Pedro, píntalo de negro
El Papa salió blanco. Por aquí, las cosas están tirando a oscuras

No salió un Papa negro. Es yanqui, eso sí, pero blanco, muy blanco, altote, fuertote, con pinta de jugador de rugby y de buen chico amigo de Spencer Tracy, tan católico él que no matrimonió con Katherine Hepburn por no incurrir en el execrable divorcio. Estudió en la universidad de los Knicks, con eso está dicho todo. Matemático, filósofo, diplomático, agustino como Lutero y jugador de tenis como Juan Pablo II. Sangre europea corre por sus venas. Apellida Martinez, la vía materna. Le decían Bob. Se llama Robert. Ahora, León. Nacionalidad estadounidense y peruana, habla cinco idiomas (inglés, italiano, francés, español y portugués…no, Illa, aún no habla catalán). Misionero, pacifista, buen orador, sólida formación, vehemente lector, simpático y un poco tímido, lo justito para no parecer cargante. Un compendio de virtudes, un dechado de aciertos. Hasta es joven. Apenas 69 que parecen menos. Quizás dos decenios por delante en el sillón de Pedro. Más que Sánchez en la Moncloa. Un Pontífice que se diría diseñado por IA para contentar a todos menos a quienes creían llegada la hora de un Papa negro. Un Obama (ambos son de Chicago) para derribar muros y modernizar dogmas.
Un Papa negro trae mal fario por aquello de Nostradamus. El apocalipsis y todo eso. Supercherías aunque no hay que tentar a la suerte. Sería la invocación a un fundido en negro para siempre jamás. El fin del mundo. El acabose. This is the end.
Desesperante este infatigable avance hacia un horizonte oscuro y cepuscular al que el presidente del Gobierno conduce a esta España alegre y confiada, sonriente y jovial, que se porta tan hermosamente bien cuanto más se ríen de ella
Algo similar a lo de esta España sanchista, que vive en un fundido en negro permanente, al menos un sobresalto infernal cada semana con propensión a convertirse en la rutina cotidiana.
El apagón del lunes 28 nos avivó sobre la negrura del sanchismo (no confundir con la 'negritud' del poeta Shengor), el período más oscuro y tétrico de la Transición. He aquí algunos síntomas de este infatigable avance hacia un horizonte oscuro y crepuscular al que el presidente del Gobierno conduce a esta España alegre y confiada, sonriente y jovial, que se porta tan hermosamente bien cuanto más se ríen de ella.
-Si negro fue el colapso eléctrico, aún por aclarar, negro también es lo ocurrido con las balas de Israel, que tienen a Marlaska encogidito ante los ladridos del espacio de la izquierda según se mira a la izquierda.
-Negra y tóxica fue la denuncia de Óscar Puente sobre el sabotaje del AVE del que nunca jamás se supo algo, salvo el rotundo desmentido de la Guardia Civil y la evidencia de los hechos. El ministro no sólo sigue en su puesto sino que reniega de cerrar la boca. Será un tic. O un tirón muscular.
-Negro el paisaje que divisa Beatriz Corredor cuando se asoma al balcón, cada mañana, a ver si llega el motorista con su cese. Ignora que estas cosas se concretan ahora vía guasap.
-Negrísimo el panorama de los mártires de la dana seis meses después del apocalipsis. Ahí siguen, olvidados, engañados, burlados y estafados. Llanto y dolor. Nadie responde.
-Negro espeso es el bloqueo que ya tiene preparado Carlos Cuerpo a la opa del BBVA una vez que todos los españoles hayan votado tres veces cada uno contra la absorción del Sabadell, el banquito que enamora a Puigdemont.
-Negro el odio feroz contra el juez Peinado que desborda el despacho mayor de Moncloa conforme avanzan las pesquisas contra Begoña Gómez. Idéntica tonalidad se percibe al comprobar que la juez Biedma tampoco se achanta en su auto sobre el hermanísimo de la impostora batuta.
-Negrísimo el cabreo furioso de Félix Bolaños, señalado sin titubeos en el affaire de la imputada Begoña y muy perjudicado por cuanto emerge en los trapicheos del fiscal general del Gobierno en su empeño de llevarse a Ayuso por delante.
No ha sido un ciudadano negro el elegido para calzarse la tiara pontifical (aunque ya parece que no se usa tan hermoso ornamento) sino un robusto wasp de Chicago. De modo que quien quiera homenajear al Paint it black de Mick Jagger en su 60 aniversario deberá dirigir su mirada hacia este país del progreso donde “todo tu mundo es negro, no hay colores, hasta el sol lo han borrado del cielo”, en traducción libre de la popular tonadilla de los Stones.
No hay Papa negro en el Vaticano, pero por aquí, perdonen el chiste bobo, seguimos con la negra.
EL VARÓMETRO
-Carlos Floriano, senador del PP por Cäceres, se ha enrolado en una viaje parlamentario a China. No debería.
-Los experimentos de José Pablo López en RTVE rondan lo temerario. Broncano, Cintora, Belén Esteban...una programación que ya deambula por el territorio de la pesadilla.
-A ver, valiente, sáquele algún titular a Feijóo si hay narices. Uno solo.
-Algo ha dicho Intxaurrondo que molestó en Moncloa. ¿Elogió a destiempo la habilidad infinita de Cerdán en sus trajines ginebrinos?
-Los guionistas del presidente, más que escribas de discursos, se exhiben como especialistas en la intimidación progresiva. ¿Cuántas copas de cazalla había ingerido el que le coló a Sánchez lo de 'ultrarrico' en su reciente mitin cantinflero?