El 'doppelgänger' eurovisivo: cuando varios países mandaron la misma canción con diferente título

La palabra proviene del alemán y se traduce literalmente como doble andanteDiez países que nunca han ganado Eurovisión La primera semifinal del Festival de la Canción de Eurovisión tendrá lugar este martes 13 de mayo a las 21:00 horas. Los llamados Big Five no competirán pero sí que votarán y que actuarán en las semifinales. En esta primera jornada serán los turnos de Italia y de España. Melody, interpretará Esa Diva, en una actuación que han advertido que no será exactamente igual que la que se verá en la gran final del sábado 17 de mayo, también a las 21:00 horas.  No hace falta ser musicólogo para tener la sensación de que algunas canciones de Eurovisión suenan peligrosamente parecidas entre sí. ¿Dejá vu sonoro? ¿Coincidencias inevitables en la era del pop global? ¿O el síntoma de que muchos países siguen la misma fórmula con la esperanza de ganar? Sea como sea, el festival está lleno de momentos en los que varias delegaciones han mandado lo que, a oídos del espectador medio, parece la misma canción con otro título, otra cara y otro país detrás.He aquí una selección de algunos de los ejemplos más flagrantes —o más divertidos— de este fenómeno que podríamos llamar “el síndrome del doppelgänger eurovisivo”. ¿Qué es un “doppelgänger eurovisivo”? La palabra doppelgänger proviene del alemán y se traduce literalmente como doble andante. En literatura, cine y cultura pop, se usa para describir a un doble fantasmal o alternativo de una persona, una versión casi idéntica, pero que no es la original. El concepto aparece en novelas góticas, películas de ciencia ficción y relatos de identidades duplicadas. En el caso de Eurovisión, hablamos de doppelgängers musicales: canciones presentadas por países diferentes, en años cercanos (o incluso en la misma edición), que comparten estructura, estilo, arreglos, tono, atmósfera e incluso coreografía. No se trata necesariamente de plagio, sino de un fenómeno más sutil: canciones distintas, pero tan parecidas que parecen la misma disfrazada. De ahí que podamos hablar del síndrome del doppelgänger eurovisivo: la repetición deliberada o inconsciente de fórmulas que ya funcionaron en el pasado, con la esperanza de replicar el éxito… aunque sea con otra voz, otro idioma o con una bandera diferente detrás. 1. Suecia 2012 vs Azerbaiyán 2013: el reinado del pop melancólico La victoria de Loreen con Euphoria en 2012 no solo revolucionó la estética del festival, también marcó un antes y un después en la producción musical eurovisiva. Un año después, Azerbaiyán presentó Hold Me, de Farid Mammadov, con una estructura y ambientación tan similar que muchos la apodaron en redes como “Euphoria 2.0”. La canción azerí tenía la misma progresión emocional: arranque suave, subida dramática y estallido final. También replicaba el estilo de puesta en escena minimalista y coreografía íntima. No ganó, pero quedó segunda. El mensaje era claro: si funciona una vez, ¿por qué no intentarlo otra? 2. Noruega 2018 vs Suiza 2019: fiesta balcánica con esteroides En 2018, el grupo noruego Alexander Rybak volvió al escenario con That’s How You Write a Song. Aunque no caló entre el público como en su primera victoria (2009), dejó un patrón reconocible: pop festivo, coníntros hablados y sonoridad étnica suave. Un año más tarde, Suiza presentó a Luca Hänni con She Got Me, con una producción muy similar pero con coreografía explosiva y más percusión tribal. El tema suizo —bautizado por eurofans como “la canción de Ricky Martin suizo”— quedó cuarto. Si bien ambas canciones tenían personalidades distintas, su base rítmica, temática y puesta en escena fueron casi intercambiables. 3. Eslovenia 2007 vs Serbia 2008: baladas balcánicas de fotocopia La región de los Balcanes ha generado algunas de las baladas más intensas de la historia de Eurovisión. En 2007, Eslovenia envió Cvet z juga, una canción poderosa en esloveno con fuerte carga emocional. Al año siguiente, Serbia (ya como país independiente tras la disolución de Serbia y Montenegro), mandó Oro de Jelena Tomašević. Ambas compartían estructura de crescendo, uso de instrumentos tradicionales, arreglos orquestales y dramatismo vocal. Aunque Oro tuvo más éxito, muchos espectadores identificaron una repetición deliberada del tipo de canción que había funcionado en la región. 4. Estonia 2015 vs Suecia 2016: el pop nórdico ya viene de fábrica En 2015, Estonia sorprendió con Goodbye to Yesterday, un tema íntimo, sobrio y con aire cinematográfico interpretado por Elina Born y Stig Rästa. Un año después, Suecia apostó por Frans y su canción If I Were Sorry: otro tema melancólico, con voz masculina suave, atmósfera nocturna y letra introspectiva.

