Alma negra, de Ibon Martín #NovelaNegra 121
La cuarta entrega de la serie de la ertzaina Ana Cestero sitúa la trama en los Montes de Triano, redenominados Montes de Hierro" en la obra. Mi lugar habitual de pedaleo convertido en escenario de crímenes.

En su momento reseñamos aquí la primera entrega de la serie que Ibon Martín está dedicando a Ana Cestero, una suboficial de la Ertzaina a la que habían asignado la dirección de Unidad Especial de Homicidios de Impacto. La danza de los tulipanes situaba los hechos en la comarca de Urdaibai. Eso le servía al autor para ir repasando lugares emblemáticos de la zona. Pues bien, recientemente se ha publicado, en Plaza y Janés, como las anteriores, la cuarta novela de la serie, Alma negra. Esta vez la localización de los hechos criminales nos conduce a los Montes de Triano, convertidos en «Montes de Hierro» por el autor, en la zona minera de Bizkaia.
En una nota final explica que «no todo ha sido fruto de mi imaginación». Cuenta que Alma Negra era una leyenda que «ha sobrevolado los Montes de Hierro desde hace siglos».
La tradición oral se encargó de que pasara de generación en generación hasta que Antonio de Trueba, en su libro De flor en flor, publicado en 1882, la llevó al papel y la hizo eterna. Tampoco la joven danzante y sus cascabeles son cosa mía. Están ahí, en el imaginario popular y en los miedos que rigen el latido de la zona.
Los Montes de Triano son mi lugar natural en cuanto a salidas en bici de monte desde que tengo uso de razón. Conozco la zona con cierto detalle. La Cueva de la Magdalena, el barrio de Saúco o La Arboleda han formado parte de la persona que soy. Quizá por eso se me haga tan cuesta arriba adoptar el rol telúrico con que el autor impregna su obra. Eso sí, al final, las cosas son más terrenales, como era lógico pensar desde el principio. Y entiendo que quien escribe ficción dispone de licencia para retorcer la realidad. Faltaría más.
Las dos tramas que plantea la novela se van reuniendo en un cauce común. Ana Cestero ha sido expulsada de la Unidad Especial de Homicidios de Impacto y debe ayudar a su compañera Julia en una investigación extraoficial que nos sigue conectando con la comarca de Busturialdea, de la que Urdaibai forma parte. Los bebés robados terminan por conectar con las ambiciones de nuevas explotaciones mineras en unos montes que fueron germen del crecimiento industrial de Bizkaia desde el siglo XIX. Porque el asesinato en la Cueva de la Magdalena va de eso, de traer de nuevo al presente una mina en activo.
Como tantas otras veces, me he leído la novela en un par de días. Recorrer este territorio de los Montes de Triano de la mano de la ficción del género negro, pero sin renunciar a seguir empleando la toponimia real, digamos que, como mínimo, me ha entretenido. En las solapas del libro se lee:
El rey del thriller atmosférico nos traslada a su escenario más extremo: la zona minera de Bizkaia. Un territorio donde las ruinas del pasado industrial han sido reconquistadas por la naturaleza dando lugar a un paisaje de belleza inquietante y sobrecogedora.
Diría que no es para tanto. El «escenario más extremo», qué cosas nos inventamos. Pero, insisto, quien crea ficción dispone de licencia para inventar.