Sean Scully, el hijo pródigo del arte abstracto, regresa a Barcelona: "Mi trabajo desfila entre Miguel Ángel y Leonardo"
El centro La Pedrera de Barcelona acoge cerca de 60 obras de este pintor y escultor abstracto, uno de los principales representantes del movimiento, que en 2019 abandonó la ciudad en la que llevaba 24 años residiendo con quejas sobre el nacionalismo y la imposición del catalánLa actriz de 'The Bear' Ayo Edebiri carga contra Elon Musk por mentir sobre su participación en 'Piratas del Caribe': “Es un idiota” Parece que con la política de desinflamación y normalidad institucional que predica el govern de Salvador Illa, la Fundació La Caixa no ha sido el único activo en regresar a Catalunya; aunque sea solo temporalmente y para presentar una exposición, el pintor y escultor abstracto Sean Scully (Dublin, 1946) también lo ha hecho tras una polémica salida en 2019, en la aseguró que se marchaba por el auge del nacionalismo y la imposición del catalán. El motivo de su puntual regreso es que la Fundació Catalunya La Pedrera ha querido reunir una muestra significativa de su obra que explique su evolución a través de 60 piezas, tanto pintura como escultura y algunas fotografías. La retrospectiva, que lleva por nombre Sean Scully, ha sido comisariada por Javier Molins y podrá contemplarse hasta el próximo 6 de julio en la sala de exposiciones del edificio La Pedrera de Passeig de Gràcia de la capital catalana. La exposición se presenta como el núcleo duro de todo un ecosistema de actividades dedicado a Scully y que incluye conciertos, la emisión de un documental sobre el trabajo del artista grabado en Londres por el director David Trueba o una visita en autocar al monasterio de Montserrat, donde Scully decoró el monasterio de Santa Celília con una instalación permanente denominada Espai d'Art Sean Scully. La mayor parte de las obras expuestas proceden tanto de la colección particular del artista como del Museo Reina Sofía, del Institut Valencià d'Art Modern y otras instituciones y colecciones. Un gran representante de la abstracción Probablemente el pintor y escultor abstracto Sean Scully (Dublin, 1946) sea conocido para el gran público por las polémicas declaraciones que realizó a The Financial Times en 2019, en las que criticaba al nacionalismo catalán y lo que a su juicio era un intento de imposición de la lengua catalana, y que se produjeron dos años después de que el artista abandonaba Barcelona tras casi 25 años de residencia. No obstante, estamos hablando de uno de los grandes pintores abstractos de la actualidad; el “más grande representante en activo del movimiento artístico abstracto”, según Javier Molins. Se trata de un artista con una dilatada carrera que se inicia en los años 60 y sigue hoy, sesenta años después, mostrando una interesante evolución que se podría tildar de elíptica, ya que viaja desde la pintura figurativa inicial, muy influenciada por el expresionismo alemán, pero también por los colores vivos de artistas pop o de otros pintores abstractos como Howard Hodgkin, hasta la nueva figuración actual, más concreta en el trazo pero también dotada de minimalismo en el perfilado. Plano de la exposición 'Sean Scully' en La Pedrera de Barcelona Entre medio, quedan numerosas etapas que definen a un tiempo las ciudades donde Scully ha residido a lo largo de su vida: Londres, Boston, los viajes por Marruecos, Nueva York, Múnich o Barcelona. En ellas ha desarrollado su obra más minimalista y geométrica al principio para evolucionar después hasta encontrar finalmente su camino en la abstracción compleja, volumétrica y llena de color que le ha caracterizado, combinando materiales como el lienzo con la chapa metálica en la pintura, y la piedra o el vidrio templado y colorido en la escultura. Explica Scully –con un castellano más que aceptable aunque algo oxidado tras seis años alejado de España– al presentar a los medios la retrospectiva sobre su obra, que siempre se ha fijado en un pintor como el renacentista Rafael: “Está

El centro La Pedrera de Barcelona acoge cerca de 60 obras de este pintor y escultor abstracto, uno de los principales representantes del movimiento, que en 2019 abandonó la ciudad en la que llevaba 24 años residiendo con quejas sobre el nacionalismo y la imposición del catalán
La actriz de 'The Bear' Ayo Edebiri carga contra Elon Musk por mentir sobre su participación en 'Piratas del Caribe': “Es un idiota”
Parece que con la política de desinflamación y normalidad institucional que predica el govern de Salvador Illa, la Fundació La Caixa no ha sido el único activo en regresar a Catalunya; aunque sea solo temporalmente y para presentar una exposición, el pintor y escultor abstracto Sean Scully (Dublin, 1946) también lo ha hecho tras una polémica salida en 2019, en la aseguró que se marchaba por el auge del nacionalismo y la imposición del catalán.