May 13, 2025 - 08:54
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El 'doppelgänger' eurovisivo: cuando varios países mandaron la misma canción con diferente título

El 'doppelgänger' eurovisivo: cuando varios países mandaron la misma canción con diferente título

La palabra proviene del alemán y se traduce literalmente como doble andante

Diez países que nunca han ganado Eurovisión

La primera semifinal del Festival de la Canción de Eurovisión tendrá lugar este martes 13 de mayo a las 21:00 horas. Los llamados Big Five no competirán pero sí que votarán y que actuarán en las semifinales. En esta primera jornada serán los turnos de Italia y de España. Melody, interpretará Esa Diva, en una actuación que han advertido que no será exactamente igual que la que se verá en la gran final del sábado 17 de mayo, también a las 21:00 horas. 

No hace falta ser musicólogo para tener la sensación de que algunas canciones de Eurovisión suenan peligrosamente parecidas entre sí. ¿Dejá vu sonoro? ¿Coincidencias inevitables en la era del pop global? ¿O el síntoma de que muchos países siguen la misma fórmula con la esperanza de ganar? Sea como sea, el festival está lleno de momentos en los que varias delegaciones han mandado lo que, a oídos del espectador medio, parece la misma canción con otro título, otra cara y otro país detrás.He aquí una selección de algunos de los ejemplos más flagrantes —o más divertidos— de este fenómeno que podríamos llamar “el síndrome del doppelgänger eurovisivo”.

¿Qué es un “doppelgänger eurovisivo”?

La palabra doppelgänger proviene del alemán y se traduce literalmente como doble andante. En literatura, cine y cultura pop, se usa para describir a un doble fantasmal o alternativo de una persona, una versión casi idéntica, pero que no es la original. El concepto aparece en novelas góticas, películas de ciencia ficción y relatos de identidades duplicadas.

En el caso de Eurovisión, hablamos de doppelgängers musicales: canciones presentadas por países diferentes, en años cercanos (o incluso en la misma edición), que comparten estructura, estilo, arreglos, tono, atmósfera e incluso coreografía. No se trata necesariamente de plagio, sino de un fenómeno más sutil: canciones distintas, pero tan parecidas que parecen la misma disfrazada. De ahí que podamos hablar del síndrome del doppelgänger eurovisivo: la repetición deliberada o inconsciente de fórmulas que ya funcionaron en el pasado, con la esperanza de replicar el éxito… aunque sea con otra voz, otro idioma o con una bandera diferente detrás.

1. Suecia 2012 vs Azerbaiyán 2013: el reinado del pop melancólico

La victoria de Loreen con Euphoria en 2012 no solo revolucionó la estética del festival, también marcó un antes y un después en la producción musical eurovisiva. Un año después, Azerbaiyán presentó Hold Me, de Farid Mammadov, con una estructura y ambientación tan similar que muchos la apodaron en redes como “Euphoria 2.0”.

La canción azerí tenía la misma progresión emocional: arranque suave, subida dramática y estallido final. También replicaba el estilo de puesta en escena minimalista y coreografía íntima. No ganó, pero quedó segunda. El mensaje era claro: si funciona una vez, ¿por qué no intentarlo otra?

