Incendios: crónica de una tragedia anunciada que se podría evitar
Lamentablemente los incendios se han vuelto una noticia cada vez más frecuente en la Argentina, y especialmente en épocas de altas temperaturas. Las recientes noticias sobre los que hechos en el Bolsón son una muestra más de lo que ocurre año tras año, que en esta oportunidad ha golpeado fuertemente a la Patagonia. Es relevante recordar lo sucedido el 9 de marzo de 2021 en la Comarca Andina del Paralelo 42, que sufrió el primer gran incendio de interfase del país, con devastadoras consecuencias económicas, humanas y ambientales. Han pasado casi cuatro años y la historia se repite, con focos activos que avanzan sobre bosques, viviendas y fuentes de trabajo. Sin embargo, la respuesta sigue siendo tardía y deficiente.El problema de los incendios forestales no se limita a evitar que el fuego comience, sino a impedir que tenga las condiciones ideales para expandirse sin control. En la Patagonia, la acumulación de combustible vegetal fino es un factor clave: en primaveras lluviosas como la de 2024, la vegetación crece en abundancia, para luego secarse en verano y convertirse en material altamente inflamable. Esto convierte a los meses de enero y febrero en una bomba de tiempo. Sin medidas adecuadas de prevención, cualquier foco ígneo y algo más de viento que lo habitual pueden desatar una catástrofe. Además, en esta región, el reemplazo del bosque nativo principalmente por especies exóticas resinosas fue parte de una frustrada política forestal de desarrollo desde los años 60. Gran parte de esas plantaciones no fueron correctamente manejadas, no hubo podas ni raleos y muchas veces ni siquiera se cosechó su madera en el momento oportuno. Lo que es peor, no se controló su enorme capacidad de invasión de ambientes naturales. Hoy, no solo afectan negativamente el paisaje, si no que se transforman en una oferta de combustible de alta calidad y amplia continuidad que contribuye a la propagación de los incendios forestales de la región.El Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) debería estar preparado para actuar antes de que los incendios se vuelvan incontrolables. No solo es necesario reforzar las estrategias para evitar que se inicie el fuego sino también es crucial evitar que haya continuidad y cantidad de combustible disponible para arder. Un foco ígneo controlado a tiempo puede evitar la destrucción de miles de hectáreas. Pero pareciera ser que después de todo lo sucedido todavía no lo aprendimos y que no mejoramos nuestro sistema de prevención.El desafío es enorme y requiere una mayor coordinación entre la Nación y las provincias, así como una articulación eficiente entre distintos organismos. Es fundamental consolidar y fortalecer el SNMF, dotándolo de los recursos aéreos y terrestres adecuados, pero también garantizando condiciones laborales seguras para los brigadistas, quienes arriesgan sus vidas en cada operativo. Los incendios forestales no son solo una cuestión ambiental: afectan la economía, las viviendas, el turismo, la seguridad alimentaria y la calidad de vida de miles de personas. La crisis climática que estamos atravesando no hace más que agravar esta situación si seguimos sin tomar medidas de fondo. No podemos seguir reaccionando cuando el fuego está arrasado con todo. Necesitamos una estrategia integral que priorice la prevención, respuesta temprana y la restauración de los ecosistemas afectados.Es urgente que las autoridades nacionales y provinciales actúen con planificación y firmeza ante esta problemática. Los incendios de hoy son una advertencia, y una evidencia, sobre lo que vendrá si no cambiamos el rumbo. La pregunta es: ¿seguiremos dejando que el fuego dicte nuestro destino o empezaremos a actuar con la urgencia que la situación demanda?Director general de Fundación Vida Silvestre Argentina
Lamentablemente los incendios se han vuelto una noticia cada vez más frecuente en la Argentina, y especialmente en épocas de altas temperaturas. Las recientes noticias sobre los que hechos en el Bolsón son una muestra más de lo que ocurre año tras año, que en esta oportunidad ha golpeado fuertemente a la Patagonia. Es relevante recordar lo sucedido el 9 de marzo de 2021 en la Comarca Andina del Paralelo 42, que sufrió el primer gran incendio de interfase del país, con devastadoras consecuencias económicas, humanas y ambientales. Han pasado casi cuatro años y la historia se repite, con focos activos que avanzan sobre bosques, viviendas y fuentes de trabajo. Sin embargo, la respuesta sigue siendo tardía y deficiente.
El problema de los incendios forestales no se limita a evitar que el fuego comience, sino a impedir que tenga las condiciones ideales para expandirse sin control. En la Patagonia, la acumulación de combustible vegetal fino es un factor clave: en primaveras lluviosas como la de 2024, la vegetación crece en abundancia, para luego secarse en verano y convertirse en material altamente inflamable. Esto convierte a los meses de enero y febrero en una bomba de tiempo. Sin medidas adecuadas de prevención, cualquier foco ígneo y algo más de viento que lo habitual pueden desatar una catástrofe. Además, en esta región, el reemplazo del bosque nativo principalmente por especies exóticas resinosas fue parte de una frustrada política forestal de desarrollo desde los años 60. Gran parte de esas plantaciones no fueron correctamente manejadas, no hubo podas ni raleos y muchas veces ni siquiera se cosechó su madera en el momento oportuno. Lo que es peor, no se controló su enorme capacidad de invasión de ambientes naturales. Hoy, no solo afectan negativamente el paisaje, si no que se transforman en una oferta de combustible de alta calidad y amplia continuidad que contribuye a la propagación de los incendios forestales de la región.
El Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) debería estar preparado para actuar antes de que los incendios se vuelvan incontrolables. No solo es necesario reforzar las estrategias para evitar que se inicie el fuego sino también es crucial evitar que haya continuidad y cantidad de combustible disponible para arder. Un foco ígneo controlado a tiempo puede evitar la destrucción de miles de hectáreas. Pero pareciera ser que después de todo lo sucedido todavía no lo aprendimos y que no mejoramos nuestro sistema de prevención.
El desafío es enorme y requiere una mayor coordinación entre la Nación y las provincias, así como una articulación eficiente entre distintos organismos. Es fundamental consolidar y fortalecer el SNMF, dotándolo de los recursos aéreos y terrestres adecuados, pero también garantizando condiciones laborales seguras para los brigadistas, quienes arriesgan sus vidas en cada operativo.
Los incendios forestales no son solo una cuestión ambiental: afectan la economía, las viviendas, el turismo, la seguridad alimentaria y la calidad de vida de miles de personas. La crisis climática que estamos atravesando no hace más que agravar esta situación si seguimos sin tomar medidas de fondo. No podemos seguir reaccionando cuando el fuego está arrasado con todo. Necesitamos una estrategia integral que priorice la prevención, respuesta temprana y la restauración de los ecosistemas afectados.
Es urgente que las autoridades nacionales y provinciales actúen con planificación y firmeza ante esta problemática. Los incendios de hoy son una advertencia, y una evidencia, sobre lo que vendrá si no cambiamos el rumbo. La pregunta es: ¿seguiremos dejando que el fuego dicte nuestro destino o empezaremos a actuar con la urgencia que la situación demanda?
Director general de Fundación Vida Silvestre Argentina