Once días sin rastro de Agatha Christie: la escritora que convirtió su desaparición en su mayor misterio real

Desde un accidente fortuito hasta un asesinato encubierto, las teorías sobre su desaparición se sucedieron sin descanso, pero ninguna logró esclarecer lo ocurridoEl egiptólogo más famoso del siglo XX robó parte del tesoro de Tutankamón y nadie lo investigó Una mujer desaparece durante once días y nadie consigue explicar por qué. No deja carta, no hay testigos, no hay rastro. Aparece después en un hotel, con otro nombre, sin recordar nada. La prensa especula, la policía investiga, los curiosos inventan teorías. El caso se archiva sin resolverse. Y, sin embargo, entre lo que no dijo y lo que nunca se supo, se abre una historia mucho más intrigante que cualquiera de las que escribió. Ni Hércules Poirot con su lógica ni Miss Marple con su intuición habrían tenido por dónde empezar para resolver este caso. Las primeras pistas eran tan confusas que solo alimentaban el misterio La noche del 3 de diciembre de 1926, Agatha Christie dejó a su hija dormida, salió de su casa en Berkshire, subió a su coche y no regresó. A la mañana siguiente, su Morris Cowley fue encontrado abandonado junto a una cantera en Newlands Corner, con algunas de sus pertenencias dentro, como un abrigo de piel y su carné de conducir. La policía sospechó que algo raro había ocurrido, ya que el vehículo estaba fuera de la carretera, parcialmente oculto entre los arbustos, como si se hubiese desviado a propósito. En el interior del maletín hallado en el coche había ropa femenina y objetos personales, pero ningún indicio de dónde estaba ella. Agatha Christie, en una imagen de marzo de 1946 La búsqueda se convirtió en un asunto nacional. Se movilizaron agentes, voluntarios, perros rastreadores e incluso el escritor Arthur Conan Doyle recurrió a una médium para intentar ayudar. La desaparición fue tan mediática que incluso se debatió en el Parlamento británico, donde el diputado Neil Maclean preguntó al secretario del Interior si se habían destinado recursos especiales para buscar a la novelista. La respuesta oficial fue que no se habían empleado medios extraordinarios y que todo se había gestionado “como en cualquier caso habitual de persona desaparecida”. Los rumores fueron inmediatos. Algunos sostenían que había sufrido un accidente y vagaba desorientada por el campo. Otros creían que había sido asesinada por su marido, Archibald Christie, con quien había discutido esa misma noche y que ya mantenía una relación con otra mujer. También hubo quien defendía que todo era una maniobra para promocionar sus libros, ya que su sexta novela, El asesinato de Roger Ackroyd, estaba vendiéndose muy bien. Ninguna hipótesis fue confirmada. Apareció en un hotel con otro nombre y sin recordar nada Once días después, el 14 de diciembre, una camarera del hotel Swan Hydro de Harrogate reconoció a la escritora, que se había registrado bajo el apellido de la amante de su marido. La mujer no supo explicar nada. Dijo no recordar cómo había llegado allí ni por qué. Su esposo fue a recogerla, y poco después solicitaron el divorcio. Archie Christie se casó con su nueva pareja, Nancy Neele, mientras que Agatha se volcó en su trabajo. El informe redactado por el subinspector William Kenward para el Ministerio del Interior incluyó una explicación sobre la actuación policial y defendía que, dadas las circunstancias, “no habría sido justificable ninguna inacción por parte de la policía”. Explicaba también que muchos de los detalles publicados por la prensa habían sido inventados, como la supuesta participación de aviones en la búsqueda. Afirmaba que “la colaboración del público fue esencial y que los medios exageraron considerablemente los hechos”.

May 13, 2025 - 14:26
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Once días sin rastro de Agatha Christie: la escritora que convirtió su desaparición en su mayor misterio real

Once días sin rastro de Agatha Christie: la escritora que convirtió su desaparición en su mayor misterio real

Desde un accidente fortuito hasta un asesinato encubierto, las teorías sobre su desaparición se sucedieron sin descanso, pero ninguna logró esclarecer lo ocurrido

El egiptólogo más famoso del siglo XX robó parte del tesoro de Tutankamón y nadie lo investigó

Una mujer desaparece durante once días y nadie consigue explicar por qué. No deja carta, no hay testigos, no hay rastro. Aparece después en un hotel, con otro nombre, sin recordar nada. La prensa especula, la policía investiga, los curiosos inventan teorías. El caso se archiva sin resolverse.

