la valija. Al otro día a las cuatro de la tarde teníamos el vuelo para volver a Argentina. Estaba en el vuelo, eran como las dos o tres de la mañana de Europa y yo seguía sin poder dormir, enroscadísimo. Facu Díaz Acosta [otro de los citados por el nuevo capitán, Javier Frana] estaba igual, así que nos encontramos en un punto del avión y nos juntamos a charlar. El domingo llegué a Buenos Aires, nos quedamos tranquilos y me fue agarrando el sueño”, sonríe Navone, durante su visita a la redacción de LA NACION.
-Dicen que la Copa Davis es muy distinta al circuito convencional. Más allá del aspecto grupal, ¿hay diferencias emocionales que influyen en lo tenístico?
-Jugar representando a un equipo es diferente. Para mí, en un deporte tan individualista, cuando te juntás con todos para tirar hacia el mismo lado en grupo es un sentimiento distinto; es increíble. Lo que pasaba en el quinto punto, por ejemplo: yo estaba jugando y afuera estaban dando indicaciones Tommy (Etcheverry), Facu (Díaz Acosta), Cebolla (Horacio Zeballos), Molto (Andrés Molteni), el capitán, el subcapitán (Eduardo Schwank), todos… Eso genera un clima diferente y otra efervescencia. Representar a tu país y, encima a un equipo, es muy diferente porque todo el año competís individualmente.
-¿La presión es mayor?
-Sí, perder en la Davis… Lo que uno tiene que intentar es tomarlo lo más tranquilo posible, no sentir que si perdés le debés algo a alguien. Uno está ocupando ese lugar porque está preparado y por lo que hizo bien durante el año en el circuito. Uno se lo gana por méritos. Si hubiera perdido (con Budkov Kjaer), la serie quedaba 3-2 abajo, un poco de culpa iba a sentir, por más que no sea así, porque se juega todo el equipo. Entonces sí, que pesa un poco más.
-¿Volviste a ver imágenes del quinto punto?
-Sí; lo intenté ver con una finalidad táctica, para ver qué hice en determinado momento, porque en un tramo hice un buen partido y le había encontrado la vuelta. Después pasé a estar con break point en contra, hubo un poco de desorden y quise ver cuestiones tácticas. También quise ver los festejos, je, porque me acordaba de un montón de cosas, pero no que había salido tan alocado después de ganar. Vi videos y fotos; estuvo bueno.
-Entre los videos hubo un momento muy emotivo. “Estaba seguro que lo ganabas, te lo juro por mis padres que se murieron el año pasado”, te dijo Frana, quebrándose. ¿Cómo lo recibiste?
-Sí, fue un momento lindo. Entendí todo pese a que a veces en el griterío y el festejo parece que no. Pero entendí todo. Habla del gran capitán que es, del esfuerzo y de lo que estuvo pensando en esa serie para que todo saliera lo mejor posible; tanto él como Edu (Schwank). Esas palabras me las dijo a mí, pero se las podría haber dicho a los otros chicos, porque siempre puso a todos en el mismo lugar, a todos nos dio la misma importancia. Ahí hubo un… cómo había terminado el partido y tras estar intercambiando mucho en el banco, hubo un desahogo. Con él arranqué la semana anterior a la Davis, junto con Andy (Dellatorre), mi entrenador. Fuimos generando un vínculo que fue creciendo. Se expresó así; creo que generamos una relación especial, de respeto laboral y también la hemos pasado muy bien. Hubo confianza.