La ciudad de España donde mejor se viaja a la antigua Hispania de Roma
Fundada en el año 25 a.C., ofrece la mejor experiencia por la Hispania romana, con un gran teatro, anfiteatro, circo, templos, acueducto y puente que sorprenden a los visitantes
No hace falta cruzar fronteras para pasear junto a un templo romano o sentarse en un teatro en el que un día disfrutaban de una obra ciudadanos vestidos con toga. En esta ciudad extremeña su impresionante conjunto arqueológico te hará sentir como en un viaje en el tiempo o en un escenario de película.
La capital de Extremadura es hoy uno de los mayores tesoros arqueológicos de nuestro país
Fundada hace más de dos mil años como retiro para veteranos de dos legiones del ejército romano, Mérida es hoy uno de los mayores tesoros arqueológicos de nuestro país. Su legado es tan impresionante que pasear por sus calles es recorrer la historia de un imperio que dejó su huella en cada rincón. Desde teatros y anfiteatros hasta templos, termas y un circo monumental, cada paso transporta al visitante a aquella época de gladiadores, senadores y grandes espectáculos.
Un museo al aire libre
Su conjunto monumental más famoso está protagonizado por el Teatro Romano. Con más de dos mil años de historia, sus gradas y su espectacular escena, flanqueada por columnas bien decoradas, transportan a los visitantes a la época dorada del Imperio. Sentarse en las gradas e imaginar el bullicio de los antiguos espectadores es casi inevitable. Además, si tienes la suerte de visitarlo durante el Festival Internacional de Teatro Clásico, la experiencia se multiplica: obras clásicas interpretadas en el mismo lugar para el que fueron creadas.
Durante el Festival Internacional de Teatro Clásico se representan obras clásicas en el mismo lugar para el que fueron creadas
Justo al lado, el Anfiteatro recuerda que aquí también se vivieron combates entre gladiadores. Su estructura elíptica y la arena central son tan similares a las que se han visto en tantísimas películas que es fácil meterse en el papel y llegar a escuchar el rugido del público y de los animales que solían verse en el escenario. Y es que el Anfiteatro no era solo escenario de luchas entre gladiadores. También se celebraban las llamadas “venationes”, espectáculos donde animales salvajes eran cazados o enfrentados entre sí, para disfrute de un público siempre hambriento de emociones fuertes.
Y otro museo que es una obra de arte en sí
A solo unos pasos del teatro se encuentra el Museo Nacional de Arte Romano, una visita que ayuda a entender mejor todo lo que se acaba de ver al aire libre. Su edificio, diseñado por Rafael Moneo, ya merece una foto por sí solo: una gran construcción de ladrillo que juega con los arcos y la luz natural, un homenaje a la arquitectura romana.
El edificio del Museo Nacional de Arte Romano fue diseñado por el arquitecto Rafael Moneo como homenaje a la arquitectura romana
En su interior, las piezas cuentan la historia cotidiana de la antigua Augusta Emerita: mosaicos impecablemente conservados, esculturas que un día decoraron villas y termas, objetos domésticos y hasta inscripciones que parecen mensajes congelados en el tiempo. Todo organizado de forma que es fácil imaginar cómo era la vida en la ciudad hace dos mil años.
También tiene su templo
A Mérida no le falta ni un solo detalle para consolidarse como una de las ciudades con mayor presencia de ruinas romanas, incluido un templo. En pleno centro, rodeado de edificios modernos, emerge uno de los tesoros más sorprendentes de esta antigua capital romana: el Templo de Diana. Su imponente fachada, con columnas corintias y un pórtico monumental, recuerda el poder y la riqueza que un día tuvo esta ciudad. Y aunque su nombre puede despistar (no estaba dedicado a la diosa Diana sino al culto imperial), lo cierto es que es uno de los ejemplos más espectaculares de la arquitectura romana en la Península Ibérica.
El Templo de Diana es uno de los ejemplos más espectaculares de la arquitectura romana en la Península Ibérica
Lo más curioso es que, durante siglos, este templo quedó integrado dentro de un palacio renacentista, aprovechando su estructura como parte de la construcción. Este peculiar “templo dentro de una casa” permitió que se conservaran buena parte de sus elementos originales. Hoy, recuperado y perfectamente integrado en la vida urbana, el Templo de Diana es un símbolo de cómo el pasado y el presente conviven en cada rincón de esta ciudad.
Más rincones con historia
Aunque no está en el centro de la ciudad, merece la pena acercarse al Circo Romano, donde aún es fácil imaginar las carreras de cuadrigas levantando polvo ante la ovación del público. Con más de 400 metros de largo, fue uno de los más grandes del Imperio y, aunque hoy solo queden sus restos, su trazado sigue siendo impresionante.
Con más de 400 metros de largo, el circo de Emerita Augusta fue uno de los más grandes del Imperio
Otro alto en el camino es la Casa del Mitreo, una antigua villa romana donde sus mosaicos, patios y termas privadas ayudan a entender cómo vivían las familias más acomodadas de la época. Una visita muy didáctica que te sumerge de lleno en el día a día de la Hispania romana.
Y su puente y acueducto
Como gran urbe romana, la antigua Augusta Emerita también tenía su acueducto para abastecer de agua a la ciudad. Se puede contemplar a las afueras de la ciudad y hoy se conservan más de ochocientos metros de este acueducto, alguna de cuyas pilas de granito y ladrillo se alzan veintisiete metros por encima del terreno. Popularmente es conocido como el acueducto de “Los Milagros” por la admiración que causaba en lugareños y forasteros su estado de conservación a pesar de los avatares del tiempo.
Y, por supuesto, para despedirse de la ciudad nada mejor que hacerlo cruzando el Puente Romano sobre el río Guadiana, una obra de ingeniería que, con sus casi 800 metros de largo, sigue cumpliendo su función original dos milenios después.
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