Cambio de tradición: Japón se plantea por primera vez tener una mujer en el trono

Hoy por hoy, el heredero del actual emperador Naruhito es su hermano, Fumihito, no su hija, la princesa Aiko.

Feb 20, 2025 - 15:05
 0
Cambio de tradición: Japón se plantea por primera vez tener una mujer en el trono

De una forma o de otra, con mejores o peores resultados, casi todas las monarquías del mundo han ido adaptándose a los tiempos modernos sin que ello haya tenido que menoscabar el hecho de ser una referencia de las tradiciones de sus territorios y sus formas de estado. Sin embargo, en el caso de Japón, un país que justo ha aunado en los últimos cien años una enorme explosión tecnológica y vanguardista con un extremo mantenimiento de su raigambre y herencia milenarias, la monarquía ha tenido que tomar partido y lo ha hecho siempre por esta última rama clasicista.

Todo ello, dentro de un contexto que incitaba o indicaba que debía producirse un cambio. Uno, además, sustancial: que el trono del Crisantemo lo heredase, por primera vez, una mujer. Un debate que se ha reabierto desde el pasado octubre debido a un informe de la ONU y al lento pero inexorable avance del movimiento feminista nipón, con acciones como el #KuToo, por el que se rebelaron contra la obligación de llevar tacones en el trabajo, o figuras relevantes como Ueno Chizuko.

El machismo estructural de Japón es paradigmático dentro de la Casa Imperial. La igualdad de género, en la monarquía hereditaria continua más antigua del planeta, no existe: no solo las mujeres no tienen permitido ser emperatrices, sino que pierden directamente su posición dentro de la familia real al casarse con un plebeyo y han de marcharse de la casa imperial, aunque sean luego indemnizadas por el Estado —se entiende que se las despoja del derecho con el que nacieron—. Solo hay que pensar en el escarnio público que vivió durante casi tres años la princesa Mako, sobrina del actual emperador Naruhito, al anunciar su compromiso con Kei Komuro, un compañero de clase cuya madre había incurrido en deudas para pagarle la universidad.

Hace seis meses, la ONU ha reabierto su interés por la posición de la mujer en la sociedad del país del Sol Naciente. El Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW, en sus siglas en inglés), un panel de 23 de expertos que revisa el cumplimiento de las políticas de género en los 189 países que lo firmaron, algo que Japón lo hizo en 1985, recomendó, tras reunirse en Ginebra, una revisión tanto del Código Civil del país, por el que se exige que las parejas casadas tengan el mismo apellido —lo que acaba significando que son ellas quienes adoptan el apellido de sus maridos—, como la Ley de la Casa Imperial.

No son nuevas las emperatrices en Japón —ha tenido diez regentes en su historia— ni estas recomendaciones. Ya en 2016 un informe recalcaba la importancia de dicha revisión, propuesta que fue cercenada de raíz desde Tokio, y para cuyo único precedente con una mínima posibilidad de fructificar hay que remontarse casi 18 años. El problema había surgido antes, en 2001, cuando nació la princesa Aiko, primogénita del actual emperador Naruhito y su esposa, Masako. Aunque se esperaba pronto el nacimiento de un hijo varón, este nunca llegó —y las presiones populares hicieron que Masako entrase en depresión, pues la sociedad nipona entendía que era su culpa—.

Por ello, el designado heredero actual es el hermano menor de Naruhito, Fumihito, que, sin embargo, solo había tenido por aquel entonces dos hijas, las princesas Kako y Mako. La ley sálica vigente, creada tras la Segunda Guerra Mundial, únicamente permite que el trono sea "ocupado por un varón de linaje paterno" y en el 2004 se hubo de configurar un consejo de expertos en la Ley de la Casa Imperial para debatir el futuro sucesorio, cuyas deliberaciones dieron varias alternativas, algunas más aperturistas y otras de carácter mucho más conservador.

Una de las opciones, claro, era permitir que las mujeres ocupasen el trono del Crisantemo, pero se oponían los más tradicionalistas, que tampoco aceptaban otra de las soluciones: que las mujeres de la realeza conservaran su estatus imperial a pesar de casarse con plebeyos para que al menos sus hijos varones sí tuvieran derecho ser emperadores. Y aun así la solución que acabó siendo más factible era que los hombres de la casa imperial pudieran adoptar niños varones, los cuales además habían de descender de alguna rama, aunque lejana, de la Familia Imperial.

Sin embargo, Fumihito tuvo entonces a su tan deseado bebé varón, Hisahito, que en septiembre cumplió 18 años, y el debate se cerró sin ningún avance. Ahora, además, hay un enfrentamiento público entre los poderes japoneses y la ONU. El gobierno, a través del portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Toshihiro Kitamura, anunciaba a finales de enero que iba a congelar la financiación voluntaria del CEDAW en respuesta a su informe, así como ha suspendido una visita de miembros del comité prevista para marzo.

Todo ello, en repuesta al informe "lamentable" e "inapropiado", según las palabras del secretario jefe del gabinete japonés, Yoshimasa Hayashi. Asimismo, el presidente de la Cámara Baja del Parlamento, Fukushiro Nukaga, ha explicado que "el asunto se va a cerrar muy pronto" puesto que su ley sálica tiene que ver con la "fundación" de Japón y que, por tanto, no debería considerarse discriminatoria con la mujer ni en contra de los derechos humanos fundamentales, sino un mantenimiento de las tradiciones.

Eso sí, aunque esta reforma falle, presumiblemente en junio, a favor de mantener las costumbres, puntualizan desde Vanity Fair, varios comités de igualdad de género e incluso un ya amplio sector de la población se ha manifestado a favor de reformar tanto el Código Civil como la Ley de la Casa Imperial. Es decir, un estrato para futuras generaciones que, presumiblemente, en algún momento tendrán que volver a lidiar con este posible cambio.