Siempre quise ser viejo

La primera novela de Dioni Porta cuenta la historia de un septuagenario que vive con su mujer y su cuñada, ambas con problemas de salud. Una novela, pues, en la que los personajes afrontan —y asumen a veces con dignidad, a veces con rebeldía— su proceso de envejecimiento. En este making of Dioni Porta cuenta... Leer más La entrada Siempre quise ser viejo aparece primero en Zenda.

Mar 16, 2025 - 06:21
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Siempre quise ser viejo

La primera novela de Dioni Porta cuenta la historia de un septuagenario que vive con su mujer y su cuñada, ambas con problemas de salud. Una novela, pues, en la que los personajes afrontan —y asumen a veces con dignidad, a veces con rebeldía— su proceso de envejecimiento.

En este making of Dioni Porta cuenta los motivos que le llevaron a escribir Empujar el sol (Pepitas).

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Siempre quise ser viejo. Desde que era un niño. En la adolescencia se me ocurrió precipitar los acontecimientos vistiéndome como uno de ellos. Tanto fue así que el simpático de David Villacampa, uno de los gamberretes del instituto, me preguntó si la chaqueta que llevaba se la había quitado a mi abuelo.

Afortunadamente, supe moderar a tiempo tanta radicalidad y me fui haciendo a los hábitos de la juventud, prueba de ello es que llegué a comprarme algunos pantalones tejanos e incluso unas bambas. Una piel en la que me acabé sintiendo cómodo. Entregándome con gusto a las gracias y las posibilidades de esa etapa de marcado carácter experimental, creo que supe convertirme en un buen joven. Salí más que entré. Me descontextualicé. Me solivianté. Dije sí a las grietas y a los márgenes. Me dejé atravesar por la luz y por la oscuridad. Aunque lo mejor de todo fue que la vejez seguía ahí. Me sentaba a leer en los bancos del parque, aprendí a pasear con lentitud, hice la objeción de conciencia acompañando a personas mayores.

"Mientras mi casa y mi cotidianidad celebraban la llegada de nuevas vidas, un trocito de mí se quedó atrapado en la imagen del vecino septuagenario que convivía con su mujer y su cuñada que iban en silla de ruedas"

Por aquel entonces también empecé a soñarme escritor. De forma que ambas vocaciones se han retroalimentado hasta el punto de hacerme plantear si acaso la pulsión literaria y las ganas de ser un viejo no beben de una misma fuente. La escritura se precipita cuando sientes que antes de alejarte definitivamente de algo solo falta una cosa: contarlo. Lugar donde también se sitúa aquel que desea contemplar la realidad desde el mirador de la experiencia.

Narrar es una forma de despedida. Tanto que a veces uno gira el mecanismo: se despide con la esperanza de que el gesto conseguirá que la narración emerja por sí sola.

Después me convertí en un adulto al uso. Mientras mi casa y mi cotidianidad celebraban la llegada de nuevas vidas, un trocito de mí se quedó atrapado en la imagen del vecino septuagenario que convivía con su mujer y su cuñada que iban en silla de ruedas. Sobre ellos empecé un borrador que gafé con el desafortunado título de “Decadencia estilizada”.

"Siempre quise ser viejo, supongo que más atraído por el lugar del que ya sabe, del que ya ha hecho, que por la perspectiva del que descubre"

Durante estos más de veinte años de escritura compulsiva y silenciosa, he ido alumbrando varias novelas que se han ido discutiendo entre ellas por ver cuál sería la primera en abandonar el siniestro cajón del escritor oculto. A tiempo supe ver que ninguna de esas historias me representaba mejor que la de unos septuagenarios que se debaten entre la quietud y el movimiento, entre la responsabilidad y el deseo, entre ser y estar.

Si para escribir hay que vivir, las claves que encontré para resituarme vitalmente me sirvieron para convertir el borrador en una novela. Si nada tiene por qué ser eterno, entonces está bien cambiar, certeza que invita a la corrección. Así que corregí con entusiasmo, adoptando con fervor la rutina como instrumento de elevación: ¿qué puede haber más fértil que recorrer de nuevo el párrafo que ya conoces casi de memoria? Con la delicadeza de un anciano que limpia a conciencia su ropa interior, por si acaso. Hasta sentir que había convertido la “Decadencia estilizada” en una historia breve, directa y concreta: Empujar el sol.

"En tiempos oscuros necesitamos referentes y la esperanza febril y vehemente de nuestros mayores es una buena guía. Saben que lo extraño es inevitable"

Siempre quise ser viejo, supongo que más atraído por el lugar del que ya sabe, del que ya ha hecho, que por la perspectiva del que descubre. Una idealización a la que con los años he ido sumando un respeto cada vez más fundamentado, ya que en las personas mayores he encontrado una vibración, unas ansias de vida y un disfrute del presente que me han convencido de que los viejos son los nuevos beatniks.

En tiempos oscuros necesitamos referentes y la esperanza febril y vehemente de nuestros mayores es una buena guía. Saben que lo extraño es inevitable. Lo ven, lo sienten, lo abrazan.

Estanis, Cloti, Elvira, Lambert y el resto de protagonistas de Empujar el sol se han convertido en un recipiente tan grande que me han permitido meter en él todo lo que tenía por insinuar. También el juego, la liviandad, el canto, sin los cuales la vida se vuelve tan rasa que deja de tener sentido.

Siempre quise ser niño. Desde que era viejo.

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Autor: Dioni Porta. Título: Empujar el sol. Editorial: Pepitas. Venta: Todos tus libros.

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