Y, sin embargo, entre lo que no dijo y lo que nunca se supo, se abre una historia mucho más intrigante que cualquiera de las que escribió. Ni Hércules Poirot con su lógica ni Miss Marple con su intuición habrían tenido por dónde empezar para resolver este caso.

Las primeras pistas eran tan confusas que solo alimentaban el misterio

La noche del 3 de diciembre de 1926, Agatha Christie dejó a su hija dormida, salió de su casa en Berkshire, subió a su coche y no regresó. A la mañana siguiente, su Morris Cowley fue encontrado abandonado junto a una cantera en Newlands Corner, con algunas de sus pertenencias dentro, como un abrigo de piel y su carné de conducir.

La policía sospechó que algo raro había ocurrido, ya que el vehículo estaba fuera de la carretera, parcialmente oculto entre los arbustos, como si se hubiese desviado a propósito. En el interior del maletín hallado en el coche había ropa femenina y objetos personales, pero ningún indicio de dónde estaba ella.

Agatha Christie, en una imagen de marzo de 1946

La búsqueda se convirtió en un asunto nacional. Se movilizaron agentes, voluntarios, perros rastreadores e incluso el escritor Arthur Conan Doyle recurrió a una médium para intentar ayudar. La desaparición fue tan mediática que incluso se debatió en el Parlamento británico, donde el diputado Neil Maclean preguntó al secretario del Interior si se habían destinado recursos especiales para buscar a la novelista. La respuesta oficial fue que no se habían empleado medios extraordinarios y que todo se había gestionado “como en cualquier caso habitual de persona desaparecida”.

Los rumores fueron inmediatos. Algunos sostenían que había sufrido un accidente y vagaba desorientada por el campo. Otros creían que había sido asesinada por su marido, Archibald Christie, con quien había discutido esa misma noche y que ya mantenía una relación con otra mujer. También hubo quien defendía que todo era una maniobra para promocionar sus libros, ya que su sexta novela, El asesinato de Roger Ackroyd, estaba vendiéndose muy bien. Ninguna hipótesis fue confirmada.

Apareció en un hotel con otro nombre y sin recordar nada

Once días después, el 14 de diciembre, una camarera del hotel Swan Hydro de Harrogate reconoció a la escritora, que se había registrado bajo el apellido de la amante de su marido. La mujer no supo explicar nada. Dijo no recordar cómo había llegado allí ni por qué. Su esposo fue a recogerla, y poco después solicitaron el divorcio. Archie Christie se casó con su nueva pareja, Nancy Neele, mientras que Agatha se volcó en su trabajo.

El informe redactado por el subinspector William Kenward para el Ministerio del Interior incluyó una explicación sobre la actuación policial y defendía que, dadas las circunstancias, “no habría sido justificable ninguna inacción por parte de la policía”. Explicaba también que muchos de los detalles publicados por la prensa habían sido inventados, como la supuesta participación de aviones en la búsqueda. Afirmaba que “la colaboración del público fue esencial y que los medios exageraron considerablemente los hechos”.

La escritora británica Agatha Christie nunca habló de lo sucedido ni dio explicaciones concretas

Agatha Christie nunca habló públicamente del episodio. No dio entrevistas, no publicó memorias al respecto, no aprovechó el suceso en sus novelas. Según el biógrafo Andrew Norman, pudo haber sufrido un estado de fuga, una disociación causada por un trauma emocional, en este caso el colapso de su matrimonio. Esta interpretación no ha podido comprobarse, pero encaja con su comportamiento posterior.

La escritora retomó su vida sin alteraciones visibles y continuó con una carrera literaria que la llevaría a convertirse en la autora de ficción más leída de todos los tiempos. Tampoco escribió sobre ello ni dejó pistas intencionadas en sus novelas. Quizá porque, al contrario que sus personajes, no quería que nadie descubriera la solución.

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