Los púnicos forjaron en el Mediterráneo la primera civilización verdaderamente multicultural
Expansión - Un estudio sobre ADN antiguo demuestra que los pueblos púnicos no eran descendientes directos de los fenicios, sino comunidades multiculturales que adoptaban sus símbolos, lenguas y costumbres¿Dónde está el cuerpo de Alejandro Magno? Las teorías ya empiezan a contemplar que fue devorado por tiburones Un cruce de ADN y rutas comerciales tejió hace más de 2.000 años una red humana tan extensa que algunos parientes terminaban enterrados en continentes distintos. La civilización púnica, heredera de los fenicios, no solo impulsó una actividad comercial intensa a través del Mediterráneo, también protagonizó el primer intento de globalización marítima. Nada de conquistas sangrientas ni invasiones masivas: la expansión fue a golpe de mercado y mezcla cultural. Esta civilización fue, literalmente, un mosaico de genomas que hablaban diferentes idiomas y veneraban dioses importados. Hoy, la genética revela que su legado va mucho más allá de la historia tradicional. La mezcla de culturas mediterráneas que dio forma a la civilización púnica Antes de que Cartago desafiara a Roma en aquellas batallas épicas que llenarían siglos de relatos, los fenicios ya habían extendido sus raíces culturales desde las costas del actual Líbano y Siria hasta rincones tan lejanos de allí como Cádiz o Ibiza. Lo que parecía una simple expansión comercial escondía, en realidad, un fenómeno mucho más complejo. Una investigación publicada en Nature liderada por Carles Lalueza-Fox, director del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, ha descubierto que los vínculos de sangre entre fenicios y púnicos eran mucho más tenues de lo que se pensaba. Mediante el análisis de ADN antiguo de 210 individuos repartidos en 14 yacimientos arqueológicos, el equipo ha sacado a la luz una conclusión que pocos esperaban: la expansión púnica no fue un calco genético de sus fundadores levantinos, sino que estuvo marcada por una notable mezcla con las poblaciones locales. La civilización púnica, heredera de los fenicios, extendió su influencia por todo el Mediterráneo mediante una compleja red de comercio y relaciones culturales De hecho, los datos son claros y contundentes. Según los análisis, los fenicios transmitieron su cultura, su lengua y su religión a comunidades que apenas compartían la misma ascendencia. Las excavaciones en sitios tan diversos como Ibiza, Almería o Cartago muestran que el mestizaje fue lo más habitual. Como explica David Reich, profesor de Harvard y codirector del estudio, al referirse a la variedad de los perfiles genéticos encontrados, “las personas de cada lugar tenían una gran variabilidad en su ascendencia, con la mayor parte de la fuente genética proviniendo de los habitantes contemporáneos de Sicilia y el Egeo”, y muchas de ellas “con una fuerte ascendencia del norte de África”. Lejos de actuar como una colonia de exportación de fenicios puros, las ciudades púnicas adoptaban y transformaban las tradiciones según el lugar. Así, lo que surgió fue una civilización verdaderamente cosmopolita, moldeada por marineros, comerciantes y pueblos indígenas de todo el Mediterráneo. En palabras de Lalueza-Fox, que también investiga en el Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF), los resultados de la investigación apuntan a que “las redes genéticas mediterráneas indican que la mezcla de los púnicos con las poblaciones locales fue fundamental para configurar estas comunidades”. Los hallazgos genéticos abren nuevas puertas para entender la expansión púnica En el caso de Villaricos, en Almería, se pudo analizar el ADN de esqueletos descubiertos hace más de un siglo, conservados en el Museo Arqueológico Nacional en Madrid. Estos restos han proporcionado información de gran valor para reinterpretar las dinámicas de expansión púnica. Como señala el propio Lalueza-Fox, estos individuos “explican cosas absolutamente novedosas” que reescrib

Expansión - Un estudio sobre ADN antiguo demuestra que los pueblos púnicos no eran descendientes directos de los fenicios, sino comunidades multiculturales que adoptaban sus símbolos, lenguas y costumbres
¿Dónde está el cuerpo de Alejandro Magno? Las teorías ya empiezan a contemplar que fue devorado por tiburones
Un cruce de ADN y rutas comerciales tejió hace más de 2.000 años una red humana tan extensa que algunos parientes terminaban enterrados en continentes distintos. La civilización púnica, heredera de los fenicios, no solo impulsó una actividad comercial intensa a través del Mediterráneo, también protagonizó el primer intento de globalización marítima.
