Durante años el Gobierno de España ha presumido de reducir sus gastos en materia de defensa y ha sofisticado hasta el extremo sus estrategias para enmascararlos de modo que no se identificaran como tales en la ejecución presupuestaria, con la utilización intensiva del fondo para imprevistos para financiar por ejemplo el coste de las misiones militares de España en el extranjero como mecanismo estrella. Ahora que la escalada de las tensiones geopolíticas ha hecho que el viento cambie y que la inversión en defensa se convierta en una prioridad, si no en una obligación, el Gobierno se afana en buscar las vueltas para que la factura le sea lo menos gravosa posible , financiera y políticamente. No le va a...
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