El acero británico fue destruido por la suma de políticas equivocadas

Mientras todo el mundo mira a los EEUU y cuestiona su política de aranceles en mitad de la pausa de 90 días anunciada por el presidente Trump, China mueve ficha e intenta cerrar la última fábrica de acero virgen o primario en suelo inglés por la puerta de atrás. Una fábrica, de la empresa British … Continuar leyendo "El acero británico fue destruido por la suma de políticas equivocadas"

Abr 17, 2025 - 11:38
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El acero británico fue destruido por la suma de políticas equivocadas

Mientras todo el mundo mira a los EEUU y cuestiona su política de aranceles en mitad de la pausa de 90 días anunciada por el presidente Trump, China mueve ficha e intenta cerrar la última fábrica de acero virgen o primario en suelo inglés por la puerta de atrás. Una fábrica, de la empresa British Steel gestionada hasta el sábado pasado por Jingye Group, con una historia de más de 150 años que a principios de abril del año 2025 se encontraba en un estado crítico al no recibir los materiales necesarios, ni el carbón de coque ni los pellets de acero, para mantener los restantes dos altos hornos en funcionamiento de los cuatro que llego a tener en su época de gloria.

El acero se produce mediante la aleación de hierro y carbono en un proceso de fundición a temperaturas de entre 1370 y 1540 grados centígrados. Hay que tener en cuenta que una vez los hornos hubieran dejado de funcionar, sería muy costoso ponerlos en marcha de nuevo dado que el acero se solidifica en ellos y se inutilizan siendo difíciles de reparar.

El gobierno británico, que lidera el laborista Keir Starmer, acaba de tomar una decisión rápida, arriesgada, firme y comprometida con respecto al futuro de la industria de la fabricación estratégica de acero primario, el de mayor calidad y más competitivo, en el Reino Unido. Ha establecido en una suerte de nacionalización, el control público de la fábrica de Scunthorpe, en el norte de Inglaterra (Lincolnshire), que emplea a 3.000 personas nombrando un consejero delegado provisional para evitar su cierre definitivo tal y como había planeado su hasta ahora propietario, la empresa china Jingye.

Jingye group con sede en la china Hebei produce anualmente 15 millones de toneladas de acero y la exporta a más de 80 países. Emplea a 23.500 personas y factura 13.000 millones de dólares. Entre sus proyectos emblemáticos se encuentra el puente transoceánico de Brunei y el metro de Shijiazhuang.

Recientemente se ha configurado como una pieza clave del monumental gaseoducto entre Nigeria y Marruecos con destino final en Europa, como suministrador del acero en base a las grandes capacidades demostradas por British Steel en proyectos clave como el Crossrail. La empresa British Steel había sido vendida por el gobierno británico a través de su unidad de GIS, (Government Insolvency Service) en el año 2020 a la empresa china Jingye.

El pasado 12 de abril, en reunión de urgencia, la primera vez desde la guerra de las Malvinas de 1982, y durante un sábado, las dos cámaras del parlamento británico, Comunes y Lores, aprobaron una legislación de emergencia que le ha permitido en 24 horas tomar el control del consejo de administración de una empresa privada, cuyo valor económico es casi cero, en manos de un gobierno extranjero, salvaguardar la plantilla de la empresa y sus salarios, así como encargar las materias primas para mantener los altos hornos en servicio.

En ese sentido, el gobierno británico acaba de anunciar a través de su Ministerio de Industria y Comercio que ya se está reanudando el suministro procedente de los EEUU y Australia, utilizando un fondo de 2.500 millones de libras costeadas por los contribuyentes, de las materias primas necesarias para mantener los dos altos hornos en funcionamiento, durante las próximas semanas.

Sus propietarios chinos habían decidido apagar los hornos sin previo aviso al Gobierno, afirmando que se estaban produciendo unas pérdidas diarias de aproximadamente 840.000 euros, una cantidad que se vería incrementada de acuerdo con los mismos propietarios chinos por los nuevos aranceles del 25% anunciados por Trump para el acero de importación, terminando con la poca competitividad que le restaba, en parte según algunos analistas económicos por la política de cero emisiones netas que ha disparado el coste de la energía en el Reino Unido tanto para las familias como para las empresas por los elevados costes de transición a una producción más sostenible.

La empresa china había solicitado compensaciones de millones de libras para no cerrar, la última cifra de coinversión ofrecida por el Gobierno británico de 500 millones de libras fue rechazada.

Estamos ante una jugada de libro de la Geo Economía mundial. El gobierno de los EEUU pone aranceles al acero. La empresa china propiedad del Partido Comunista anuncia el cierre de una gran industria en suelo inglés debido a la falta de competitividad del negocio existente, con el desencadenante de los aranceles, pero también ante la dificultad de cumplir con las políticas británicas de emisiones net cero que encarecen la energía al tener que traer las materias primas desde suministradores de otros continentes, Asía, Oceanía y América.