Nada de conquistas sangrientas ni invasiones masivas: la expansión fue a golpe de mercado y mezcla cultural. Esta civilización fue, literalmente, un mosaico de genomas que hablaban diferentes idiomas y veneraban dioses importados. Hoy, la genética revela que su legado va mucho más allá de la historia tradicional.
La mezcla de culturas mediterráneas que dio forma a la civilización púnica
Antes de que Cartago desafiara a Roma en aquellas batallas épicas que llenarían siglos de relatos, los fenicios ya habían extendido sus raíces culturales desde las costas del actual Líbano y Siria hasta rincones tan lejanos de allí como Cádiz o Ibiza. Lo que parecía una simple expansión comercial escondía, en realidad, un fenómeno mucho más complejo.
Una investigación publicada en Nature liderada por Carles Lalueza-Fox, director del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, ha descubierto que los vínculos de sangre entre fenicios y púnicos eran mucho más tenues de lo que se pensaba. Mediante el análisis de ADN antiguo de 210 individuos repartidos en 14 yacimientos arqueológicos, el equipo ha sacado a la luz una conclusión que pocos esperaban: la expansión púnica no fue un calco genético de sus fundadores levantinos, sino que estuvo marcada por una notable mezcla con las poblaciones locales.
De hecho, los datos son claros y contundentes. Según los análisis, los fenicios transmitieron su cultura, su lengua y su religión a comunidades que apenas compartían la misma ascendencia. Las excavaciones en sitios tan diversos como Ibiza, Almería o Cartago muestran que el mestizaje fue lo más habitual.
Como explica David Reich, profesor de Harvard y codirector del estudio, al referirse a la variedad de los perfiles genéticos encontrados, “las personas de cada lugar tenían una gran variabilidad en su ascendencia, con la mayor parte de la fuente genética proviniendo de los habitantes contemporáneos de Sicilia y el Egeo”, y muchas de ellas “con una fuerte ascendencia del norte de África”.
Lejos de actuar como una colonia de exportación de fenicios puros, las ciudades púnicas adoptaban y transformaban las tradiciones según el lugar. Así, lo que surgió fue una civilización verdaderamente cosmopolita, moldeada por marineros, comerciantes y pueblos indígenas de todo el Mediterráneo.
En palabras de Lalueza-Fox, que también investiga en el Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF), los resultados de la investigación apuntan a que “las redes genéticas mediterráneas indican que la mezcla de los púnicos con las poblaciones locales fue fundamental para configurar estas comunidades”.
Los hallazgos genéticos abren nuevas puertas para entender la expansión púnica
En el caso de Villaricos, en Almería, se pudo analizar el ADN de esqueletos descubiertos hace más de un siglo, conservados en el Museo Arqueológico Nacional en Madrid. Estos restos han proporcionado información de gran valor para reinterpretar las dinámicas de expansión púnica. Como señala el propio Lalueza-Fox, estos individuos “explican cosas absolutamente novedosas” que reescriben la manera en que se entendía hasta ahora la difusión de la cultura fenicia.
Los investigadores incluso identificaron a dos primos segundos enterrados a ambos lados del mar, uno en Sicilia y otro en el norte de África, un hallazgo que demuestra una conectividad mediterránea que hoy se podría comparar con las redes de vuelos de bajo coste, pero impulsada entonces a remo y vela.
Aunque la historia escrita por griegos y romanos dejó a los cartagineses en la sombra —cuando no directamente como villanos de opereta—, los avances en paleogenética permiten ahora escuchar otras voces. Lalueza-Fox explica que, en ausencia de documentos originales, “toda la información que se tiene de los cartagineses es lo que cuentan de ellos los romanos, sus enemigos, porque no hay ninguna crónica, ningún escrito, nada suyo a pesar de que era una civilización lógicamente muy avanzada”.
A pesar de que los cartagineses no dejaron escritos que narraran su propia historia, su legado ha perdurado en el ADN, transmitido de puerto en puerto como un mensaje perdido en el tiempo, que ahora, siglos después, finalmente comienza a ser descifrado.