Trump ha dejado su pistola sobre la mesa de negociación

El libre comercio ha provocado una disminución de la pobreza a nivel mundial jamás vista antes. Todos los análisis empíricos demuestran que la liberalización comercial ha aumentado la riqueza, generando empleo, aumentando salarios y mejorando la calidad de vida de todos los países que la han llevado a cabo siendo, además, los más pobres quienes … Continuar leyendo "Trump ha dejado su pistola sobre la mesa de negociación"

Abr 3, 2025 - 19:02
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Trump ha dejado su pistola sobre la mesa de negociación

El libre comercio ha provocado una disminución de la pobreza a nivel mundial jamás vista antes. Todos los análisis empíricos demuestran que la liberalización comercial ha aumentado la riqueza, generando empleo, aumentando salarios y mejorando la calidad de vida de todos los países que la han llevado a cabo siendo, además, los más pobres quienes más se benefician de este enriquecimiento, porque el libre comercio también disminuye la desigualdad. Por el contrario, en 2017 el FMI demostró con su estudio Making Trade an Engine of Growth for All: The Case for Trade and for Policies to Facilitate Adjustment (Convertir el comercio en un motor de crecimiento para todos: argumentos a favor del comercio y las políticas para facilitar la adaptación), que el 10% más pobre de la población se ve mucho más perjudicado que el 10% más rico por la ausencia de libre comercio internacional.

Los primeros perjudicados de la batería de aranceles con los que Donald Trump ha comenzado a atacar el libre comercio mundial serán los mismos ciudadanos estadounidenses, que de forma inmediata comenzarán a sufrir las consecuencias de la inflación que irremediablemente va a provocar esta subida de impuestos a las importaciones. Los precios en Estados Unidos van a comenzar a subir hoy mismo, provocando una inmediata pérdida de poder adquisitivo y su consecuente reducción de la capacidad de ahorro que se traducirá en reducción de la inversión y pérdidas de empleo. Es decir, el empobrecimiento que irremediablemente causará el ataque de Donald Trump contra el libre comercio a quienes primero comenzará a afectar será a los estadounidenses, mientras que los supuestos beneficios para la economía de Estados Unidos, que según Trump se traducirían en nuevas empresas que se instalarán en su país, tendrían su efecto a un mucho mayor largo plazo, que probablemente no lleguemos a ver.

Los dos conceptos expuestos, es decir, que todo lo que perjudica el libre comercio provoca pobreza y desigualdad, y que el primer país donde ocurrirá esto es Estados Unidos; son tan conocidos e indiscutibles, que no cabe ninguna duda de que el presidente Trump es consciente de ello y no son el objetivo que pretende alcanzar. En las escuelas de negocio estadounidenses se enseñan técnicas de negociación que encajan perfectamente con lo que está haciendo Trump. Esos ejecutivos que parecen recién salidos de West Point lo primero que les han enseñado a hacer al sentarse en una mesa de negociación es sacar sus pistolas y ponerlas encima de la mesa para tratar de intimidar a la otra parte. Y si quien se sienta enfrente no conoce este truco o no tiene lo suficientemente templados sus nervios como para ser capaz de razonar, buscando que el resultado de la negociación les lleve a alcanzar el bien común para ambos; el West Point se saldrá con la suya que, por supuesto, nunca es disparar al contrario, sino avasallarle.

Donald Trump no quiere empezar una guerra comercial que se traduzca de inmediato en una recesión económica mundial que a quienes primero se lleve por delante sea a sus votantes. No se ha convertido en uno de los hombres más ricos del mundo haciendo estupideces tan evidentes. Por el contrario, Trump quiere forzar que el resto de economías del mundo reduzcan sus propios aranceles y eliminen sus propias medidas proteccionistas contra los productos estadounidenses, para así equilibrar una balanza comercial que ahora mismo les resulta muy deficitaria.

La Unión Europea ha blindado nuestras fronteras con barreras burocráticas que sobrepasan en mucho los ya altos aranceles que aplicamos al comercio internacional. Políticas medioambientales, restricciones fitosanitarias, regulación sobre etiquetado, normas de calidad y estándares técnicos de producción, derechos compensatorios, cuotas, licencias, permisos… Trabas al libre comercio que han provocado que el superávit comercial de la UE con EEUU rondase los 160.000 millones de euros en 2023. Trump ha puesto su pistola encima de la mesa porque quiere negociar. Esperemos que los burócratas europeos entiendan que está en su mano favorecer un libre comercio que disminuye la pobreza y la desigualdad.