Una mañana en Les Corts: la dignidad de las víctimas de la DANA frente a la indecencia de Mazón
Desde primera hora de la mañana de este jueves, varias decenas de familiares de las víctimas de la DANA se concentraban a las puertas de Les Corts para pedir la dimisión de Carlos Mazón. Allí estaban Toñi, Ernesto o Dolores, entre otros muchos, mostrando una dignidad que los políticos del PP con el presidente Carlos Mazón no tienen. Esa dignidad que les lleva a dar la cara, y alzar la voz, por aquellos que la perdieron bajo el agua embarrada aquel 29 de octubre. Sí, son la cara, la voz y el corazón de los que ya no están. Son la voz del marido y de la hija de Toñi, o del marido y los dos hijos de Dolores, cuyas lágrimas ruedan por su cara sin descanso mientras está sentada en un escalón sujetando un cartel con tres fotografías y una sola palabra: Justicia. Y mientras tanto, mientras los familiares gritan su indignación y lloran con amargura, Mazón entra por la puerta de detrás porque no se atreve a mirarlos a los ojos. En el escalón, Dolores recuerda cómo vio morir a sus dos hijos y a su marido delante de sus ojos: su hijo pequeño sujetaba a su perrito y se le escapó. Él trató de cogerlo y el agua se lo llevó. Su hermano intentó ayudarle, al igual que su padre. Los tres están ahora enterrados porque nadie les avisó de que venía el agua. Dolores no solo vio como desaparecía toda su familia, sino que tuvo que pasar toda la noche enganchada a una ventada de su casa sola, sin poder pedir ayuda y temiendo lo que luego fue una realidad, la pérdida de lo que más quería, los suyos. Quien escribe estas lineas no ha podido evitar llorar escuchándola mientras explicaba lo que vivió aquel 29 de octubre. Una narración que hiela la sangre y que ningún miembro del PP de Mazón ha tenido los cojones, sí, lectores, he dicho cojones u ovarios, de sentarse a escuchar. Dolores está muerta en vida, lo ha perdido todo, pero le queda algo que no tienen en el PP: dignidad. La lucha A estas familias ahora solo les queda una cosa, la lucha. Una lucha que se dirime en varios planos: el personal, el político y el judicial. El personal es inaguantable, y destroza el alma de cualquiera que escuche sus historias. Bueno, destroza la de cualquiera menos la de los que deberían haber dimitido aunque solo sea por vergüenza. El judicial está todavía en pañales, pero al menos cuando hablan sobre él los familiares asoma una leve sonrisa al saber que hay una juez que opina como ellos: la alarma llegó tarde y mal. El sonido ensordecedor del Es-Alert a las 20:11 solo es una demostración más de la inutilidad del Gobierno de Mazón, pues sonó cuando los cadáveres ya flotaban en las calles, cuando Dolores ya había perdido a su marido y a sus dos hijos. Sonó cuando la madre de otra víctima ya había perecido ahogada...
Desde primera hora de la mañana de este jueves, varias decenas de familiares de las víctimas de la DANA se concentraban a las puertas de Les Corts para pedir la dimisión de Carlos Mazón. Allí estaban Toñi, Ernesto o Dolores, entre otros muchos, mostrando una dignidad que los políticos del PP con el presidente Carlos Mazón no tienen. Esa dignidad que les lleva a dar la cara, y alzar la voz, por aquellos que la perdieron bajo el agua embarrada aquel 29 de octubre. Sí, son la cara, la voz y el corazón de los que ya no están. Son la voz del marido y de la hija de Toñi, o del marido y los dos hijos de Dolores, cuyas lágrimas ruedan por su cara sin descanso mientras está sentada en un escalón sujetando un cartel con tres fotografías y una sola palabra: Justicia. Y mientras tanto, mientras los familiares gritan su indignación y lloran con amargura, Mazón entra por la puerta de detrás porque no se atreve a mirarlos a los ojos. En el escalón, Dolores recuerda cómo vio morir a sus dos hijos y a su marido delante de sus ojos: su hijo pequeño sujetaba a su perrito y se le escapó. Él trató de cogerlo y el agua se lo llevó. Su hermano intentó ayudarle, al igual que su padre. Los tres están ahora enterrados porque nadie les avisó de que venía el agua. Dolores no solo vio como desaparecía toda su familia, sino que tuvo que pasar toda la noche enganchada a una ventada de su casa sola, sin poder pedir ayuda y temiendo lo que luego fue una realidad, la pérdida de lo que más quería, los suyos. Quien escribe estas lineas no ha podido evitar llorar escuchándola mientras explicaba lo que vivió aquel 29 de octubre. Una narración que hiela la sangre y que ningún miembro del PP de Mazón ha tenido los cojones, sí, lectores, he dicho cojones u ovarios, de sentarse a escuchar. Dolores está muerta en vida, lo ha perdido todo, pero le queda algo que no tienen en el PP: dignidad. La lucha A estas familias ahora solo les queda una cosa, la lucha. Una lucha que se dirime en varios planos: el personal, el político y el judicial. El personal es inaguantable, y destroza el alma de cualquiera que escuche sus historias. Bueno, destroza la de cualquiera menos la de los que deberían haber dimitido aunque solo sea por vergüenza. El judicial está todavía en pañales, pero al menos cuando hablan sobre él los familiares asoma una leve sonrisa al saber que hay una juez que opina como ellos: la alarma llegó tarde y mal. El sonido ensordecedor del Es-Alert a las 20:11 solo es una demostración más de la inutilidad del Gobierno de Mazón, pues sonó cuando los cadáveres ya flotaban en las calles, cuando Dolores ya había perdido a su marido y a sus dos hijos. Sonó cuando la madre de otra víctima ya había perecido ahogada...
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