Medio Oriente. Cuando la barbarie borra la idea de humanidad

El brutal ataque del 7 de octubre de 2023, en el que cientos de milicianos de Hamas entraron a Israel y asesinaron a cerca de 1200 personas, marcó un punto de inflexión insoslayable

Mar 1, 2025 - 05:02
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Medio Oriente. Cuando la barbarie borra la idea de humanidad

(PARÍS).- Nunca acabaremos con el mal radical. Para los sobrevivientes de la Shoá y las generaciones que siguieron, la esperanza de encontrar en la sabiduría secular de las naciones un antídoto contra el veneno se ha desvanecido, al menos en cierta medida. ¿Fuimos ingenuos al punto de acallar en nosotros la voz de un presentimiento que nos negábamos a descifrar? Bajo los harapos de la tragedia humana, hemos sido los testigos de una tragedia que lleva ahora un nombre propio: 7 de octubre de 2023.

¿Qué es lo que se nombra al hablar de mal radical? Nada menos que la aniquilación de la vida y del porvenir. Más allá del bien y del mal, nos enfrentamos a una fecha, 7 de octubre 2023, que sabemos que no nos dejará en paz, pues ese mal constituye una realidad ontológica que prolifera y que implica una relación entre quienes lo cometen y sus víctimas. Radicalicemos el planteo: la barbarie no se deja aprehender por fuera de la muerte del otro; es, en sí misma, un golpe directo al principio de fraternidad tan caro a nuestra civilización judeocristiana. Desde el 7 de octubre de 2023, la ley de lo peor acecha nuestras conciencias desorientadas. El tormento infinito no nos dejará tan pronto. Cuerpos reducidos a cenizas, violados, torturados, desmembrados, rehenes entregados a una horda de odio: la muerte del otro puebla nuestra memoria saturada de lo impensable, como si esa fecha condensara por sí sola el mal de nuestro tiempo. Vergüenza sobre nuestra época, vergüenza sobre nosotros por no haber comprendido que el mal siempre acecha a nuestra puerta.

Ninguna conciencia puede estar en paz ante la muerte de civiles, ya sean israelíes o palestinos

Esta inclusión del mal en la existencia constituye un escándalo: el escándalo de una humanidad erudita, sabia, cargada de pretensiones intelectuales y políticas, pero atrapada en una sofística de discursos incapaces de alcanzar su verdadero objetivo. Enfrentar el mal, perseguirlo hasta en sus sueños: no es un propósito ni una vocación. Es nuestro destino común, nuestra responsabilidad primordial, que exige de nuestras conciencias judías y no judías que salgamos de una visión dualista y maniquea. El mundo lleva en sí una fisura que siempre desborda o absorbe la quietud y la paz de los justos. Y la barbarie permanece, como un obstáculo abominable contra el que tropezamos, luchamos, resistimos, para que la vida no se reduzca a un abismo sin consuelo o a una teodicea religiosa que busque legitimar la existencia del mal, exonerándolo del juicio de la historia. Un límite tangencial que el ser judío se niega a aceptar. Existen nombres que expresan el mal absoluto: Auschwitz, por ejemplo, y ahora, también 7 de octubre de 2023. Y estos nombres no pueden tener el beneficio de justificación y legitimidad alguna.

La barbarie es sin por qué

Podríamos haber inscripto la fecha del 7 de octubre de 2023 en la lógica de una sucesión de eventos que intentaran justificar lo injustificable o minimizarlo, hallando en él una lógica racional de represalia. Es decir, disolver la monstruosidad de los ataques terroristas de Hamas en un proceso causal en el que el conflicto palestino-israelí suele analizarse a través del eje binario de dominantes y dominados, opresores y oprimidos. Pero, en definitiva, ninguna de estas lecturas está a la altura de la determinación genocida desplegada por Hamas aquel día contra los civiles israelíes. La barbarie es sin por qué.

“Sin por qué”: esta expresión es el síntoma de un mundo devastado, pues lo que se agita en el fondo de esta cuestión es nada menos que la desaparición misma del sentido de la causa. No hay respuesta posible que pueda valerse de la retórica del “porque...”. Ninguna voz, ni la de un intelectual experimentado/aguerrido, ni la de un historiador erudito, ni la de un filósofo o politólogo puede pretender ser adecuada frente a lo que sucedió ese día, el 7 de octubre, y el día después, y el día siguiente a aquel. Hoy, desde la masacre del 7 de octubre de 2023, ninguna conciencia puede estar en paz ante la muerte de civiles, ya sean israelíes o palestinos. Una dialéctica detenida, donde la violencia sucede a la violencia.

