De Chamberlain a Trump: casi un siglo, otra guerra y Munich otra vez
En 1938 una conferencia en la ciudad sirvió para entregar los Sudetes a Hitler; ahora Ucrania espera destino.

En 1938 Europa claudicó ante Adolf Hitler y le entregó los Sudetes, que entonces formaban parte de Checoeslovaquia. Ya dice Timothy Garton Ash que Europa tiene muchos "momentos cero"; tantos reinicios que ya muchos se nos olvidan, y ahora estamos ante otro... otra vez en Munich: todo en manos de unos pocos. En Munich estuvieron el dictador italiano Benito Mussolini y a iniciativa de Hermann Goring, el primer ministro británico, Arthur Neville Chamberlain, y su homólogo francés, Édouard Daladier para darle el primer sí a Hitler y abrir, sin saberlo entonces, lo que fue la Segunda Guerra Mundial.
Ahora en Munich parece iniciarse el proceso de Donald Trump y Vladimir Putin para decidir sobre Ucrania, con una pinza a la UE y con Volodimir Zelenski reclamando su lugar. Misma ciudad, otra guerra... ¿distinto final?Eso solo lo dirá el tiempo, pero ya hay pistas sobre la mesa de que la paz será, más o menos, la que quiera Trump. "Todo depende de él", avisó a navegantes su secretario de Defensa, Pete Hegseth. Y el presidente de Estados Unidos cree que tiene el poder 'total' porque es EEUU el que "ha puesto el dinero para Kiev". Eso, en cambio, no es del todo así: Europa en su conjunto supera el apoyo de Estados Unidos -que sí lidera la parte militar-, según los datos del Kiel Institute.
La realidad es que Trump pretende que la paz en Ucrania se alcance como quiere Estados Unidos, loco por explotar los recursos naturales de Kiev y que además parece inclinar el tablero hacia el Kremlin, aunque Washington diga que eso es "falso". "Para una paz negociada hay que desmarcarse de lo que las partes quieren", resaltó Hegseth, quien añadió que ni Putin ni Zelenski "conseguirán todo lo que quieren", aunque en el menú da la sensación de que quien escogerá lo mejor será Moscú.
Para muchas voces Europa parece estar en medio de una pinza, y hay países como Alemania que lamentan las "concesiones" que a su parecer ya le ha hecho Trump a Rusia incluso "desde antes" de que puedan comenzar las negociaciones. El secretario de Defensa resaltó la receta: Europa tiene que encargarse de su propia seguridad, invertir más en Defensa y entender que Washington tiene otras prioridades. Pero la mosca está detrás de la oreja en los aliados europeos porque el hecho de que Trump diera prioridad a Rusia en las conversaciones se puede entender como que posiciona en ventaja al 'enemigo' del que una Europa todavía no armada se tiene que defender. Es decir, la UE a los pies de los caballos.
Por eso los recelos en Bruselas. Así lo recalcó el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa -que en caso de que la Unión estuviera en la mesa podría ser su representante-. "La paz en Ucrania y la seguridad de Europa son inseparables. La paz no puede ser un simple alto el fuego. Rusia ya no debe ser una amenaza para Ucrania, para Europa, para la seguridad internacional. No habrá negociaciones creíbles y exitosas, ni paz duradera, sin Ucrania y sin la UE", escribió el dirigente portugués en redes sociales. Pocas palabras cambió la Alta Representante de la UE, Kaja Kallas. "No deberíamos retirar nada de la mesa antes de que las negociaciones hayan comenzado. Está claro que cualquier acuerdo a nuestras espaldas no funcionará", avisó.
Europa no es importante para EEUU
Chamberlain puso en bandeja de plata su 'guerra' a Hitler y ahora hay temores de que Trump haga lo mismo con Putin: los países bálticos y nórdicos insisten, como Ucrania, en que si Rusia consigue lo que quiere en una mesa con Kiev nada le impedirá repetir la operación en otros lugares, o en otros momentos. De ahí que Europa recalque el mensaje de que la paz tiene que ser "justa y duradera"; de nada vale un alto el fuego puntual o un acuerdo "de paz dictada", una expresión utilizada por el canciller alemán, Olaf Scholz.
Ni Europa ni Ucrania son una prioridad para Estados Unidos, y así lo ha dejado claro Trump desde su vuelta al poder. En 1938 los líderes no calcularon bien las consecuencias de un acuerdo que consistía, básicamente, en repartirse un trozo del mapa. Eso puede pasar ahora con Ucrania, aunque Washington niegue que ese sea el camino: por lo pronto Europa parece fuera de la mesa y Kiev, además de invadido, se ve desde fuera como un mero espectador. Y ya se sabe cuando unos pocos deciden el futuro del continente.