El Gobierno laborista británico ante dicho anuncio y la reacción de los sindicatos y la opinión pública que exige mantener el empleo industrial clave en sectores estratégicos, toma inicialmente el control público de la empresa que había vendido en el año 2020 y emplea grandes sumas del dinero del contribuyente británico para comprar materias primas, el carbón de coque y el mineral de hierro, procedentes de los lejanos EEUU y Australia, teniendo una mina de carbón cerrada por los impuestos al carbono a solo 29 km de distancia de los altos hornos y combustible de coque disponible a 427 km en Gales.

Algo que seguramente hará incumplir la política sostenible de cero emisiones establecida por el gobierno inglés para las empresas que operan en sus islas. La futura nacionalización de la empresa British Steel probablemente hagan ver al gobierno inglés los verdaderos costes de la regulación y del impacto de la agenda verde en la industria siderúrgica nacional y como le afecta a su competitividad real.

Todo ha sido una suma de despropósitos, típica del guion de una película de los hermanos Marx, pero que en este caso es una realidad que supera a la ficción.

Para entender la desconcertante reacción de la opinión pública inglesa, hay que recordar su historia en relación con el desarrollo de la siderurgia. En el año 1690 se incrementaron los aranceles en las importaciones de hierro, lo que hizo a la industria siderúrgica inglesa desarrollarse ante el crecimiento de la demanda interior. Inglaterra lideró la producción de acero mundial en la primera mitad del siglo XIX, siendo esta industria una pieza clave en la revolución industrial.

Y lo fue junto con el liderazgo en el desarrollo de la máquina de vapor inventada por el escoces Watt en 1765 que surgió de la necesidad de extraer la abundante agua que inundaba las minas de carbón en Inglaterra, el desarrollo de la comunicación accesible usando los ferrocarriles y al auge de la industria textil.

El inglés Sir Henry Bessemer nacido en 1813 fue el inventor del convertidor, nuevo sistema innovador para la época que consistía en la des carbonización del hierro insuflando aire en el fondo del horno para que burbujee a través del hierro fundido. Este proceso hace que el carbono del hierro genere más calor refinando el metal, lo que abarata los costes del proceso de fabricación de un acero más resistente y ligero, algo que fue clave y diferencial en la industria del acero inglés durante un siglo.

El caso de los altos hornos de Scunthorpe, además de afectar al orgullo nacional británico, es algo que afecta directamente a la autonomía estratégica del país. Se trata de la última instalación en suelo británico que produce acero primario, un material de gran calidad que es clave no solo en la construcción de viviendas, grandes edificios y rascacielos y en el desarrollo de la movilidad ferroviaria, sino que además es un componente crítico de la industria de la defensa en unos momentos de necesario rearme en los que se quiere desarrollar una industria de Defensa con mayor autonomía de los EEUU.

Reino Unido, sin acero

Como ya han resaltado los medios de comunicación, en el caso de producirse dicho cierre, el Reino Unido se habría convertido en el único país miembro del G7 sin la capacidad de fundir acero virgen, lo que para su gobierno supone un riesgo estratégico adicional en materia de seguridad nacional al depender del suministro exterior del acero para reciclar. Aunque como hemos señalado la dependencia actual del suministro de carbón de coque y otras materias primas es ya altamente preocupante.

Las críticas dentro del Reino Unido ahora se centran en destacar el riesgo real y comprobado de entregar industrias estratégicas, parte del mantenimiento y construcción de las infraestructuras clave británicas, a estados autoritarios como China donde como en el presente caso no hay una diferencia entre el partido comunista único, el Gobierno chino y todas las empresas que son de su propiedad.

Pero la crítica en los medios ingleses va más allá. China no invierte, sino que se limita a extraer riqueza, controlando los procesos industriales de occidente para crear silenciosamente permanentes perturbaciones en los mercados.

Ojalá lo ocurrido en el Reino Unido con el acero británico, nos sirva de guía para saber que no podemos hacer en ningún caso desde Europa y desde España, por mucho que nos indignen los impuestos y aranceles que otros países aliados puedan poner a nuestros productos. Y como, una política obsesionada con las emisiones cero en toda actividad, puede acabar con la existencia de industrias clave para nuestra seguridad y nuestra autonomía energética. Y no olvidar nunca el gran impacto de las políticas fiscales sobre el coste de la energía que afecta a nuestra competitividad.

Sirva como un ejemplo más de despropósito energético en España, lo recogido por una reciente nota de la central nuclear de Almaraz en Extremadura, que anuncia que cierra durante dos días en este mes de abril debido a la inasumible carga impositiva que supone el 75% de sus costes variables, lo que hace económicamente inviable su operación en momentos de borrascas por la alta generación renovable.

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José Luis Moreno, economista, ha sido director de Economía en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento de Madrid. Analista económico y empresarial.