Feijóo se suma a las tácticas de Trump

El PP rompe con la ultraderecha, pero solo un poco, como demuestra que haya hecho de la peor versión de la Inteligencia Artificial su nuevo instrumento de oposición. Hablamos de la degradación de la conversación pública y del debilitamiento de las instituciones, y si la tecnología no se emplea desde la responsabilidad y la ética, el futuro es perturbador Es muy probable que Alberto Núñez Feijóo no haya puesto un solo tuit en su dilatada trayectoria política. Seguramente, tampoco haya posteado jamás en Instagram o grabado un vídeo para TikTok. Pero se ha subido con gran entusiasmo a la imparable ola de la Inteligencia Artificial en su peor versión y ha hecho suyas las tácticas en comunicación política utilizadas por Donald Trump. Si el presidente de los EEUU provocó la ira de sus críticos con un macabro vídeo de 30 segundos en el que convertía los escombros y la destrucción de Gaza en un resort de lujo, el líder del PP ha recurrido a la IA para atacar al Gobierno no en una sino en dos ocasiones. La primera, con un carrusel de imágenes fake inspiradas en el reality La isla de las tentaciones con los rostros de Pedro Sánchez, su esposa y varios ministros bajo el título La isla de las corrupciones y junto a la bandera y el mapa de la República Dominicana. Con lo que no contaban los mandatarios de la calle Génova era con que su creación tendría que ser retirada horas después de una protesta formal del gobierno del país iberoamericano por lo que consideró un “avieso e incomprensible ataque”, además de una “inaceptable instrumentalización de la imagen del país, desnaturalizando sus símbolos patrios”. El tropezón, no obstante, no frenó el ímpetu creativo de los populares, que días más tarde volvían a hacer suyas las tácticas de la ultraderecha global con motivo del día de la mujer. De nuevo varias caras del PSOE, pero también de Sumar o Podemos, eran protagonistas de un vídeo satírico para cargar contra todos ellos por distintos casos judiciales como la investigación a Begoña Gómez y el caso Koldo, el caso Errejón o la reciente denuncia por presunto acoso sexual contra Juan Carlos Monedero. Hablamos de un partido de Estado y de un líder que dijo llegar a la política nacional no para insultar, sino para ganar a Pedro Sánchez. Superado ya lo del vituperio, al que sucumbió hace tiempo, Feijóo se sube ahora a lomos de lo que su secretaria general, Cuca Gamarra, defiende como una “campaña fácil y eficaz” para llegar a determinados sectores de la sociedad.  ¿De qué sectores habla? ¿De qué eficacia?  Si lo que pretende el PP con tan abyectas campañas es convencer a alguien de que la corrupción es algo que le es ajeno y solo propio de la izquierda, tendrá que esperar unos años para que del imaginario colectivo desaparezcan los casos Gürtel, Púnica, Lezo, su financiación ilegal o los sobresueldos de sus dirigentes. Y si lo que busca trasladar también es que los comportamientos machistas, el acoso sexual e incluso el uso de la prostitución son prácticas de lo que ellos llaman los “progres”, que se anden con cuidado no vayan a aparecer casos -que haberlos hay- entre sus cofrades. Por desgracia para nuestra democracia y también para las mujeres, ambas cuestiones son transversales y se dan tanto en la izquierda como en la derecha. El que al cielo escupe… Cuestión distinta es que el PP haya decidido simplemente subcontratar a la Inteligencia Artificial su labor de oposición siguiendo la misma estela que la ultraderecha de Vox o de Trump. En ese caso, sabrá que la apuesta no está exenta de riesgos, que con la IA podrán disfrutar diciendo lo que no se puede decir y publicando lo que no se puede publicar usando el humor como coartada, pero que luego no apoyen, ni aplaudan, ni jaleen a los jueces que abren causas contra humoristas que hacen bromas con el Valle de los Caídos, con la Monarquía o con los símbolos. La política en España y en el mundo está para pocos chistes y el innegable potencial de la inteligencia artificial no debería estar al servicio de la desinformación ni de la provocación de alto impacto que buscan en este caso los populares. Hoy sus dirigentes se felicitan por emular a una ultraderecha que se nutre sobre todo de una comunidad tecnológica siempre online y compartidora de memes cuyo entusiasmo por la inteligencia artificial es mayor que el del electorado progresista, más preocupado por la infracción de los derechos de autor y de las barreras para filtrar determinados contenidos. Mañana, quizá se lamenten de haber recurrido a la IA, igual que sus competidores, para maximizar la desinformación y la caricatura y, de paso, contribuir a golpear a las democracias. De esto también hablamos, de la degradación de la conversación pública y del debilitamiento de las instituciones, incluidas las organizaciones políticas. Y si la tecnología no se emplea desde la responsabilidad y desde la ética, el futuro que nos aguarda pued

Mar 11, 2025 - 07:13
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Feijóo se suma a las tácticas de Trump

