El gran rearme de Europa es un peligroso cóctel que amenaza con explotar en las manos del BCE

Parece que el Banco Central Europeo (BCE) se está ganando el apodo del 'pupas' entre los grandes bancos centrales del mundo. Ser la institución competente en materia monetaria de 19 países supone tener 19 preocupaciones (como tener 19 hijos): crisis, economías que crecen por encima de su potencial, sensibilidades nacionales, diferentes propensiones al ahorro... Y ahora que todos parecen ir a una con la necesidad de rearmar a Europa, el BCE vuelve a ser uno de los grandes señalados. En pleno ciclo de recortes de tipos, la masiva inversión en defensa (aparte de las dudas sobre su financiación) solo promete generar una cosa a corto plazo: más gasto e inflación. Esto ya es un dolor de cabeza para el banco central que parecía tener, por fin, encaminado el IPC. Pero lo peor puede estar por llegar. Si los países utilizan deuda (no queda otra porque nadie se va a atrever a recortar otras partidas), el BCE podría verse una vez más entre la espada y la pared, soplando y sorbiendo al mismo tiempo, es decir, intentando mantener el control de la inflación con políticas restrictivas a la vez que mantiene la sostenibilidad de la deuda pública de las soberanías europeas con compras de bonos en el mercado secundario. En medio de todo llegarán críticas de un lado y de otro, como ha ocurrido históricamente. El rearme de Europa puede terminar explotando en las manos del BCE.

Mar 13, 2025 - 09:21
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Parece que el Banco Central Europeo (BCE) se está ganando el apodo del 'pupas' entre los grandes bancos centrales del mundo. Ser la institución competente en materia monetaria de 19 países supone tener 19 preocupaciones (como tener 19 hijos): crisis, economías que crecen por encima de su potencial, sensibilidades nacionales, diferentes propensiones al ahorro... Y ahora que todos parecen ir a una con la necesidad de rearmar a Europa, el BCE vuelve a ser uno de los grandes señalados. En pleno ciclo de recortes de tipos, la masiva inversión en defensa (aparte de las dudas sobre su financiación) solo promete generar una cosa a corto plazo: más gasto e inflación. Esto ya es un dolor de cabeza para el banco central que parecía tener, por fin, encaminado el IPC. Pero lo peor puede estar por llegar. Si los países utilizan deuda (no queda otra porque nadie se va a atrever a recortar otras partidas), el BCE podría verse una vez más entre la espada y la pared, soplando y sorbiendo al mismo tiempo, es decir, intentando mantener el control de la inflación con políticas restrictivas a la vez que mantiene la sostenibilidad de la deuda pública de las soberanías europeas con compras de bonos en el mercado secundario. En medio de todo llegarán críticas de un lado y de otro, como ha ocurrido históricamente. El rearme de Europa puede terminar explotando en las manos del BCE.