
Para tapar las miserias a las que se está sometiendo al Consejo de Estado, la actual presidenta, Carmen Calvo, esa jurista de reconocida inconsistencia, ha organizado unos fastos conmemorativos de su V centenario: «La conmemoración de los quinientos años de historia del Consejo de Estado en 2026 representa una oportunidad única para reconocer y difundir la importancia histórica y contemporánea de esta institución. Por ello, y en este contexto tan especial, se prevé una celebración a la altura del consejo consultivo más antiguo de Europa, para lo que se considera necesario constituir una Comisión Nacional que se encargue de diseñar, planificar y coordinar el conjunto de eventos y actividades conmemorativas que se desarrollarán a lo largo del año». Mientras tanto, después de que el Tribunal Supremo anulara el nombramiento de Magdalena Valerio como presidenta del Consejo, estimando el recurso de Hay Derecho, el Gobierno, en un alarde de auténtico despecho, la acaba de nombrar miembro permanente del Consejo de Estado, lo que Jesús López-Medel ha calificado como «un desafuero más en la contaminación de las instituciones de nuestro país, tanto las de control como las de asesoramiento». Prueba de la importancia (real) que se da al Consejo de Estado (la […]