Giuseppe Ayala, el fiscal que encerró a más de 300 mafiosos: "La clave fue no ceder al miedo"
Compañero y amigo de los jueces asesinados Falcone y Borsellino, el fiscal Ayala describe el lado humano y judicial de la lucha contra la mafia en 'Quien tiene miedo muere a diario' (Gatopardo)Hemeroteca | Matteo Messina Denaro, el último guardián de los secretos de Cosa Nostra “Manejar con cuidado”. Fue el pensamiento del fiscal siciliano Giuseppe Ayala cuando empezó a tratar con la mercancía más peligrosa de la historia criminal de Italia: los mafiosos. Más en concreto, los pentiti que comenzaron a delatar a capos y lugartenientes tras años de silencio. Resultó una premonición. La mafia empezó una campaña criminal nunca vista contra todo aquel que se interpusiera en sus planes, incluidos jueces y fiscales. Ayala está vivo de casualidad. Tenía que haber estado en el convoy donde fue asesinado en 1992 el juez antimafia Giovanni Falcone, pero un cambio de planes de última hora hizo que salvara la vida. No solo perdió a un referente profesional, sino también a un gran amigo, al que se refiere como fratello (hermano). “El dolor y la pena que me provocó la muerte de Giovanni todavía cubre, treinta años después, cualquier idea sobre el milagro de haberme salvado yo”, reflexiona. Con voz grave de fumador empedernido, a sus 80 años Ayala conversa por teléfono con elDiario.es con motivo de la publicación en castellano de sus memorias, Quien tiene miedo muere a diario (Gatopardo Ediciones). El libro es un recorrido apasionante por la gestación y desarrollo del llamado pool antimafia, el equipo de jueces y fiscales que desde Palermo, el kilómetro 0 de la Cosa Nostra, descabezó a las principales familias mafiosas gracias al célebre maxiprocesso. Falcone y Ayala, en una imagen de archivo Fue una causa única en muchos sentidos, que Ayala repasa en el libro: además de suponer el primer gran juicio contra la mafia, logró romper la omertá existente hasta la fecha y demostró que el Estado no era impotente, cuando no cómplice, ante las actividades ilegales ligadas a la mafia, como el tráfico de drogas. A nivel investigador, el maxiprocesso encumbró el 'método Falcone', consistente en una visión global del fenómeno mafioso que estrechó la colaboración con la Justicia estadounidense y contribuyó a la división entre familias de ambos lados del Atlántico. Muchos más pentiti cantaron después del juicio. Ayala sostuvo la acusación en un juicio que duró 1.820 horas entre febrero de 1986 y diciembre de 1987. Se realizaron 1.314 interrogatorios y el sumario lo conformaban 666.000 folios. Tras ocho sesiones en las que expuso su informe final, Ayala no sentía las piernas. “Me tuvieron que sujetar dos carabinieri, fue como haber corrido un maratón”, recuerda. La sentencia fue un respaldo total a las tesis de Ayala y el pool: se decretaron un total de 2.665 años de cárcel y 19 cadenas perpetuas. No solo de juicios trata el libro. “El pool fue irrepetible, no solo porque compartí muchos ratos con grandes magistrados y fiscales, sino porque el vínculo humano que se creó entre nosotros fue único y muy fuerte”, rememora Ayala. Un factor humano y un compañerismo, a menudo tan olvidados al hablar de macrosumarios, que Ayala retrata de forma precisa y emocionante en el libro. “Sabíamos que nos jugábamos la vida, pero ninguno de nosotros sucumbió al miedo, aunque lo probamos. La clave fue no ceder al miedo, y fue posible porque nos dábamos fuerza los unos a los otros”, señala Ayala. El fiscal destaca la “enorme cohesión” personal y humana entre jueces y fiscales pese a orígenes e ideologías distintas. Ayala era descendiente de una familia rica siciliana dueña de minas en la isla; Falcone era progresista; Giuseppe Di Lello “no podía ser más comunista”, en palabras del fiscal; y Paolo Borsellino era de derechas y monárquico. La mafia sigue encontrando algunas puertas abiertas en el mundo de la pol

Compañero y amigo de los jueces asesinados Falcone y Borsellino, el fiscal Ayala describe el lado humano y judicial de la lucha contra la mafia en 'Quien tiene miedo muere a diario' (Gatopardo)
Hemeroteca | Matteo Messina Denaro, el último guardián de los secretos de Cosa Nostra
“Manejar con cuidado”. Fue el pensamiento del fiscal siciliano Giuseppe Ayala cuando empezó a tratar con la mercancía más peligrosa de la historia criminal de Italia: los mafiosos. Más en concreto, los pentiti que comenzaron a delatar a capos y lugartenientes tras años de silencio. Resultó una premonición. La mafia empezó una campaña criminal nunca vista contra todo aquel que se interpusiera en sus planes, incluidos jueces y fiscales.
Ayala está vivo de casualidad. Tenía que haber estado en el convoy donde fue asesinado en 1992 el juez antimafia Giovanni Falcone, pero un cambio de planes de última hora hizo que salvara la vida. No solo perdió a un referente profesional, sino también a un gran amigo, al que se refiere como fratello (hermano). “El dolor y la pena que me provocó la muerte de Giovanni todavía cubre, treinta años después, cualquier idea sobre el milagro de haberme salvado yo”, reflexiona.
