Pogacar redefine la épica entre polvo y sangre para conquistar la Strade Bianche
Magullado, con la sangre deslizándose por su brazo izquierdo y en medio de la blanca polvareda que desprende la provincia de Siena, verde corazón del noreste italiano, Tadej Pogacar reanudó su tiranía . El astro esloveno, un general siempre insaciable, capaz de provocar taquicardias incluso en la tarde más apacible de invierno, volvió a demostrar en su primer día de oficina de la temporada 2025 que es único, un elegido, y conquistó su tercera Strade Bianche consecutiva redefiniendo la épica del ciclismo. No se entiende la nueva epopeya del balcánico sin lo acontecido a falta de 50 kilómetros para la meta. En pleno duelo con Thomas Pidcock , impecable el británico en estas primeras semanas de temporada, Pogacar, siempre temerario, aceleró en un enrevesado descenso, en plena curva, suma de circunstancias que le provocó una dura caída. El mundo contuvo el aliento mientras daba vueltas cuesta abajo antes de acabar empotrado en unos arbustos. Su rival vio una oportunidad, aceleró porque ningún humano podría reponerse de semejante contratiempo, pero al de Leeds se le atragantó la saliva cuando, solo unos minutos después, el maillot arcoíris le daba caza. Fue ahí cuando comenzó una batalla cuyo final ya estaba escrito. Pidcock apretó todo lo que pudo, pero estaba intentando vencer al mismísimo mar, al paso del tiempo, al diablo sobre ruedas. Solo faltaba saber cuándo el esloveno desplegaría sus alas, siempre portadoras de mal augurio para sus rivales, y fue en el kilómetro 19 cuando el caos se desató. Arrasó Pogacar, dejó atrás a su competidor e incluso llegó a la plaza de Santa Caterina , tras subir un angustioso repecho, con un minuto y quince segundos de diferencia con el inglés, que finalizó la clásica entre lágrimas y con tierra hasta en las cejas. Vuelve a levantar los brazos el esloveno y reanuda su dictadura justo donde la dejó. Tras un 2024 en que conquistó el Tour de Francia , Giro de Italia, Mundial, tres clásicas, Strade Bianche, Emilia Romaña y Lieja-Bastoña-Lieja, y un monumento, el Giro de Lombardía, el mundo del ciclismo no sabe qué esperar de un hombre que, con 26 años, aspira a ser la leyenda de leyendas.
Magullado, con la sangre deslizándose por su brazo izquierdo y en medio de la blanca polvareda que desprende la provincia de Siena, verde corazón del noreste italiano, Tadej Pogacar reanudó su tiranía . El astro esloveno, un general siempre insaciable, capaz de provocar taquicardias incluso en la tarde más apacible de invierno, volvió a demostrar en su primer día de oficina de la temporada 2025 que es único, un elegido, y conquistó su tercera Strade Bianche consecutiva redefiniendo la épica del ciclismo. No se entiende la nueva epopeya del balcánico sin lo acontecido a falta de 50 kilómetros para la meta. En pleno duelo con Thomas Pidcock , impecable el británico en estas primeras semanas de temporada, Pogacar, siempre temerario, aceleró en un enrevesado descenso, en plena curva, suma de circunstancias que le provocó una dura caída. El mundo contuvo el aliento mientras daba vueltas cuesta abajo antes de acabar empotrado en unos arbustos. Su rival vio una oportunidad, aceleró porque ningún humano podría reponerse de semejante contratiempo, pero al de Leeds se le atragantó la saliva cuando, solo unos minutos después, el maillot arcoíris le daba caza. Fue ahí cuando comenzó una batalla cuyo final ya estaba escrito. Pidcock apretó todo lo que pudo, pero estaba intentando vencer al mismísimo mar, al paso del tiempo, al diablo sobre ruedas. Solo faltaba saber cuándo el esloveno desplegaría sus alas, siempre portadoras de mal augurio para sus rivales, y fue en el kilómetro 19 cuando el caos se desató. Arrasó Pogacar, dejó atrás a su competidor e incluso llegó a la plaza de Santa Caterina , tras subir un angustioso repecho, con un minuto y quince segundos de diferencia con el inglés, que finalizó la clásica entre lágrimas y con tierra hasta en las cejas. Vuelve a levantar los brazos el esloveno y reanuda su dictadura justo donde la dejó. Tras un 2024 en que conquistó el Tour de Francia , Giro de Italia, Mundial, tres clásicas, Strade Bianche, Emilia Romaña y Lieja-Bastoña-Lieja, y un monumento, el Giro de Lombardía, el mundo del ciclismo no sabe qué esperar de un hombre que, con 26 años, aspira a ser la leyenda de leyendas.
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