2. Noruega 2018 vs Suiza 2019: fiesta balcánica con esteroides

En 2018, el grupo noruego Alexander Rybak volvió al escenario con That’s How You Write a Song. Aunque no caló entre el público como en su primera victoria (2009), dejó un patrón reconocible: pop festivo, coníntros hablados y sonoridad étnica suave.

Un año más tarde, Suiza presentó a Luca Hänni con She Got Me, con una producción muy similar pero con coreografía explosiva y más percusión tribal. El tema suizo —bautizado por eurofans como “la canción de Ricky Martin suizo”— quedó cuarto. Si bien ambas canciones tenían personalidades distintas, su base rítmica, temática y puesta en escena fueron casi intercambiables.

3. Eslovenia 2007 vs Serbia 2008: baladas balcánicas de fotocopia

La región de los Balcanes ha generado algunas de las baladas más intensas de la historia de Eurovisión. En 2007, Eslovenia envió Cvet z juga, una canción poderosa en esloveno con fuerte carga emocional.

Al año siguiente, Serbia (ya como país independiente tras la disolución de Serbia y Montenegro), mandó Oro de Jelena Tomašević. Ambas compartían estructura de crescendo, uso de instrumentos tradicionales, arreglos orquestales y dramatismo vocal. Aunque Oro tuvo más éxito, muchos espectadores identificaron una repetición deliberada del tipo de canción que había funcionado en la región.

4. Estonia 2015 vs Suecia 2016: el pop nórdico ya viene de fábrica

En 2015, Estonia sorprendió con Goodbye to Yesterday, un tema íntimo, sobrio y con aire cinematográfico interpretado por Elina Born y Stig Rästa. Un año después, Suecia apostó por Frans y su canción If I Were Sorry: otro tema melancólico, con voz masculina suave, atmósfera nocturna y letra introspectiva.

Ambos temas podrían haber salido del mismo álbum de un artista escandinavo indie. La diferencia estuvo en la acogida: Suecia quedó quinta, Estonia séptima. Aunque diferentes en tono, ambas competían por el mismo nicho sonoro.

5. Rusia 2016 vs Moldavia 2018: mismo productor, misma fórmula, distinto país

En 2016, Rusia presentó a Sergey Lazarev con You Are the Only One, una propuesta visualmente impactante que combinaba pop épico y proyecciones en 3D con un estribillo pegadizo. Fue una de las grandes favoritas y terminó tercera. Detrás del tema estaba Philipp Kirkorov, estrella rusa reconvertida en productor eurovisivo.

Dos años después, Moldavia presentó My Lucky Day, de DoReDos, una canción mucho más ligera pero con el mismo equipo creativo detrás. Y se notó: la estructura pop, el tono teatral, el humor y la puesta en escena con puertas que se abrían y cerraban en sincronía formaban un “espectáculo Kirkorov” reconocible al instante. Aunque en tono más cómico, la canción seguía la misma lógica: impacto visual y coreografía milimetrada al servicio de una canción pegajosa.

¿Coincidencia, estrategia o plagio?

Eurovisión no es ajeno a las acusaciones de plagio. Cada año surgen vídeos de “comparaciones” entre candidaturas. En ocasiones hay fundamentos: en 2008, Plagiarism Watch denunció similitudes entre la canción de Ucrania y temas de Rihanna. Otras veces se trata más bien de tendencias: cuando un país gana con un sonido determinado, otros suelen replicarlo en ediciones siguientes.

Esto no ocurre solo con la música: también se imitan puestas en escena, paletas de colores, iluminación, incluso movimientos de cámara. El festival se ha convertido en un campo de batalla audiovisual en el que repetir lo que funcionó puede ser tan arriesgado como innovar demasiado.

La paradoja es que, a veces, repetir funciona. Copiar lo que triunfó un año puede no sonar muy inspirador, pero puede llevarte a un top 5. Lo difícil es encontrar el equilibrio: inspirarse sin clonarse, competir sin camuflarse.

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