El motivo de su puntual regreso es que la Fundació Catalunya La Pedrera ha querido reunir una muestra significativa de su obra que explique su evolución a través de 60 piezas, tanto pintura como escultura y algunas fotografías. La retrospectiva, que lleva por nombre Sean Scully, ha sido comisariada por Javier Molins y podrá contemplarse hasta el próximo 6 de julio en la sala de exposiciones del edificio La Pedrera de Passeig de Gràcia de la capital catalana.
La exposición se presenta como el núcleo duro de todo un ecosistema de actividades dedicado a Scully y que incluye conciertos, la emisión de un documental sobre el trabajo del artista grabado en Londres por el director David Trueba o una visita en autocar al monasterio de Montserrat, donde Scully decoró el monasterio de Santa Celília con una instalación permanente denominada Espai d'Art Sean Scully. La mayor parte de las obras expuestas proceden tanto de la colección particular del artista como del Museo Reina Sofía, del Institut Valencià d'Art Modern y otras instituciones y colecciones.
Un gran representante de la abstracción
Probablemente el pintor y escultor abstracto Sean Scully (Dublin, 1946) sea conocido para el gran público por las polémicas declaraciones que realizó a The Financial Times en 2019, en las que criticaba al nacionalismo catalán y lo que a su juicio era un intento de imposición de la lengua catalana, y que se produjeron dos años después de que el artista abandonaba Barcelona tras casi 25 años de residencia.
No obstante, estamos hablando de uno de los grandes pintores abstractos de la actualidad; el “más grande representante en activo del movimiento artístico abstracto”, según Javier Molins. Se trata de un artista con una dilatada carrera que se inicia en los años 60 y sigue hoy, sesenta años después, mostrando una interesante evolución que se podría tildar de elíptica, ya que viaja desde la pintura figurativa inicial, muy influenciada por el expresionismo alemán, pero también por los colores vivos de artistas pop o de otros pintores abstractos como Howard Hodgkin, hasta la nueva figuración actual, más concreta en el trazo pero también dotada de minimalismo en el perfilado.
Entre medio, quedan numerosas etapas que definen a un tiempo las ciudades donde Scully ha residido a lo largo de su vida: Londres, Boston, los viajes por Marruecos, Nueva York, Múnich o Barcelona. En ellas ha desarrollado su obra más minimalista y geométrica al principio para evolucionar después hasta encontrar finalmente su camino en la abstracción compleja, volumétrica y llena de color que le ha caracterizado, combinando materiales como el lienzo con la chapa metálica en la pintura, y la piedra o el vidrio templado y colorido en la escultura.
Explica Scully –con un castellano más que aceptable aunque algo oxidado tras seis años alejado de España– al presentar a los medios la retrospectiva sobre su obra, que siempre se ha fijado en un pintor como el renacentista Rafael: “Está entre medio de Miguel Ángel, que es demasiado musculado, y Leonardo, que es demasiado mental, en cambio, Rafael es un camino entre medio de ambos, que es lo que yo he querido hacer con mi obra entre el minimalismo abstracto y la figuración”.
De los inicios figurativos al minimalismo
La exposición comienza con dos cuadros de su primera etapa en los 60 en Londres, en la que Scully estaba influenciando por el expresionismo alemán y las tendencias coloristas del pop art. También muestra una escultura de esa época, realizada con cajas de metal y con un fuerte simbolismo que Scully explica: “Son cajas de las que se encontraban en la postguerra en Londres, donde un 12% de las casas habían sido destruidas; las cajas se usaban para preservar los alimentos y el agua potable”.
Seguidamente,e la muestra pasa a la primera etapa en Boston, ciudad de la que Scully destaca “su hermosa luz”. Se trata de cuadros de abstracción geométrica basada en líneas entrecruzadas. Scully la ejemplifica con East Coast Life 2, una obra con líneas oblicuas rojas, blancas y anaranjadas combinadas en un trenzado que, según el artista, se inspiran en las alfombras de marruecos.
