Es el momento de ellos, de esa generación de talentos en gran parte surgida de la calle, de los campos de tierra y amamantada en
La Masia.
Lamine Yamal es descarado, atrevido y desenfadado. Hace lo que quiere, lo primero que le sale de la cabeza. ¿Un regate? pues driblo. ¿Centro con el exterior? Pues ahí la pongo. Y si tengo que disparar, pues tiro a romper la red. Y es una generación que quiere aprovechar su tiempo exitoso. Están triunfando. Viviendo los mejores años de su vida.
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