Fun UX: el lado divertido de la UX

Normalmente, cuando pensamos en un diseño profesional, lo asociamos con colores discretos y un estilo formal, incluso simple. Sin embargo, cada vez se ven más ejemplos de interfaces vibrantes y llenas de vida, que prueban que se puede mezclar funcionalidad con un toque de diversión para crear experiencias inolvidables y sorprender a los usuarios.  En […]

Mar 4, 2025 - 14:56
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Fun UX: el lado divertido de la UX

Normalmente, cuando pensamos en un diseño profesional, lo asociamos con colores discretos y un estilo formal, incluso simple. Sin embargo, cada vez se ven más ejemplos de interfaces vibrantes y llenas de vida, que prueban que se puede mezclar funcionalidad con un toque de diversión para crear experiencias inolvidables y sorprender a los usuarios. 

En el mundo del diseño, las tendencias suelen influir en las decisiones creativas, y una de las que más ha llamado la atención en los últimos años es la inclusión de elementos lúdicos en la experiencia de usuario. Aunque suene como una idea reciente, en realidad ha evolucionado hasta convertirse en un componente esencial del diseño digital: lo que hoy conocemos como “Fun UX”.

¿Qué es Fun UX y por qué es importante?

Nos referimos a Fun UX cuando hablamos de la incorporación de elementos divertidos y ligeros en el diseño de interfaces, buscando generar sorpresa en el usuario al interactuar con la interfaz a través de emociones positivas: todos recordamos los los filtros animados en aplicaciones de redes sociales como Instagram, o pequeñas interacciones de celebración cuando completamos una tarea en una herramienta de productividad o de aprendizaje como Duolingo

Estos detalles tienen el propósito de humanizar las interacciones digitales y de incentivar las emociones que las aplicaciones quieren generar en los usuarios. 

Ejemplo clásico: Clippy, el asistente de Microsoft

Un ejemplo clásico de Fun UX fue Clippy, el asistente animado de Microsoft Office que daba consejos de uso a través de animaciones de interfaz y un tono amigable dirigido al usuario, haciendo que la  comunicación de la interfaz a este fuera mucho más cercana.

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Clippit, el asistente ofimático por defecto, como se ve en Microsoft Office 2000 a 2003. Wikipedia.

Aunque no fue del todo bien recibido, marcó el inicio de una tendencia: hacer que las interfaces fueran más amigables y expresivas. Hoy en día, estos conceptos han evolucionado para integrarse de manera más sutil y efectiva en las plataformas digitales.

Los beneficios de la Fun UX

Para ser aún más concretos con los objetivos de este recurso en el diseño, podemos listar que se basan principalmente en los siguientes:

  • Generar memoria emocional: las interacciones divertidas quedan grabadas en la memoria de los usuarios, fortaleciendo su vínculo con la plataforma.
  • Reducir la frustración: detalles como mensajes animados en pantallas de error ayudan a suavizar momentos potencialmente tensos.
  • Fomentar conexiones: elementos como emojis y GIFs permiten expresarse con autenticidad, mejorando la comunicación entre usuarios.
  • Incrementar la retención: un diseño que sorprende y divierte invita a los usuarios a regresar, aumentando su lealtad a la plataforma.
  • Forjar la personalidad de la interfaz: a través de un tono divertido y desenfadado, la interfaz es capaz de cobrar una personalidad distintiva, en contraste con el tono sobrio y simple de otras herramientas profesionales.

Eso sí, el exceso de elementos lúdicos puede resultar molesto. La clave está en encontrar el equilibrio: incorporar estos detalles cuando realmente aportan valor a la experiencia.

Un buen ejemplo de equilibrio son las “celebraciones” en herramientas de productividad. Aunque no afectan directamente el flujo de trabajo, añaden un toque de humanidad y motivación sin entorpecer las tareas.

Casos destacados de Fun UX

Existen muchos ejemplos donde la diversión ha cambiado la forma en que interactuamos con la tecnología:

El nacimiento de los emojis

Los emojis, que ahora son esenciales en la comunicación digital, tienen sus raíces en varias etapas históricas. Desde las primeras sugerencias de Vladimir Nabokov en los años 60 hasta los diseños de Shigetaka Kurita en 1999, estas pequeñas imágenes han evolucionado para convertirse en un lenguaje universal. Hoy en día, utilizamos cientos y cientos de distintos emojis, para transmitir emociones y complementar textos de manera rápida y efectiva. Son, además, muchas las interfaces que las incorporan para generar una comunicación con el usuario menos “robótica” y más cercana.

La magia de los GIFs

Introducidos en 1987, los GIFs ofrecían (y ofrecen) la posibilidad de compartir imágenes animadas sin pérdida de calidad, y que complementan mensajes o los sustituyen directamente. Desde su integración en redes sociales hasta su uso en aplicaciones como Slack, estos archivos se han convertido en herramientas versátiles para expresar emociones y aligerar conversaciones, agilizando así el uso de herramientas de comunicación.

Filtros y realidad aumentada

Los filtros de realidad aumentada, popularizados por Snapchat y expandidos en uso por apps como Instagram, han transformado las formas de interactuar con las cámaras de nuestros móviles, con los que ahora podemos expresarnos con tonos desenfadados, o incluso, tapar nuestro fondo de pantalla con un fondo gracioso con un tono divertido, a la par que protegemos nuestra intimidad. Desde transformar rostros hasta añadir elementos animados, estos filtros han abierto nuevas posibilidades para personalizar y hacer más divertidas las experiencias digitales.

El diseño digital no tiene por qué ser serio todo el tiempo. Integrar momentos de diversión en una interfaz puede hacer que la experiencia sea más amena y memorable, sin necesidad de comprometer su utilidad. Pequeños detalles, como una animación inesperada o un mensaje con un toque de humor, pueden marcar la diferencia en cómo las personas perciben y disfrutan una plataforma. Al final, se trata de encontrar el equilibrio adecuado para que la tecnología, además de funcionar bien, también se sienta cercana y amigable.


Foto de portada de Nick Fewings en Unsplash.