La cascada de 40 metros de altura a la que se llega a través de una ruta en un pueblo de Sevilla
Si eres un amante del senderismo y la naturaleza, no puedes perderte este espectáculo acuático rodeado de grandes muros de piedra.

Sevilla tiene un color especial, y prueba de ello son los contrastes de tonos que crean los azules, marrones y amarillos de su arquitectura con los verdes y grises de los grandes bosques que forman su territorio. Aunque la ciudad en sí es una auténtica maravilla, no hay que olvidarse de los pueblos y enclaves naturales de la provincia.
Dejando a un lado la indudable belleza de Carmona, Sanlúcar la Mayor o Écija, hay otros municipios más pequeños que son el hogar de rutas de senderismo perfectas para los amantes de las aventuras, las grandes cascadas, los paseos entre frondosos árboles y mucho más.
El Salto del Lobo
Viajamos hasta El Castillo de las Guardas, un pequeño pueblo sevillano de poco más de 1.500 habitantes que acoge en su territorio las aguas del río Guadiamar. En este enclave natural, las rutas cerca de la orilla, entre escarpadas rocas o por sencillos senderos, son las protagonistas y el destino perfecto para desconcertar.
Allí encontramos el Salto del Lobo, una cascada de cerca de 40 metros de altura que se alza imponente sobre una gran poza natural rodeada de elevados muros de piedra que imitan la imagen de una garganta. Además, allí se esconden los restos de un antiguo molino que podrás describir en una ruta en familia.
La ruta del Salto del Lobo
Esta ruta tiene su inicio en El Alisar, en el término municipal de El Castillo de las Guardas. Para comenzar, cruzaremos la carretera y accederemos a la orilla del río gracias a una de las aperturas que encontramos en el quitamiedos. A partir de este momento empezaremos a caminar entre paisajes preciosos que dejan sin palabras.
El sendero serpentea entre pozas de agua, rápidos que rompen contra las rocas y juncos que decoran la orilla del río. Al ser una ruta circular de poco más de 8 kilómetros en total, es ideal para hacer con los más pequeños de la casa que quedarán prendados de la alfombra verde natural por la que se pasea.
Siguiendo el camino llegaremos a la cascada, donde el cauce se vuelve algo más rocoso. No es difícil, por lo que pasaremos sobre las rocas para descubrir la poza que se ha creado en el fondo de la garganta gracias a la fuerza de las cascadas. La belleza de este lugar merece ser disfrutada durante unos minutos.
Una vez terminada la visita, puedes volver al inicio de la ruta por el mismo lugar por el que has venido, y si quieres cambiar un poco las vistas, puedes cruzar el río para regresar por el mismo camino pero en paralelo. Aunque este enclave es más bonito en otoño con las hojas cayendo de los árboles, merece la pena visitarlo en cualquier época del año.