A qué edad llegan las oportunidades
Hola, ¿cómo estás? Empiezo este correo con una pregunta: ¿creés en las segundas oportunidades?De alguna manera, la historia que te voy a contar hoy ayuda a reflexionar sobre ese interrogante. Empecemos:La vida de Caty se resume en una cadena de hechos de abandono y falta de amor. Ella tiene actualmente 24 años y hace unos días habló con la periodista Teresa Buscaglia.Caty recuerda su infancia como un tiempo en el que “iba a la escuela si quería”: sus papás estaban presos y ella quedó sola a los 13 años. Dejó la escuela y ni siquiera llegó a aprender a leer y escribir. Tuvo dos hijos de adolescente, entre los 15 y los 17 años. Y rápidamente entró en un contexto que la llevó a la prisión con apenas 18 años. En 2023, Caty recuperó la libertad y siente que es otra persona. La experiencia vivida en el Complejo Penitenciario de San Martín la hizo descubrir otra forma de existencia. Transformó sus valores, sus prioridades.Cuando la trasladaron al pabellón 3 de esa unidad penitenciaria, desde la ventana veía jugar a las Espartanas, un equipo femenino de rugby en el que mujeres, casi todas de su edad, se reían, se abrazaban y salían de la cancha todas juntas, haciéndose bromas.“Yo era fría, solitaria, siempre estaba a la defensiva y con miedo a que me hicieran algo porque venía de un ambiente muy violento”, dice y recuerda: “Desde que me sumé al equipo, empecé a reírme de nuevo, no era yo, era otra persona, no me reconocía”, describe.Ella es Caty, junto a sus hijos: Las Espartanas es uno de los programas de deportes creado por la Fundación Espartanos, una organización que desde 2009 busca transformar las vidas de las personas privadas de su libertad a través del rugby, la educación, la espiritualidad y la inclusión social.“Creo que tendrían que estar en muchas otras unidades porque salvarían muchas vidas como la mía. Me dieron herramientas que me ayudaron a tener un trabajo, educarme y vivir de otra manera. Me hubiera gustado aprenderlas mucho antes”, dice Caty con emoción y agradecimiento hacia la fundación que reúne cientos de historias como la de ella y que, en estos días, pueden conocerse en la serie “Espartanos, una historia real”, que acaba de estrenar Disney+.“Necesitaba trabajar. Salí con el pensamiento de no seguir en lo mismo. Tenía miedo de volver al barrio, quería hacer otras cosas para no volver a lo mismo”, resalta con mucha convicción. Se mudó de barrio y logró encontrar un trabajo como personal de limpieza en una escuela privada, gracias al programa de inclusión sociolaboral de la fundación que también los acompaña al salir de la situación de encierro hasta lograr una estabilidad.“Yo tenía miedo, pensaba en que no iba a conseguir trabajo porque había estado detenida, pero por suerte no fue así”, dice Caty y agrega con una alegría juvenil en su voz: “En el trabajo no hay ningún prejuicio hacia mí, me tratan normal, como una más. Es un ambiente hermoso y ya tengo muchas amigas”.Los datos oficiales exponen que de las 20.000 personas presas que recuperan la libertad cada año en la Argentina, cerca de la mitad, entre 7000 y 9000, vuelven a delinquir, de acuerdo al Informe Reincidencia que publicó el Centro de Estudios Latinoamericanos sobre Inseguridad y Violencia, de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Los resultados obtenidos por la Fundación Espartanos, en cambio, sorprenden: solo el 5% de la población carcelaria alcanzada por sus programas es reincidente y eso explica el entusiasmo y agradecimiento de sus beneficiarios que, en su mayoría, se convierten en voluntarios de la organización al recuperar su libertad.“A mí me ayudó un montón que me apoyen, que confíen en mí, que me escuchen, me enseñaron a proyectar el día a día, a tener una rutina y eso te hace creer en vos misma y a mirar el futuro con más esperanza”, dice hoy Caty. Ahora pienso en la pregunta con la que abrí este mail: ¿creés en las segundas oportunidades? Pensándolo bien, creo que Caty encontró en las Espartanas la primera oportunidad real en toda su vida. Y la aprovechó.Saludos y que tengas un buen fin de semana.Javier

Hola, ¿cómo estás? Empiezo este correo con una pregunta: ¿creés en las segundas oportunidades?