Feijóo se suma a las tácticas de Trump

El PP rompe con la ultraderecha, pero solo un poco, como demuestra que haya hecho de la peor versión de la Inteligencia Artificial su nuevo instrumento de oposición. Hablamos de la degradación de la conversación pública y del debilitamiento de las instituciones, y si la tecnología no se emplea desde la responsabilidad y la ética, el futuro es perturbador

Es muy probable que Alberto Núñez Feijóo no haya puesto un solo tuit en su dilatada trayectoria política. Seguramente, tampoco haya posteado jamás en Instagram o grabado un vídeo para TikTok. Pero se ha subido con gran entusiasmo a la imparable ola de la Inteligencia Artificial en su peor versión y ha hecho suyas las tácticas en comunicación política utilizadas por Donald Trump.

Si el presidente de los EEUU provocó la ira de sus críticos con un macabro vídeo de 30 segundos en el que convertía los escombros y la destrucción de Gaza en un resort de lujo, el líder del PP ha recurrido a la IA para atacar al Gobierno no en una sino en dos ocasiones. La primera, con un carrusel de imágenes fake inspiradas en el reality La isla de las tentaciones con los rostros de Pedro Sánchez, su esposa y varios ministros bajo el título La isla de las corrupciones y junto a la bandera y el mapa de la República Dominicana. Con lo que no contaban los mandatarios de la calle Génova era con que su creación tendría que ser retirada horas después de una protesta formal del gobierno del país iberoamericano por lo que consideró un “avieso e incomprensible ataque”, además de una “inaceptable instrumentalización de la imagen del país, desnaturalizando sus símbolos patrios”.

El tropezón, no obstante, no frenó el ímpetu creativo de los populares, que días más tarde volvían a hacer suyas las tácticas de la ultraderecha global con motivo del día de la mujer. De nuevo varias caras del PSOE, pero también de Sumar o Podemos, eran protagonistas de un vídeo satírico para cargar contra todos ellos por distintos casos judiciales como la investigación a Begoña Gómez y el caso Koldo, el caso Errejón o la reciente denuncia por presunto acoso sexual contra Juan Carlos Monedero.

Hablamos de un partido de Estado y de un líder que dijo llegar a la política nacional no para insultar, sino para ganar a Pedro Sánchez. Superado ya lo del vituperio, al que sucumbió hace tiempo, Feijóo se sube ahora a lomos de lo que su secretaria general, Cuca Gamarra, defiende como una “campaña fácil y eficaz” para llegar a determinados sectores de la sociedad.  ¿De qué sectores habla? ¿De qué eficacia? 

Si lo que pretende el PP con tan abyectas campañas es convencer a alguien de que la corrupción es algo que le es ajeno y solo propio de la izquierda, tendrá que esperar unos años para que del imaginario colectivo desaparezcan los casos Gürtel, Púnica, Lezo, su financiación ilegal o los sobresueldos de sus dirigentes. Y si lo que busca trasladar también es que los comportamientos machistas, el acoso sexual e incluso el uso de la prostitución son prácticas de lo que ellos llaman los “progres”, que se anden con cuidado no vayan a aparecer casos -que haberlos hay- entre sus cofrades. Por desgracia para nuestra democracia y también para las mujeres, ambas cuestiones son transversales y se dan tanto en la izquierda como en la derecha. El que al cielo escupe…

Cuestión distinta es que el PP haya decidido simplemente subcontratar a la Inteligencia Artificial su labor de oposición siguiendo la misma estela que la ultraderecha de Vox o de Trump. En ese caso, sabrá que la apuesta no está exenta de riesgos, que con la IA podrán disfrutar diciendo lo que no se puede decir y publicando lo que no se puede publicar usando el humor como coartada, pero que luego no apoyen, ni aplaudan, ni jaleen a los jueces que abren causas contra humoristas que hacen bromas con el Valle de los Caídos, con la Monarquía o con los símbolos.

La política en España y en el mundo está para pocos chistes y el innegable potencial de la inteligencia artificial no debería estar al servicio de la desinformación ni de la provocación de alto impacto que buscan en este caso los populares. Hoy sus dirigentes se felicitan por emular a una ultraderecha que se nutre sobre todo de una comunidad tecnológica siempre online y compartidora de memes cuyo entusiasmo por la inteligencia artificial es mayor que el del electorado progresista, más preocupado por la infracción de los derechos de autor y de las barreras para filtrar determinados contenidos. Mañana, quizá se lamenten de haber recurrido a la IA, igual que sus competidores, para maximizar la desinformación y la caricatura y, de paso, contribuir a golpear a las democracias.

De esto también hablamos, de la degradación de la conversación pública y del debilitamiento de las instituciones, incluidas las organizaciones políticas. Y si la tecnología no se emplea desde la responsabilidad y desde la ética, el futuro que nos aguarda puede ser muy perturbador.

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