Las seis horas al límite del Grupo Crono para cazar a la banda más violenta del Rolex

En el 99 por ciento de las ocasiones, arrancar una crónica asegurando que el Grupo Crono funciona como un reloj significaría entrar de lleno en el terreno de lo simplista. Y estas líneas no resultarían una excepción, de no ser por el frenético 'timeline' que el pasado 3 de febrero los agentes del equipo de la Policía Nacional encargado de investigar a las llamadas bandas del Rolex vivieron en sus propias carnes. Aunque mejor veámoslo por orden crono-lógico. A las 16.35 horas, los integrantes del grupo reciben un aviso. Varón, 42 años, asaltado a la altura del número 38 de la calle de Padre Damián por dos individuos que a bordo de una motocicleta le han encañonado para robarle el reloj, un Rolex de alto valor económico, y las llaves de su Porsche Panamera . Pero para cuando los agentes llegan a esta acomodada zona del distrito de Chamartín, los autores han huido subidos a una Honda negra, no sin antes intimidar a un testigo de 68 años y exigirle su reloj. En esta primera toma de contacto los policías sacan dos importantes conclusiones: la primera es que a la víctima de mayor edad no le han sustraído la pieza al percatarse de su escaso valor; y la segunda, que el individuo al que sí han robado acababa de salir de un lujoso restaurante. El perfil está de sobra definido y la filiación de dos de los atracadores, también. «Los teníamos identificados gracias a la inteligencia que hemos generado nosotros mismos», señalaría ayer a ABC la subinspectora del Grupo Crono, Nerea García. Por el camino, un reguero infinito de horas de trabajo acumuladas desde que a finales septiembre dieran su primer golpe, un palo en la calle de Bambú para apoderarse de un primer reloj y una cadena de oro valorados en más de 30.000 euros. Tras ello, vendrían dos más entre el 25 y el 30 noviembre en las cercanas vías de Doctor Fleming y Alberto Alcocer; un reducido perímetro que no iba a dejar dudas a los investigadores personados en Padre Damián. «Nos dirigimos entonces hasta sus domicilios y les vimos llegar», recordaba García, con la grata sorpresa de toparse con el último de los tres rateros que hasta ese momento andaban buscando. Sabían, por experiencia profesional, que estos delincuentes siempre actúan como mínimo en trío, un marcador disfrazado de comensal que se encarga de rastrear las muñecas de las potenciales víctimas, y los dos motoristas que ejecutan la acción. Sin embargo, la falta de garantías para acometer la detención a esa hora en Villa de Vallecas les lleva a establecer una discreta vigilancia. Así, hasta pasadas las 21.00 horas, cuando los miembros de la banda salen de sus madrigueras en un coche y una motocicleta, sin saber que sus nuevos ojos siguen de cerca sus pasos. Comprueban entonces que han sumado dos 'fichajes', cuyo destino esta vez es un restaurante de la exclusiva urbanización La Moraleja. «Allí teníamos todo controlado, el restaurante estaba lleno y en un momento dado notaron el aliento en el cogote», añadía la subinspectora. Tan grande es el cerco policial que los conocidos como 'motochorros' se percatan del encierro, lo que rápidamente les lleva a poner pies en polvorosa. A las 22.00 horas, son interceptados en Puente de Vallecas los ocupantes del coche, en cuyo interior ocultan la pistola empleada. El quinto elemento escapa en la moto, pero es detenido al intentar esconderse en una de las viviendas marcadas. Todos, de origen venezolano y sin antecedentes salvo uno, se resisten a ser engrilletados, señal inequívoca de su carácter agresivo. Un seña, la de la extrema violencia y el uso de armas de fuego, que ha terminado con los tres del principio durmiendo en prisión.

Feb 11, 2025 - 07:33
 0
Las seis horas al límite del Grupo Crono para cazar a la banda más violenta del Rolex
En el 99 por ciento de las ocasiones, arrancar una crónica asegurando que el Grupo Crono funciona como un reloj significaría entrar de lleno en el terreno de lo simplista. Y estas líneas no resultarían una excepción, de no ser por el frenético 'timeline' que el pasado 3 de febrero los agentes del equipo de la Policía Nacional encargado de investigar a las llamadas bandas del Rolex vivieron en sus propias carnes. Aunque mejor veámoslo por orden crono-lógico. A las 16.35 horas, los integrantes del grupo reciben un aviso. Varón, 42 años, asaltado a la altura del número 38 de la calle de Padre Damián por dos individuos que a bordo de una motocicleta le han encañonado para robarle el reloj, un Rolex de alto valor económico, y las llaves de su Porsche Panamera . Pero para cuando los agentes llegan a esta acomodada zona del distrito de Chamartín, los autores han huido subidos a una Honda negra, no sin antes intimidar a un testigo de 68 años y exigirle su reloj. En esta primera toma de contacto los policías sacan dos importantes conclusiones: la primera es que a la víctima de mayor edad no le han sustraído la pieza al percatarse de su escaso valor; y la segunda, que el individuo al que sí han robado acababa de salir de un lujoso restaurante. El perfil está de sobra definido y la filiación de dos de los atracadores, también. «Los teníamos identificados gracias a la inteligencia que hemos generado nosotros mismos», señalaría ayer a ABC la subinspectora del Grupo Crono, Nerea García. Por el camino, un reguero infinito de horas de trabajo acumuladas desde que a finales septiembre dieran su primer golpe, un palo en la calle de Bambú para apoderarse de un primer reloj y una cadena de oro valorados en más de 30.000 euros. Tras ello, vendrían dos más entre el 25 y el 30 noviembre en las cercanas vías de Doctor Fleming y Alberto Alcocer; un reducido perímetro que no iba a dejar dudas a los investigadores personados en Padre Damián. «Nos dirigimos entonces hasta sus domicilios y les vimos llegar», recordaba García, con la grata sorpresa de toparse con el último de los tres rateros que hasta ese momento andaban buscando. Sabían, por experiencia profesional, que estos delincuentes siempre actúan como mínimo en trío, un marcador disfrazado de comensal que se encarga de rastrear las muñecas de las potenciales víctimas, y los dos motoristas que ejecutan la acción. Sin embargo, la falta de garantías para acometer la detención a esa hora en Villa de Vallecas les lleva a establecer una discreta vigilancia. Así, hasta pasadas las 21.00 horas, cuando los miembros de la banda salen de sus madrigueras en un coche y una motocicleta, sin saber que sus nuevos ojos siguen de cerca sus pasos. Comprueban entonces que han sumado dos 'fichajes', cuyo destino esta vez es un restaurante de la exclusiva urbanización La Moraleja. «Allí teníamos todo controlado, el restaurante estaba lleno y en un momento dado notaron el aliento en el cogote», añadía la subinspectora. Tan grande es el cerco policial que los conocidos como 'motochorros' se percatan del encierro, lo que rápidamente les lleva a poner pies en polvorosa. A las 22.00 horas, son interceptados en Puente de Vallecas los ocupantes del coche, en cuyo interior ocultan la pistola empleada. El quinto elemento escapa en la moto, pero es detenido al intentar esconderse en una de las viviendas marcadas. Todos, de origen venezolano y sin antecedentes salvo uno, se resisten a ser engrilletados, señal inequívoca de su carácter agresivo. Un seña, la de la extrema violencia y el uso de armas de fuego, que ha terminado con los tres del principio durmiendo en prisión.