¡A los botes! Lijo amenaza con el verdadero Lijo

Juro que jamás he conocido un insaciable sentimental como Milei. Y no hablo de la señora Yuyo, por favor, que nadie me malinterprete; diría incluso que en ese terreno se sacia rápido. Me refiero al vínculo con los que lo votamos, campo primordial de manifestación de su libido. Ahí, a Javi nada lo conforma, nada lo satisface: nos pide una prueba de amor y después otra y otra y una más… Enseguida de asumir convocó a Dani Scioli, cuya efigie se yergue en la entrada del Salón de la Casta, pegada a la de Massita. Llamé al Presi, puse el grito en el cielo y, muy suelto de cuerpo, dijo: “¿Me querés? Bancátelo”. Dani es mucho pedir, Pelu. “¿Me querés?” Sí, obvio, pero qué trago amargo. “Cero amargo: acaba de confesarme que es un libertario de toda la vida”.Desde que lo hicimos presidente sabemos qué clase de novio es Milei, cuánto exige ser amado y comprendido: lo primero que hizo fue reponer el impuesto a las ganancias, meses después de haber votado su eliminación en Diputados. Había dicho, al justificar el voto, que se trataba de un “impuesto inmundo”. Volví a protestar: cosa facciamo, Javi. Dijiste que era inmundo. “Non ricordo”. Ya se imaginan lo que vino después. Cuando Santi Caputo, Caputín, empezó a revelarse como el más inescrupuloso pillo de la política argentina, o cuando descubrimos que puestos claves de la administración seguían en manos de amigos de Sergio, nuestra indignación mereció igual réplica de Javi: “¿Me quieren? Bánquenme”. Cáspita, recórcholis: el mejor discípulo de Menem transformó el síganme, no los voy a defraudar en los voy a defraudar, pero síganme. Lo mismo con la designación de Prontuario Vázquez al frente de la DGI, o la salida de reservas del Banco Central para ganar los votos de Valija Kueider, o la búsqueda de alianzas estratégicas con Cris: “¿Están conmigo? Bueno, quiero que me lo demuestren haciéndose los idiotas, mirando para otro lado”. Y eso hicimos, porque era el precio de la libertad y de que nos arregle la economía. Ahora, Javi acaba de pedirnos tres sacrificios supremos, las más odiosas pruebas de amor: $LIBRA; we love you, Putin, y Lijo juez de la Corte por decreto. Mi corazón acaba de estallar: corto mano, corto fierro, el Pelu nos está llevando al infierno.Todo lo que se va sabiendo del criptogate frunce el ceño (entre otras regiones del cuerpo humano). Javi había resultado ser un consumado criptooperador, amigo y socio de criptorrufianes, hubo más de 10 criptorreuniones en la Casa Rosada y en Olivos para preparar el lanzamiento, y, aun con el derrumbe inmediato de la moneda, la jodita volvió criptorricos a unos cuantos vivillos que están viendo en qué lavarropas meten los millones que ganaron. Muy en serio lo digo: si Kari, involucradísima en la operación, no se hizo retribuir como corresponde los servicios prestados, hay que echarla. Que vaya a parar al criptoinfierno.Lo del voto a favor de Putin y en contra de Ucrania en la ONU, un mes después de que Javi se abrazara en Davos con Zelensky y lo llamara “héroe”, no es una prueba de amor, sino directamente una amputación a cuchillo. Claro que fue una exigencia del amigo Trump, pero sobre esto quiero decir dos cosas. La primera es que, mientras escribo, Donald está tomándose un american coffee con Zelensky en el Salón Oval; él hizo las paces (después de arrancarle contratos de explotación de minerales en Ucrania) y nosotros quedamos como unos cretinos. La segunda: fuentes de la Casa Blanca están murmurando que eso de que Trump se desvive por Javi está lejos de ser así, y que apenas lo toma como un exótico sudaca que a todo le dice que sí. Ponen un argumento que a mí me sorprendió: “Imposible que considere amigo a un tipo que no habla inglés”. Javi, ¿es cierto eso? No termino de creerlo. El discurso en Davos lo doblaron al inglés con tu voz recreada por inteligencia artificial, pero pensé que era para evitarte repetir las barbaridades que habías dicho. Mirá, si realmente no te da para chamullar fluidamente con Donald en su idioma, quizá podés compensar luciendo tus credenciales de experto internacional. En criptomonedas.Éramos pocos y parió el decreto de Lijo; de Lijo y García-Mansilla, que había dicho en el Senado que se negaría a ser juez de la Corte por decreto. El affaire Lijo promete ser más entretenido que el vestuario de Boca: si la Corte rechazara tomarle juramento por no haber renunciado a su cargo de juez, o el Senado le cortara las piernas, tronará Javi, Caputín hará trabajar horas extras a sus espías, veremos una pueblada libertaria frente al Palacio de Justicia y, Dios no lo quiera, Lijo podría cumplir su amenaza: “Hasta acá fui impecable. Ahora van a conocer al verdadero Lijo”.Entiendo que episodios como el de $LIBRA obligan a tener en la Corte a un tipo como él, sensible a las necesidades del Gobierno, abierto al diálogo, inmune al derecho. Pero la lista se sigue agrandando, y con peces cada vez más gordos. Hoy, Scioli se me hace Alfonsín. ¿Cuánto más vas a pedirnos, Javi? ¿Esta deriva incluye a Máximo, a P

Feb 28, 2025 - 22:57
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¡A los botes! Lijo amenaza con el verdadero Lijo

