La amenaza permanente

Intentar proyectar cualquier escenario económico con un agente tan poderoso y volátil como Donald Trump será un verdadero desafío para inversionistas y economistas.

Mar 10, 2025 - 17:37
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La amenaza permanente

En poco más de 40 días, analistas en prácticamente todas las economías del mundo hemos tenido que presentar, y principalmente defender, nuestra postura sobre el impacto que las cambiantes decisiones, declaraciones y hasta instrucciones del presidente de los Estados Unidos podrían tener sobre la economía y los mercados.

En poco más de 40 días, nuestras aseveraciones probablemente han cambiado en más de una ocasión. Al parecer, pronosticar variables durante el segundo mandato de Donald Trump será un verdadero reto. Quienes se han involucrado en este ejercicio, independientemente del sector en el que se desempeñen, comprenden lo que quiero decir. Y los que no se han involucrado en este ejercicio probablemente lo comprenden también. Intentar proyectar cualquier escenario con un agente tan poderoso y volátil como Donald Trump es sin duda una tarea compleja.

No es posible construir una proyección sólida con base en las afirmaciones del presidente norteamericano. Ni siquiera cuando se publican de forma oficial en el sitio de noticias de la Casa Blanca. Menos cuando se lanzan en las redes sociales del mandatario de forma inesperada y en ocasiones intempestiva. La razón es muy sencilla: aunque firme una orden ejecutiva, al día siguiente —o ese mismo día— la podría ajustar o incluso revertir.

Los aranceles son el mejor ejemplo de lo expuesto en las líneas anteriores. En menos de una semana, la tarifa del 25% a las importaciones de México programada para principios de marzo se puso en pausa. Posteriormente, ya no. Finalmente se implementó, aunque, horas después, el secretario de Comercio declaró que probablemente habría excepciones. Al parecer, la producción automotriz no pagará arancel. Por ahora. ¿Por cuánto tiempo? No sorprendería que levantaran la excepción esta misma semana. Aunado a lo anterior, habría que incorporar reacciones cambiantes del gobierno de México a las cambiantes acciones de Trump.

Ahí la dificultad de determinar el impacto de los aranceles sobre el crecimiento, la inflación, las tasas de interés y el tipo de cambio de Estados Unidos y México este año. Debido a que Trump utiliza el tema de aranceles como estrategia para conseguir un fin no necesariamente relacionado con el déficit comercial de Estados Unidos, es difícil determinar qué es lo que realmente busca el presidente con este tema.

No obstante, entre tanta volatilidad, hay algo que no cambia. En poco más de 40 días, ya finalmente se asoma una constante: la amenaza de imponer aranceles.

Y eso podría persistir no solo en 2025, sino durante todo el mandato de Trump. La imposición de un arancel tan elevado a las importaciones de México —además de las de Canadá— podría generar un periodo de contracción económica e inflación. Por ello, es poco probable que dicha tarifa persista por mucho tiempo. Por otra parte, la amenaza de este arancel sí podría mantenerse vigente hasta que el gobierno de nuestro país ceda en todas las peticiones de Trump. Las que sean. La amenaza estará ahí todo el tiempo que sea necesario.

Y es por ello que, si bien no es posible —o es más bien arriesgado— calcular cuánto caería el PIB, cuánto aumentaría la inflación (sobre todo si estalla una guerra comercial), o en qué nivel estarían las tasas de interés y la paridad del peso frente al dólar este año (o incluso en los próximos meses), sí es posible asegurar que la permanente amenaza de aranceles, y no el arancel en sí, es lo que más podría afectar a principales variables económicas. Es esta incertidumbre de cómo, cuándo y en qué monto, que de repente va por tiempo indeterminado o que se revierte de un día para otro, lo que obstaculiza las decisiones de producción e inversión en nuestro país. La permanente amenaza de aranceles, y no este en sí mismo, es lo que más podría perjudicar a México y por mucho. Por supuesto que la amenaza podría tener cada vez menos impacto sobre las variables económicas que proyectamos; sin embargo, el daño ya está hecho.