Las recomendaciones de Diego Golombek para sincronizar nuestro reloj biológico y vivir mejor
Nuestro reloj biologico hace que seamos personas distintas a lo largo del día. “Uno no es la misma persona a la mañana, a la tarde y a la noche porque nuestro reloj biológico manda señales diferentes al cuerpo”,

“Los seres humanos somos un reloj ambulante”, dice Diego Golombek, biólogo y neurocientífico, con una capacidad destacada para comunicar ciencia de una forma accesible y entretenida, en una charla del ciclo Aprendemos Juntos 2030, la plataforma con contenidos inspiradores del BBVA.
Como especialista en cronobiología (la disciplina que estudia los ritmos biológicos de los seres vivos), Golombek cuenta que un pedacito del cerebro, que se llama reloj biológico, mide el tiempo y le dice al cuerpo qué hora es.
¿Cómo nos influye? Golombek explica que tiene influencia directamente en nuestra cognición. “Si por ejemplo alguien pasa la noche sin dormir o si durmió mal, sus decisiones van a ser más erradas que de costumbre”.
El reloj biológico hace que seamos personas distintas a lo largo del día. “Uno no es el mismo a la mañana, a la tarde y a la noche porque nuestro reloj biológico manda señales diferentes al cuerpo”, comenta.
El experto explica que si, por ejemplo, nos hacemos un análisis clínico a distintas horas, los valores van a ser diferentes. “El corazón, pulmones y músculos, la predisposición a hacer ejercicio o dar un examen, cambia a lo largo del día por la acción del reloj biológico”.
¿Somos todos iguales en cuanto al reloj biológico? Golombek asegura que no, que hay personas más matutinas y otras más nocturnas. A los que tienen mayor nivel de concentración de mañana se los llama “alondras”. Tomarán mejores decisiones durante la mañana y peores durante la noche. Por el contrario las personas “búhos” son aquellas que recién por la tarde empiezan a estar mejor.
Conocer nuestro reloj biológico y “escuchar su tic tac” permite ser más eficiente, más feliz, según Golombek.
También desarrolla que es importante estar sincronizados en primer lugar con nosotros mismos y luego con la naturaleza: “Pero la realidad es que tendemos a estar desincronizados con el mundo. Eso es porque nuestro reloj biológico marca una hora y la sociedad, otra”.
Como ejemplo, señala que la mayoría se despierta a la mañana con alarma, porque no nos estamos despertando en un horario que nuestro cuerpo quisiera hacerlo. “Esto quiere decir que estamos desincronizados: el nombre técnico es jet lag social. Conocemos el jet lag de cuando viajamos atravesando husos horarios y uno tarda unos días en acomodarse. Pero esto puede pasarnos sin movernos de casa porque nuestro reloj biológico no responde al horario social”, argumenta.
Bichos diurnos
¿Cómo nos afecta la desincronización con los horarios de la naturaleza? El científico explica que, a su criterio, los horarios de ingreso a los colegios deberían retrasarse porque “si uno le hiciera un electroencefalograma a un adolescente, se daría cuenta que esos chicos están dormidos literalmente y no figurativamente”.
Algo similar les sucede a las personas que trabajan con horarios rotativos o hacen guardias. “Estamos preparados para un mundo que ya no existe: un mundo con días y noches predecibles –comenta Golombek–. Nosotros somos bichos diurnos: tenemos que estar activos de día y dormidos y seguros de noche”.
Las consecuencias de la desincronización, según explica, son el mal humor y las enfermedades. Ir en contra del reloj biológico hace que nuestra salud se resienta.
Para corregir la desincronización, el cronobiólogo considera que lo primero que hay que hacer es “escuchar a nuestro reloj biológico”. Conocer cada uno en qué horario rinde mejor, se siente mejor y en función de eso, en lo posible adecuar la situación laboral, escolar y familiar. Pero el reloj no está completo si no se sincroniza con la naturaleza: lo principal es la luz solar.
“Lo mejor que podemos hacer es exponernos a la luz solar, que nos permite ajustar nuestro reloj biológico y poder diferenciar el día de la noche.
Lo que más afecta nuestra salud es la luz de las pantallas: el celular, la tablet, la computadora, la televisión. Esa es la luz mala que le está diciendo al reloj biológico que es de día y que podemos seguir de largo sin problemas”, dice Golombek. Según el científico habría que exiliar las pantallas del dormitorio para lograr un sueño profundo y reparador.
Para ajustar nuestro reloj biológico, Golmbek aconseja tratar de cenar liviano y lo más lejos posible de la hora de acostarse.
También dormir en la oscuridad y en un ambiente templado.
El especialista considera que el sueño es vital para los seres humanos y es tan importante como comer. “Fortalece el sistema inmune y repara el cuerpo para tener energía al día siguiente”, finaliza.
A continuación podés disfrutar de la charla completa que compartió Golombeck en Aprendemos Juntos 2030, la plataforma del BBVA con contenidos útiles e inspiradores para mejorar la vida de millones de personas de todo el mundo que desde mayo se emiten en forma exclusiva por LA NACION.