Juro que jamás he conocido un insaciable sentimental como Milei. Y no hablo de la señora Yuyo, por favor, que nadie me malinterprete; diría incluso que en ese terreno se sacia rápido. Me refiero al vínculo con los que lo votamos, campo primordial de manifestación de su libido. Ahí, a Javi nada lo conforma, nada lo satisface: nos pide una prueba de amor y después otra y otra y una más… Enseguida de asumir convocó a Dani Scioli, cuya efigie se yergue en la entrada del Salón de la Casta, pegada a la de Massita. Llamé al Presi, puse el grito en el cielo y, muy suelto de cuerpo, dijo: “¿Me querés? Bancátelo”. Dani es mucho pedir, Pelu. “¿Me querés?” Sí, obvio, pero qué trago amargo. “Cero amargo: acaba de confesarme que es un libertario de toda la vida”.

Desde que lo hicimos presidente sabemos qué clase de novio es Milei, cuánto exige ser amado y comprendido: lo primero que hizo fue reponer el impuesto a las ganancias, meses después de haber votado su eliminación en Diputados. Había dicho, al justificar el voto, que se trataba de un “impuesto inmundo”. Volví a protestar: cosa facciamo, Javi. Dijiste que era inmundo. “Non ricordo”.

Ya se imaginan lo que vino después. Cuando Santi Caputo, Caputín, empezó a revelarse como el más inescrupuloso pillo de la política argentina, o cuando descubrimos que puestos claves de la administración seguían en manos de amigos de Sergio, nuestra indignación mereció igual réplica de Javi: “¿Me quieren? Bánquenme”. Cáspita, recórcholis: el mejor discípulo de Menem transformó el síganme, no los voy a defraudar en los voy a defraudar, pero síganme. Lo mismo con la designación de Prontuario Vázquez al frente de la DGI, o la salida de reservas del Banco Central para ganar los votos de Valija Kueider, o la búsqueda de alianzas estratégicas con Cris: “¿Están conmigo? Bueno, quiero que me lo demuestren haciéndose los idiotas, mirando para otro lado”. Y eso hicimos, porque era el precio de la libertad y de que nos arregle la economía. Ahora, Javi acaba de pedirnos tres sacrificios supremos, las más odiosas pruebas de amor: $LIBRA; we love you, Putin, y Lijo juez de la Corte por decreto. Mi corazón acaba de estallar: corto mano, corto fierro, el Pelu nos está llevando al infierno.

Todo lo que se va sabiendo del criptogate frunce el ceño (entre otras regiones del cuerpo humano). Javi había resultado ser un consumado criptooperador, amigo y socio de criptorrufianes, hubo más de 10 criptorreuniones en la Casa Rosada y en Olivos para preparar el lanzamiento, y, aun con el derrumbe inmediato de la moneda, la jodita volvió criptorricos a unos cuantos vivillos que están viendo en qué lavarropas meten los millones que ganaron. Muy en serio lo digo: si Kari, involucradísima en la operación, no se hizo retribuir como corresponde los servicios prestados, hay que echarla. Que vaya a parar al criptoinfierno.

Lo del voto a favor de Putin y en contra de Ucrania en la ONU, un mes después de que Javi se abrazara en Davos con Zelensky y lo llamara “héroe”, no es una prueba de amor, sino directamente una amputación a cuchillo. Claro que fue una exigencia del amigo Trump, pero sobre esto quiero decir dos cosas. La primera es que, mientras escribo, Donald está tomándose un american coffee con Zelensky en el Salón Oval; él hizo las paces (después de arrancarle contratos de explotación de minerales en Ucrania) y nosotros quedamos como unos cretinos. La segunda: fuentes de la Casa Blanca están murmurando que eso de que Trump se desvive por Javi está lejos de ser así, y que apenas lo toma como un exótico sudaca que a todo le dice que sí. Ponen un argumento que a mí me sorprendió: “Imposible que considere amigo a un tipo que no habla inglés”. Javi, ¿es cierto eso? No termino de creerlo. El discurso en Davos lo doblaron al inglés con tu voz recreada por inteligencia artificial, pero pensé que era para evitarte repetir las barbaridades que habías dicho. Mirá, si realmente no te da para chamullar fluidamente con Donald en su idioma, quizá podés compensar luciendo tus credenciales de experto internacional. En criptomonedas.

Éramos pocos y parió el decreto de Lijo; de Lijo y García-Mansilla, que había dicho en el Senado que se negaría a ser juez de la Corte por decreto. El affaire Lijo promete ser más entretenido que el vestuario de Boca: si la Corte rechazara tomarle juramento por no haber renunciado a su cargo de juez, o el Senado le cortara las piernas, tronará Javi, Caputín hará trabajar horas extras a sus espías, veremos una pueblada libertaria frente al Palacio de Justicia y, Dios no lo quiera, Lijo podría cumplir su amenaza: “Hasta acá fui impecable. Ahora van a conocer al verdadero Lijo”.

Entiendo que episodios como el de $LIBRA obligan a tener en la Corte a un tipo como él, sensible a las necesidades del Gobierno, abierto al diálogo, inmune al derecho. Pero la lista se sigue agrandando, y con peces cada vez más gordos. Hoy, Scioli se me hace Alfonsín. ¿Cuánto más vas a pedirnos, Javi? ¿Esta deriva incluye a Máximo, a Parrilli, a De Vido?

Recién me llegó la respuesta: “¡Jamás! Solo estamos pensando en Boudou”.