¿Los salarios de los ejecutivos argentinos son altos o bajos?
Argentina se encarece. Para muchas empresas internacionales, los salarios comienzan a percibirse como "caros". Desde nuestra mirada como headhunters, vemos los números reales: efectivamente, hemos pasado de valores irrisorios a cifras que hoy resultan elevadas. Curiosamente, el "impacto psicológico" es menor cuando se expresan en pesos que en dólares. Pero desde el exterior, suenan costosos.Salarios jerárquicos Las empresas evaluarán 'la milla extra' de sus ejecutivos para aumentar los sueldos este año Recursos humanos En un año con cambios de ejecutivos, cómo trabajar la marca personal para llamar la atención de los headhunters Ricardo Quesada¿Cuál es la realidad?Tras analizar diversas encuestas regionales, podemos afirmar que los salarios gerenciales en Argentina se alinean, en términos generales, con los de otros países de América Latina. Las diferencias son menores al 20% y se concentran en algunos perfiles específicos.Lo que cambia -y mucho- es el contexto. Desde la perspectiva de quien paga esos salarios, Argentina sigue generando incertidumbre. Viene de años muy complejos, y hoy sigue siendo difícil lograr rentabilidad. Los volúmenes han caído y es probable que no regresen pronto a niveles previos. ¿Por qué? Porque aquellos niveles estaban inflados por subsidios, un tipo de cambio ficticio y otros artificios que sostuvieron una economía irreal.Argentina funcionaba como un globo inflado con una bomba constante. Esa bomba se desactivó, y hoy el país está en su "tamaño natural". Volver a crecer exigirá hacerlo de forma genuina. Y hasta que eso ocurra, es entendible que los costos actuales -incluidos los salarios- resulten altos frente a una rentabilidad incierta.¿Y desde el lado de quien cobra?También percibe que Argentina se encareció. No solo en alimentos, sino sobre todo en rubros como indumentaria. El regreso de tarifas de servicios públicos a niveles lógicos aumentó su peso en el ingreso mensual (y, de paso, en las expensas). Educación y salud privada son costosas. Los autos siempre lo fueron. Solo la vivienda puede decirse que es algo más accesible que en otros países.Además, los servicios personales -domésticos, reparaciones, peluquería, cuidado personal- también son caros. ¿Por qué? Por un lado, la carga impositiva. Por otro, una particularidad local: muchas personas de clase media baja o baja tienen expectativas de clase media y aspiran a ingresos más altos que sus pares en otros países de la región.Esto se refleja con claridad en las encuestas salariales de posiciones más junior, como los analistas: Argentina es mucho más cara en esos segmentos.En síntesis, los ejecutivos en Argentina cobran, en promedio, salarios similares a los de sus colegas latinoamericanos, pero viven con más restricciones. Pagan lo mismo por vivienda y educación, pero bastante más por alimentos, ropa, electrodomésticos y autos. De ahí las "expediciones de abastecimiento" a Chile o Brasil... aunque lo que más pesa en el presupuesto, lamentablemente, no se puede traer de vuelta.Conclusión:A la Argentina todavía le queda mucho camino para volver a ser competitiva. Se necesitan menos impuestos, menos costos de corrupción, mejores leyes laborales que permitan bajar costos sin destruir empleo, y una apertura más dinámica. Mientras tanto, los ejecutivos locales seguirán enfrentando el desafío de hacer rentables sus negocios, con menor capacidad de ahorro y la necesidad -cada vez más urgente- de pensar cómo generar ingresos en su etapa post-corporativa... pero ese será tema para otro artículo.

Argentina se encarece. Para muchas empresas internacionales, los salarios comienzan a percibirse como "caros". Desde nuestra mirada como headhunters, vemos los números reales: efectivamente, hemos pasado de valores irrisorios a cifras que hoy resultan elevadas. Curiosamente, el "impacto psicológico" es menor cuando se expresan en pesos que en dólares. Pero desde el exterior, suenan costosos.
¿Cuál es la realidad?
Tras analizar diversas encuestas regionales, podemos afirmar que los salarios gerenciales en Argentina se alinean, en términos generales, con los de otros países de América Latina. Las diferencias son menores al 20% y se concentran en algunos perfiles específicos.
Lo que cambia -y mucho- es el contexto. Desde la perspectiva de quien paga esos salarios, Argentina sigue generando incertidumbre. Viene de años muy complejos, y hoy sigue siendo difícil lograr rentabilidad. Los volúmenes han caído y es probable que no regresen pronto a niveles previos. ¿Por qué? Porque aquellos niveles estaban inflados por subsidios, un tipo de cambio ficticio y otros artificios que sostuvieron una economía irreal.
Argentina funcionaba como un globo inflado con una bomba constante. Esa bomba se desactivó, y hoy el país está en su "tamaño natural". Volver a crecer exigirá hacerlo de forma genuina. Y hasta que eso ocurra, es entendible que los costos actuales -incluidos los salarios- resulten altos frente a una rentabilidad incierta.
¿Y desde el lado de quien cobra?
También percibe que Argentina se encareció. No solo en alimentos, sino sobre todo en rubros como indumentaria. El regreso de tarifas de servicios públicos a niveles lógicos aumentó su peso en el ingreso mensual (y, de paso, en las expensas). Educación y salud privada son costosas. Los autos siempre lo fueron. Solo la vivienda puede decirse que es algo más accesible que en otros países.
Además, los servicios personales -domésticos, reparaciones, peluquería, cuidado personal- también son caros. ¿Por qué? Por un lado, la carga impositiva. Por otro, una particularidad local: muchas personas de clase media baja o baja tienen expectativas de clase media y aspiran a ingresos más altos que sus pares en otros países de la región.
Esto se refleja con claridad en las encuestas salariales de posiciones más junior, como los analistas: Argentina es mucho más cara en esos segmentos.
En síntesis, los ejecutivos en Argentina cobran, en promedio, salarios similares a los de sus colegas latinoamericanos, pero viven con más restricciones. Pagan lo mismo por vivienda y educación, pero bastante más por alimentos, ropa, electrodomésticos y autos. De ahí las "expediciones de abastecimiento" a Chile o Brasil... aunque lo que más pesa en el presupuesto, lamentablemente, no se puede traer de vuelta.
Conclusión:
A la Argentina todavía le queda mucho camino para volver a ser competitiva. Se necesitan menos impuestos, menos costos de corrupción, mejores leyes laborales que permitan bajar costos sin destruir empleo, y una apertura más dinámica. Mientras tanto, los ejecutivos locales seguirán enfrentando el desafío de hacer rentables sus negocios, con menor capacidad de ahorro y la necesidad -cada vez más urgente- de pensar cómo generar ingresos en su etapa post-corporativa... pero ese será tema para otro artículo.