«Habrá que ver qué hace el Supremo». Así acaban muchas de las tertulias políticas, charlas entre amigos o discusiones de café en EE.UU. ante la agenda frenética y rupturista -y, para muchos, inconstitucional- que está ejecutando Donald Trump . El Tribunal Supremo tendrá que delimitar hasta dónde puede llegar el poder del presidente de EE.UU. -en un momento en el que Trump busca sobrepasar todos los límites conocidos- y cómo se articula la separación de poderes ante un líder del poder ejecutivo que da muestras de desoír al judicial y de invadir competencias del legislativo. En esa labor del Alto Tribunal, a Trump podría habérsele metido una china inesperada en el zapato: la juez conservadora Amy Coney Barrett . Para...
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