8 poemas de Daniel Durand
*** Luz y oscuridad Llego, entro, prendo la luz de la cocina y sorprendo a las hormigas coloradas puliendo los platos y cargando todos los restos de comida. No me molestan, pero mentalmente las advierto sobre la superpoblación: hasta ahora el ecosistema se mantiene. Sin embargo, si consigo trabajo, comeré más, vendrán amigos y mujeres,... Leer más La entrada 8 poemas de Daniel Durand aparece primero en Zenda.

Daniel Durand es un poeta nacido en Concordia, Entre Ríos, Argentina, en 1964. Formó parte de la mítica revista 18 Whiskys y de Ediciones del Diego. En esta editorial publicaron la mayoría de los poetas de los 90, e incluso algunos que recién se iniciaban y después se hicieron muy conocidos. Publicó Vieja del agua, El terrible Krech (Ediciones del Diego), La maleza que le crece, Segovia (Selecciones de Amadeo Mandarino), El cielo de Boedo (Gog y Magog Ediciones), Ruta de la inversión (Gog y Magog), El Estado y él se amaron (Editorial Mansalva, 2006), Ruta de la inversión (Gog & Magog, 2007) o Lupa de la inmersión editorial (Caleta Olivia, 2023). También participó de la edición de las revistas La Mineta y Trompa de Falopo y creó las editoriales Del Diego y Chapita.
***
Luz y oscuridad
Llego, entro, prendo la luz de la cocina
y sorprendo a las hormigas coloradas
puliendo los platos y cargando
todos los restos de comida.
No me molestan, pero mentalmente
las advierto sobre la superpoblación:
hasta ahora el ecosistema se mantiene.
Sin embargo, si consigo trabajo,
comeré más, vendrán amigos y mujeres,
habrá más restos, ustedes crecerán
y tendré que echar insecticida.
Sólo esta pobreza puede mantenernos
delicadamente unidos.
***
Malabarismo
Bajó el sol, salgo a la sombra del patio
para hacer malabares. Tiro
las bolas bien alto y
al levantar la vista veo
el cielo todavía soleado.
Dentro de unos días se morirá mi madre.
Unas cuantas golondrinas
vuelan a media altura
entre la casa y el cielo,
se pelean con chirridos
y se alimentan de insectos invisibles.
***
Hay gotas de leche en la baldosa
No sirve para nada todo esto que tengo
ante mis ojos y digo:
No vale nada toda esta basura
y pienso:
Ya va por la quinta la cerveza y en nada
ayuda la literatura,
está la guasca chorreando por el piso
después de haber estado
adentro de la concha de Susana y en nada
los estantes ayudan con su misterio
con su verdad su tedio.
En nada para nadie es todo esto.
Lo veo en los colores
en el celeste del paraíso
en el naranja del infierno
en ese rojo
La poesía todavía no existe
Nunca va a haber literatura.
***
Mariposas
Ensillamos con Mariana una de alas
naranjas y negras.
Un hilo de coser suavemente le atamos
alrededor del abdomen y en la punta
colgando
un cuadradito de tergopól
para que pueda volar:
ahora no sos la hermosura que pasa por el jardín
y luego lo abandona por el de la vecina.
Así todas las tardes pasaban las mariposas
recorriendo
los jardines de calle Pellegrini
pero al pasar por el de casa
les poníamos nuestra inicial:
no un hierro al rojo pero al menos
un tergopól que cargaban hasta la muerte:
maldecidas por mi y por mi hermana,
arrastren su eterna roca.
En los jardines vecinos morían las mariposas enredadas
en algún tallo.
A la siesta todos duermen y solo en el jardín
Segoviano
hay un castigo liviano
para todo lo que es hermoso.
***
Atardecer de enero
Sentado en el patio
da la última pitada
a un cigarrillo, y apuesta
mentalmente, contra sí mismo:
si la colilla cruza el muro
vivirá cien años, sino nada.
Eyecta la colilla con dos dedos, pasa
diez centímetros por arriba del muro.
Sigue sentado, la manguera
ya debe haber expulsado
toda el agua caliente que contenía
y ya estará saliendo fresca,
lista para regar las plantas.
***
La casa de mami
Una casa blanca
soleada y amplia
con grandes ventanales
en los cuatro costados
que dan a un jardín propio.
A pleno entra el sol
y las brisas la atraviesan.
Ventanales grandes
con cortinas blancas y suaves
que al menor suspiro inflan
las velas y la casa vuela.
Una casa blanca, amplia y soleada
con ventanas en los cuatro costados
que dan a un jardín propio.
A pleno entra el sol
y las brisas la cruzan.
Ventanales grandes
con cortinas blancas y suaves
que al menor suspiro
inflan las velas y la casa vuela.
Una casa blanca.
***
Luz de una nueva estrella
Miro una foto en la que soy muy joven.
Los ojos muy abiertos y claros. Un rostro
sonriente a pesar que trato de ocultarlo.
Sé que en esta época pensaba que era viejo.
Sé que lo mismo pasa ahora.
En diez años más pensaré que hoy era joven
y sin embargo estoy mirando fotos viejas
y recordando el pasado.
Es imposible no caer en este abandono.
El deleite de saberse fuera de todo movimiento,
el placer de sentir el cuerpo hostigado por drogas,
deportes y complejos vitamínicos que lo electrizan
y después lo dejan blandamente
sobre las superficies y moldes que lo contienen.
La alimentación natural nos deja buenos y tontos.
La carne y el alcohol activan el cuerpo y la mente
y matan pronto.
El amor nos enloquece más rápido que el arte.
Los viajes nos dejan transparentes, los amigos pueden
traspasarnos con el dedo.
Vivir siempre en el barrio nos asegura un error duradero.
El trabajo aniquila nuestra voluntad.
La pareja aniquila el deseo y engendra
poderosas frustraciones.
Sólo podemos desplazarnos libremente
de derrota en derrota, real movimiento:
luz de una antigua estrella.
***
Caminando en el viento de Boedo
Todos los días al volver a casa
desde el trabajo gasto el dinero
que no tengo comprando libros inútiles.
Todos los días vuelvo borracho
desde el centro. La historia recuerda
pocos hombres que, así, hayan llegado
a los ochenta. Miro las membranas metálicas
de los techos destellar bajo la luna, escucho
los largos maullidos de los gatos reunidos
en terrazas. Grito bajo el viento del barrio,
ante la oscuridad y las horas que pasan,
y me pregunto por qué, los hombres,
sólo pensamos en las cosas que nos atormentan.
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