Antes del salto inicial, mientras los jugadores de ambos bandos esperaban a ser presentados, Mario Hezonj a estaba sentado en el banquillo, ojos cerrados, pose de misa. Le insistían los miembros del cuerpo técnico del Madrid para que se uniese a sus compañeros, pero este negaba con la cabeza. Encaró el túnel de vestuarios para luego aparecer por la salida opuesta, a paso ligero, justo por delante de Musa . Así es el genio croata en las distancias cortas, supersticioso o antisistema, según se mire. Sin embargo, los blancos hace tiempo que se entregaron a su infinito talento y peculiar carácter. Desde que Llull le entregó el balón de las finales de la ACB conquistadas la campaña pasada y tras...
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