Refugios de sombra: ideas de rincones en los que encontrar un resguardo estos días de calor
Con las plantas como grandes aliadas, los dueños de estas casas lograron diseñar espacios a la sombra perfectos para tener un resguardo en los días de verano.

Fundamental para disfrutar del jardín en verano, el espacio a la sombra no puede ser un accidente sino algo planeado y diseñado al detalle. Plantas que se adaptan al clima, equipamiento que nos invite a disfrutar y mucha atención al tránsito del sol son las claves para lograr espacios que respondan bien a esa necesidad de resguardo.
Acá, algunos ejemplos reales para inspirarse y hacer lo propio.
Oasis urbanos
“Es un placer, pensá que yo venía de un sexto piso al frente en Palermo, acá no se escucha nada”, asegura el fotógrafo Ezequiel Rohr respecto a su decisión de mudarse a una planta baja en Recoleta. En el corazón de la elección estuvo el patio con el que se comunican el living y el dormitorio principal.
Auténtico oasis urbano, el patio es un remanso de silencio que se aprecia especialmente en las mañanas, cuando la avenida arde y aquí sólo suena el correr del agua en la fuente.
Diseñado por Peri Lanfranco y Flora Groppo, del estudio PyF Paisajismo, el patio contaba con una fuente que ya le daba un clima mágico que se potencia con buenas elecciones. La decisión de colocar piedras en el suelo ayuda a mantener la frescura con muy bajo mantenimiento.
A tono con las copas
Diorella Fortunati es propietaria de uno de los departamentos de este edificio en Ituzaingó y, además, la arquitecta detrás del proyecto. Durante la obra, los operarios se reunían en sus ratos de descanso en la terraza del primer piso, que ahora es suyo, justo frente a la copa de los jacarandás.
“Presto mucha atención a las dinámicas urbanas, y entendí que esa expansión era muy potente”, cuenta. Esa observación fue la que la hizo ampliar las aberturas y sacar al máximo el provecho de este balconcito armando un jardín en altura.
La decisión de aplicar una terraza verde con césped en vez de pisos de material -e incluso plantar un árbol en una maceta- fue capital para mantener la frescura que ofrecían las copas de los jacarandás. Para no ocupar por demás los metros reducidos se eligió equipar el espacio con macetas y una hamaca paraguaya que se puede poner o sacar.
Techado en verde
Un clásico que nunca pasa de moda por su encanto y por su eficiencia climática son las pérgolas. Sombra fresca en verano, cuando el verde amortigua el calor, y sol perfecto en invierno, una sencilla estructura recubierta de plantas es suficiente para tener un ambiente más al aire libre.
En la casa de la diseñadora Gaby Candioti y su marido, el arquitecto Jorge Kircherer, el espacio junto a la parrilla se aprovechó al máximo con una pérgola y juego de comedor. Compensando la potente estructura de hormigón y ladrillos de esta construcción emblemática del modernismo, en este sector se escogieron materiales naturales que sumaran calidez. Tablones de madera en los pisos y una estructura liviana de hierro recubierta dan forma al espacio exterior que más se usa.
Clásico que nunca pasa de moda, en esta finca en Sudáfrica la parra y los pisos de piedra se conjugan con austeridad y elegancia. Siguiendo la línea, un juego de mesa y bancos con pies de hierro y tablones rústicos de madera ofrece un rincón perfecto para tomar algo fresco o comer en verano.
A la uruguaya
Este patio en colonia tiene pocos metros y mil aciertos. Debajo de una glicina, los pisos calcáreos colocados en damero se acompañaron con una mesa tipo camping pintada a tono.

De fondo una fuente con un león en yeso decorada con mayólicas suma personalidad.
Jungla al resguardo
“La pérgola fue trabajo de mi marido. Una vez que estaba de viaje me avisó que iba a hacerla y así fue: a mi vuelta ya estaba ahí, ¡divina!”, cuenta Carolina Vairo sobre el espacio junto a la pileta.
Además de ofrecer resguardo a quienes están en la pileta, el techo empalizado logró la sombra necesaria para las plantas selváticas que la dueña de casa trajo de Misiones.
Caminos sombreados
Cuando diseñó de cero una casa en el lote en el Bajo de San Isidro en el que estaba la casa de su infancia, el artista y empresario César Lago tomó su inspiración de sus viajes a Brasil, Uruguay y Japón.
Ejemplo perfecto es este camino de acceso a la casa que nos transporta a los dibujos curvos de las veredas de Río de Janeiro. El paisajismo estuvo a cargo de César y de su mujer, Alejandra, quienes eligieron especies como la costilla de Adán, la caña de ámbar y la dracena marginata.
“Como el lote tiene menos de nueve metros de ancho, quisimos aprovechar al máximo su superficie con grandes espacios interiores y ventanas que desaparecen para integrar por completo los patios”
También buscando un acceso fresco y verde, en esta casa de estilo racionalista el acceso lateral se dibuja con bloques de caldén. Enredaderas y cubresuelos aprovechan la sombra de la casa y revisten de verde el pasadizo.
Construcción elevada
También ubicado en el bajo de San Isidro, este terreno de tamaño modesto frente a un área protegida fue el lugar perfecto para que un amante de la naturaleza pudiera construir su casa.
La estrategia fue diseñarla elevada sobre el suelo, pisándolo lo menos posible para mantener la exuberancia vegetal. Así, se proyectaron tres niveles, cada uno con un vínculo particular con el área protegida. La planta baja, donde se apoya la estructura aprovecha al máximo las sombras que le regala el primer piso, el único cerrado.
El recorrido del sol
Un punto fundamental a la hora de diseñar el jardín o patio es observar su orientación con especial atención al recorrido del sol. Sabiendo este detalle se puede, no solo elegir las especies adecuadas, sino también aprovechar de sombras naturales en distintos momentos del día.
En esta casa en Nordelta, la sombra de la tarde se aprovecha al máximo en patio que se comunica con la habitación principal.
Con sus paredes revestidas en madera y plantas estratégicamente resguardas por la casa y los pinos, no se necesitó techar para tener una sombra fresca en la que sentarse a disfrutar de la tarde.
Galerías de campo
A veces no se trata de descubrir la pólvora sino de volver a apostar por aquello que ya sabemos que funciona: ejemplo perfecto, esta galería en las afueras de Salta. El piso de piedra clásico de la provincia se acompañó con techos de madera y ejemplares de olivos que se trajeron grandes y se asombran con la altura alcanzada por las arcas autóctonas.
En el caso de la casa de la interiorista Victoria Saiach, la gran galería colonial con columnas de hierro, cenefas y techos dameros se ubicó estratégicamente junto a un timbó añejo que le regala su sombra y verde.