De alguna manera, la historia que te voy a contar hoy ayuda a reflexionar sobre ese interrogante.
Empecemos:
La vida de Caty se resume en una cadena de hechos de abandono y falta de amor. Ella tiene actualmente 24 años y hace unos días habló con la periodista Teresa Buscaglia.
Caty recuerda su infancia como un tiempo en el que “iba a la escuela si quería”: sus papás estaban presos y ella quedó sola a los 13 años.
Dejó la escuela y ni siquiera llegó a aprender a leer y escribir. Tuvo dos hijos de adolescente, entre los 15 y los 17 años. Y rápidamente entró en un contexto que la llevó a la prisión con apenas 18 años.
En 2023, Caty recuperó la libertad y siente que es otra persona. La experiencia vivida en el Complejo Penitenciario de San Martín la hizo descubrir otra forma de existencia. Transformó sus valores, sus prioridades.
Cuando la trasladaron al pabellón 3 de esa unidad penitenciaria, desde la ventana veía jugar a las Espartanas, un equipo femenino de rugby en el que mujeres, casi todas de su edad, se reían, se abrazaban y salían de la cancha todas juntas, haciéndose bromas.
“Yo era fría, solitaria, siempre estaba a la defensiva y con miedo a que me hicieran algo porque venía de un ambiente muy violento”, dice y recuerda: “Desde que me sumé al equipo, empecé a reírme de nuevo, no era yo, era otra persona, no me reconocía”, describe.
Ella es Caty, junto a sus hijos:
Las Espartanas es uno de los programas de deportes creado por la Fundación Espartanos, una organización que desde 2009 busca transformar las vidas de las personas privadas de su libertad a través del rugby, la educación, la espiritualidad y la inclusión social.
“Creo que tendrían que estar en muchas otras unidades porque salvarían muchas vidas como la mía. Me dieron herramientas que me ayudaron a tener un trabajo, educarme y vivir de otra manera. Me hubiera gustado aprenderlas mucho antes”, dice Caty con emoción y agradecimiento hacia la fundación que reúne cientos de historias como la de ella y que, en estos días, pueden conocerse en la serie “Espartanos, una historia real”, que acaba de estrenar Disney+.
“Necesitaba trabajar. Salí con el pensamiento de no seguir en lo mismo. Tenía miedo de volver al barrio, quería hacer otras cosas para no volver a lo mismo”, resalta con mucha convicción. Se mudó de barrio y logró encontrar un trabajo como personal de limpieza en una escuela privada, gracias al programa de inclusión sociolaboral de la fundación que también los acompaña al salir de la situación de encierro hasta lograr una estabilidad.
“Yo tenía miedo, pensaba en que no iba a conseguir trabajo porque había estado detenida, pero por suerte no fue así”, dice Caty y agrega con una alegría juvenil en su voz: “En el trabajo no hay ningún prejuicio hacia mí, me tratan normal, como una más. Es un ambiente hermoso y ya tengo muchas amigas”.
Los datos oficiales exponen que de las 20.000 personas presas que recuperan la libertad cada año en la Argentina, cerca de la mitad, entre 7000 y 9000, vuelven a delinquir, de acuerdo al Informe Reincidencia que publicó el Centro de Estudios Latinoamericanos sobre Inseguridad y Violencia, de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Los resultados obtenidos por la Fundación Espartanos, en cambio, sorprenden: solo el 5% de la población carcelaria alcanzada por sus programas es reincidente y eso explica el entusiasmo y agradecimiento de sus beneficiarios que, en su mayoría, se convierten en voluntarios de la organización al recuperar su libertad.
“A mí me ayudó un montón que me apoyen, que confíen en mí, que me escuchen, me enseñaron a proyectar el día a día, a tener una rutina y eso te hace creer en vos misma y a mirar el futuro con más esperanza”, dice hoy Caty.
Ahora pienso en la pregunta con la que abrí este mail: ¿creés en las segundas oportunidades? Pensándolo bien, creo que Caty encontró en las Espartanas la primera oportunidad real en toda su vida. Y la aprovechó.
Saludos y que tengas un buen fin de semana.
Javier