La causa palestina no puede ser confundida con los objetivos de Hamas

¿Qué es un mundo sin por qué? ¿Es realmente posible responder a una pregunta semejante, cuyo alcance hiperbólico suscita un terror sin precedentes frente a lo arbitrario, impulsado por una lógica criminal de la escalada, de represalia apocalíptica, resistencia revolucionaria y pretensiones dogmáticas?

Primo Levi cuenta que, un día de pleno invierno en el campo de exterminio de Auschwitz al que fue deportado en diciembre de 1943, sintió una sed intensa. Observó que, en el marco de la ventana de la barraca donde dormía en el Lager, se habían generado trozos de hielo hasta formar un montón de nieve. Salió de la barraca para romper un trozo y llevárselo a los labios, pero un Kapo alemán interrumpió su gesto bruscamente. Primo Levi alzó la mirada y preguntó: “Warum?” (¿Por qué?), a lo que el Kapo respondió: “Hier ist kein Warum” (Aquí no hay por qué).Una imagen de Shiri Bibas, rehén de Hamas cuyos restos fueron despedidos esta semana, junto a los de sus dos hijos

Frente a la magnitud del acontecimiento del 7 de octubre de 2023, los mecanismos fundamentales que hacen que un ser humano sea un ser humano parecen haber sido arrasados. La barbarie borra incluso la idea misma de humanidad. La potencialidad de lo inhumano al interior de lo humano sigue siendo una realidad aterradora, siempre a punto de surgir donde menos se la espera. Por supuesto, la historia de Primo Levi recuerda a la rosa que escribiera Angelus Silesius (1624-1677): “La rosa es sin por qué; florece porque florece.” Una rosa que escapa a las determinaciones teóricas y hermenéuticas. Pero si la rosa de Silesius es sin por qué, eso no significa que carezca de razón. Vemos así que la paradoja contenida en la expresión “sin por qué”, cuyo doble sentido (de mínima) está cargado de ambivalencia, se extiende de una clara inspiración poética a un des-humanismo radical totalmente consumado, y aún más allá.

¿Giro o ruptura?

Y así, el mal adopta los rasgos del antisemitismo. La muerte de los judíos es una muerte aparte; la violación de mujeres israelíes es una violación aparte. What else? En este mundo que exige redención, en este mundo saturado de autorreferencias, el mal alimenta al mal. No hay innovación alguna: el mal sigue siendo el mal, así como el antisemitismo sigue siendo antisemitismo. Como mucho, la ley de lo peor tendría como corolario la mala conciencia, este singular síntoma que los filósofos tematizan a riesgo de confundir el veneno por el antídoto, o de confundir las víctimas con los victimarios. La fecha del 7 de octubre de 2023 es irreductible. Para algunos, habrá pulverizado certezas historicistas o geopolíticas; para otros, habrá cavado un abismo entre el mundo de ayer y el de hoy, desplazando el horizonte escatológico de la paz en una región que aún está por pensarse, por esperarse, por soñarse y construirse concretamente. En todo caso, ha tenido un efecto detonador en nuestras conciencias, judías y no judías, en nuestras convicciones republicanas y democráticas, religiosas o laicas. Ha reactivado lo que, ingenuamente, creíamos superado: la barbarie, la política del caos; y junto al retorno masivo de una emoción reprimida: el odio a los judíos, la multiplicación de los actos antisemitas; por no mencionar el odio y desprecio hacia Israel, el único lugar en el mundo donde los judíos aún podían sentirse seguros después de la Shoá. Ahora, en la conciencia traumática de los judíos, supervivencia y desilusión se superponen. Reinan la desorientación y la inseguridad. Un pogromo ha tenido lugar en Israel, el lugar que albergaba la promesa de un “nunca más”. “Palestina libre, del mar hasta el Jordán” no basta: se trata nada menos que de erradicar a los judíos de la faz de la Tierra. Y para el pueblo palestino, la desolación de una dualidad corrompida por Hamas se agrava cada día, con su carga de lágrimas y sangre. La amenaza existencial se cierne sobre las dos partes, aplazando por el momento una solución política de dos Estados (hebreo y palestino; o un Estado único binacional, federal o confederal). La causa palestina no puede ser confundida con los objetivos de Hamas.

¿Qué sentido positivo, entre la tragedia y la esperanza, podría esbozarse hoy hacia una paz justa, hacia una seguridad bilateral? El mal radical, en sus formas banalizadas (como diría Hannah Arendt), no tolera espacio alguno para un mundo por reparar. Se trata de no dejar que la última palabra pertenezca a la impotencia de las víctimas, ni a la deshumanización radical de la política, ni a un eclipse del concepto mismo de humanidad. Queda la supervivencia y el testimonio: “Recuerda el 7 de octubre de 2023″, mientras esperamos el tiempo de la reparación.

Filósofa; profesora de Sorbonne Université

(Traducción: Ezequiel Burstein)