Con voz grave de fumador empedernido, a sus 80 años Ayala conversa por teléfono con elDiario.es con motivo de la publicación en castellano de sus memorias, Quien tiene miedo muere a diario (Gatopardo Ediciones).
El libro es un recorrido apasionante por la gestación y desarrollo del llamado pool antimafia, el equipo de jueces y fiscales que desde Palermo, el kilómetro 0 de la Cosa Nostra, descabezó a las principales familias mafiosas gracias al célebre maxiprocesso.
Fue una causa única en muchos sentidos, que Ayala repasa en el libro: además de suponer el primer gran juicio contra la mafia, logró romper la omertá existente hasta la fecha y demostró que el Estado no era impotente, cuando no cómplice, ante las actividades ilegales ligadas a la mafia, como el tráfico de drogas.
A nivel investigador, el maxiprocesso encumbró el 'método Falcone', consistente en una visión global del fenómeno mafioso que estrechó la colaboración con la Justicia estadounidense y contribuyó a la división entre familias de ambos lados del Atlántico. Muchos más pentiti cantaron después del juicio.
Ayala sostuvo la acusación en un juicio que duró 1.820 horas entre febrero de 1986 y diciembre de 1987. Se realizaron 1.314 interrogatorios y el sumario lo conformaban 666.000 folios. Tras ocho sesiones en las que expuso su informe final, Ayala no sentía las piernas. “Me tuvieron que sujetar dos carabinieri, fue como haber corrido un maratón”, recuerda. La sentencia fue un respaldo total a las tesis de Ayala y el pool: se decretaron un total de 2.665 años de cárcel y 19 cadenas perpetuas.
No solo de juicios trata el libro. “El pool fue irrepetible, no solo porque compartí muchos ratos con grandes magistrados y fiscales, sino porque el vínculo humano que se creó entre nosotros fue único y muy fuerte”, rememora Ayala.
Un factor humano y un compañerismo, a menudo tan olvidados al hablar de macrosumarios, que Ayala retrata de forma precisa y emocionante en el libro. “Sabíamos que nos jugábamos la vida, pero ninguno de nosotros sucumbió al miedo, aunque lo probamos. La clave fue no ceder al miedo, y fue posible porque nos dábamos fuerza los unos a los otros”, señala Ayala.
El fiscal destaca la “enorme cohesión” personal y humana entre jueces y fiscales pese a orígenes e ideologías distintas. Ayala era descendiente de una familia rica siciliana dueña de minas en la isla; Falcone era progresista; Giuseppe Di Lello “no podía ser más comunista”, en palabras del fiscal; y Paolo Borsellino era de derechas y monárquico.
La mafia sigue encontrando algunas puertas abiertas en el mundo de la política
“Nuestra pluralidad nos enriquecía, y además compartíamos una forma de ver las cosas con ironía que nos ayudaba a desdramatizar los momentos duros. Nuestra fuerza fue la cohesión del grupo”, asevera Ayala.
La mafia no atendía a razones ni a ideologías. Borsellino fue asesinado el mismo año que Falcone, 1992, en la respuesta de la mafia a la confirmación de las condenas del maxiprocesso. Ayala fue de los primeros en llegar al lugar del crimen porque estaba al lado de su casa.
La confirmación de las condenas del maxiprocesso y la respuesta criminal de la mafia transcurrió en paralelo a la desarticulación del pool tras el juicio. Una mezcla de desinterés político, desavenencias personales entre jefes de la magistratura y, tal vez, una influencia de la mafia nunca probada, pero que lo sobrevolaba todo. El mismo año que asesinaron a sus compañeros y amigos, Ayala dejó la Fiscalía y entró en política de la mano de un pequeño partido centrista.
En total, fueron 18 años de su vida con escolta (tres coches blindados y ocho agentes armados). El primer día sin protección policial, Ayala entró en un supermercado por la mañana, y por la tarde se compró una moto, una de sus pasiones. Dos actividades que durante casi dos décadas no pudo hacer solo. “Las cosas cotidianas son las que hacen la vida, y me las perdí durante muchos años”, recuerda.
“Nosotros empezamos y abrimos un camino de lucha seria institucional contra la mafia desde la magistratura, y nuestros colegas más jóvenes lo continúan con empeño y resultados notables”, reflexiona Ayala.
El reconocimiento no impide a Ayala ser crítico con la política actual italiana respecto a la mafia. “El combate contra la mafia lo libramos en Palermo, pero la derrota o victoria final se decide en Roma”, fue la frase que Ayala le dijo a Falcone en su etapa en el pool y que casi 40 años después sigue vigente.
“Generalizar es un error, pero el problema es, antes y ahora, la infiltración de la mafia en el poder político y administrativo. La mafia sigue encontrando algunas puertas abiertas en el mundo de la política”, denuncia el fiscal.
¿Será posible terminar con la mafia algún día? Ayala empieza a responder citando a su querido fratello Falcone: “La mafia terminará porque es un fenómeno humano y todos los fenómenos humanos tienen un inicio, un desarrollo y un final”. Y añade: “Me gustaría ver el día en que la mafia acaba, pero tengo 80 años y no sé si estaré a tiempo”.