Tras la etapa bostoniana, Scully muestra las obras del primer periodo neoyorkino en los 70. “Para hacerme un sitio en el círculo artístico de los artistas abstractos, tuve que someterme al minimalismo”, comenta con cierta sorna. De esta época destaca Black o black de 1972, un cuadro que asegura que tardó 5 años en terminar y que presenta una serie de trazados rectilíneos horizontales de diferentes intensidades de negro.
La etapa de liberación
La exposición pasa entonces a su siguiente etapa, que ya se corresponde con los 80 y en la que el artista comenta que una vez integrado en el minimalismo, decide “romperlo desde dentro del movimiento”. Es entonces cuando descubrimos las obras del Scully más característico, donde abandona el trazo y la raya por barras difusas en el perfilado, con colores más variados sin llegar a ser ácidos como los de la etapa londinense. Pinturas además en las que se nota la textura del óleo y en las que llama la atención la presencia de unas ventanas: lienzos más pequeños incrustados y con barras en orden y colores diferentes.
Es una época de cuadros de gran formato en la que utiliza de soporte tanto lienzo como madera y superficies metálicas; cuadros a los que da volumen con montajes de varios lienzos a diferente relieve. Al respecto, el pintor comenta que “definen la época de Nueva York, una ciudad muy convulsa, con muchos encontronazos dialécticos que se reflejan en mis trabajos”.
Pero también destaca respecto del minimalismo de los 70 que sus obras de la década siguiente “están llenas de los colores de la naturaleza y de la vida que explican mi visión romántica del mundo”. Adicionalmente Scully, preguntado por sus obras en el monasterio de Santa Cecília y en la catedral de Girona, donde construyó unos vitrales de grandes dimensiones, reconoce su religiosidad. “No soy de misa diaria”, dice, “pero si creo que hay un cierto orden de las cosas con una personalidad perfecta arriba, y pienso que esto se refleja en mis obras”.
La etapa de Barcelona
La exposición tiene algo de reconciliación implícita de Scully con Barcelona, y se encarna especialmente en una sala dedicada a su trabajo en la capital catalana. Se pueden encontrar dibujos de estructuras geométricas, realizados con un palo mojado en pintura, así como óleos y grabados de pequeño formato.
“Frente a Nueva York, que es una ciudad para mí con mucha fuerza conceptual, siento a Barcelona como un espacio mucho más emocional, sensual, más armónico aunque también con una gran carga intelectual”, dice Scully. Preguntado sobre si volvería, ahora que vuelve a residir en Nueva York, reconoce que guarda un gran recuerdo del estudio que tenía a la entrada del barrio del Raval, en la calle Joaquin Costa. También de sus paseos por la zona con su amigo Manuel Borja-Villel, al que llama “el Napoleón de los museos”.
Pero asegura que es imposible “porque tengo un hijo de 15 años que se está educando en inglés, con lo cual sumergirse ahora en el catalán o el castellano le perjudicaría en este momento de su educación”. A pesar de ello, reitera su relación especial “con Barcelona y con España en general”. “Aquí todavía se cuida la cultura”, apostilla y remacha: “es algo que ya no sucede en sitios como Londres”.
La importancia de las ventanas en las obras de Scully
La muestra Sean Scully termina con una muestra de sus esculturas cúbicas realizadas con distintos tipos de roca, desde el granito al mármol, agregadas en un mismo bloque. Normalmente están pulidas, pero el artista señala Small cubed 3, una en la que las lascas de distinto material se superponen en una especie de sandwich del que sobresale su superficie rugosa.
“He querido que esté en la exposición porque La Pedrera es un edificio diseñado por Gaudí, que trabajaba mucho los ensambles de distintas piedras y daba mucha importancia a la textura de las superficies”, comenta Scully, que se declara gran admirador del arquitecto catalán.
También incluye la muestra esculturas de grandes dimensiones, como Venice Stack, de 2020 y realizada con cristal de Murano, o Opulen Ascensión, de 2019 e instalada en la basílica Sant Giorgio Maggiore de Venecia, en consonancia con la línea trabajos de Scully en centros religiosos.
Finalmente, preguntado por el simbolismo de las misteriosas ventanas en sus cuadros, en realidad cuadros incrustados en el principal, el autor los refiere como “la entrada de un elemento del exterior del cuadro, la irrupción de algo diferente que establece un diálogo con la obra”. Y asegura que las ventanas son una técnica usada desde hace muchos siglos en la pintura, por ejemplo “en los cuadros de las vírgenes con el niño del renacimiento, en los que por una ventana entraba el Espíritu Santo”.