Con la comida no se juega: el consumidor confía en su 'instinto' para elegir los alimentos que consume
Los ciudadanos, que están cada vez más informados, se fijan en factores como los sellos o certificados de productos, en el origen y la marca para optar por uno u otro producto. El aspecto exterior importa... y mucho.

Los consumidores están cada vez más informados - 8 de cada 10 aseguran que siguen estos temas muy de cerca - y se fían de su propio 'instinto' a la hora de escoger o no un determinado producto considerándolo seguro. Además, hay confianza sobre los procesos de control de la cadena agroalimentaria desarrollados desde los productores hasta la distribución alimentaria. Sin embargo, según el primer 'Barómetro de Seguridad Alimentaria de AECOC' realizado sobre una muestra de 1.000 personas, el 35% los españoles exigen mayor transparencia a la cadena alimentaria en su actividad mientras que, más de la mitad, cree que las empresas actúan de forma responsable en materia de seguridad alimentaria. En el caso de la misión inspectora de las autoridades, solo un 39% se muestran confiados en esta labor.
Pero, ¿qué factores influyen a la hora de que un alimento se considere seguro o no por parte del consumidor y, por lo tanto, entre su cesta de la compra? Hay varios elementos que aportan esa 'seguridad'. El más citado, por los participantes en el citado Barómetro, son los sellos o certificados del producto (57%). Por ejemplo, solo España tiene registradas ante la Unión Europea 212 denominaciones de origen (la que más Castilla - La Mancha con 29) y 145 indicaciones geográficas protegidas (solo Andalucía ya tiene dadas de alta 31) que actúan como figuras de calidad.
Le sigue el envase o recipiente que contiene al producto (53%), a continuación, el origen del mismo (48%), la marca (34%) especialmente si es de confianza para el consumidor; así como el lugar de venta en el que se encuentre (24%) si es un supermercado o una tienda de barrio, por ejemplo. En mucha menor medida, se coloca el precio. Esto último sobre la creencia de que, cuanto más caro sea el alimento, mayores serán los controles que haya afrontado. Un criterio citado solo por el 9% en los encuestados. En lo referente a las marcas, los 'boomers' (entre 60 y 70 años) se están revelando como unos grandes 'marquistas' ya que hasta un 45% confiesa que tiene en cuenta este elemento a la hora de realizar la compra.
Sin diferencias entre marca blanca y de fabricante
En cualquier caso, casi la mitad de los participantes en el estudio, sostienen que en España rigen unos estándares similares a los del resto de Europa. Incluso un 26% habla de una mejor posición respecto de sus vecinos de la UE. De igual modo, tampoco perciben grandes diferencias en cuento a seguridad alimentaria entre las marcas de fabricante y las de distribución (marca blanca). Un 71% de los consumidores así lo perciben. En cambio, si se comparan productos industriales y artesanales, solo un 43% los colocan al mismo nivel y un 32% ven en los primeros una mayor exigencia en este ámbito.
"El consumidor se fía mucho de sus sentidos, de la organoléptica, de lo que detecta de forma subjetiva", asegura Xavier Pera (AECOC)
Confianza en los propios sentidos
En Star Wars, el maestro jedi Qui Gon Jinn le decía a un Anakin niño aquello de «siente, no pienses, usa tu instinto». Como apunta el responsable de Seguridad Alimentaria y Calidad de AECOC, Xavier Pera, a la hora de detectar el mal estado de un alimento y, por lo tanto, desecharlo en su compra "se fía mucho de sus sentidos, de la organoléptica, de lo que detecta de forma subjetiva". En concreto, según los participantes en el Barómetro, el 88% asegura que se fijan en el olor, la textura o el color y aspecto del producto. Le sigue opciones como si hay moho en el alimento (64%), si ha superado o no la fecha de caducidad o consumo preferente (64%) y si el envase que lo contiene está hinchado (64%). Aparte de si hay alguna parte dañada o podrida (58%).
En cualquier caso, si el consumidor detecta que un alimento en mal estado se ha colado en la cesta de la compra, más de la mitad optará por tirarlo todo. Una actitud que alcanza al 64% en el caso de los 'boomers' (a partir de los 60 años). Sin embargo, el 40% se muestra más selectivo y asegura que todo dependerá del producto que sea, así como de la zona afectada. Una minoría, apenas un 9%, optará por aprovechar al máximo y quitarle la zona dañada antes de ingerirlo. Muy concienciados en este punto se encuentran los millennials, según el estudio. En la franja de edad entre 28 y 44 años esta postura, a favor de un mayor aprovechamiento de los alimentos, alcanza casi a 6 de cada 10 personas.