'El contable 2', con Ben Affleck: perfecta para antes o después de la declaración de la Renta
Perfecta para antes o después de la declaración de la renta

Siento que, entre los estrenos de Novocaine y Amateur, ya he comentado mucho por aquí la tendencia iniciada por John Wick por la que, últimamente, toda estrella de Hollywood intenta arrancar su propia franquicia de películas de acción, así que iré directo al grano (pero busquen esas críticas si quieren más debate sobre el tema). El contable se estrenó en 2016, presentando a un héroe con autismo y experto en artes marciales llamado Christian Wolf. Lo interpretaba Ben Affleck, cuyo físico recién trabajado para Batman encajaba de forma inusual pero efectiva con cierta incomodidad social que siempre ha desprendido. Ben Affleck triste o desesperado ya es un meme universal, pero eso no quita que nos lo creamos repartiendo galletas.
La fórmula funcionó (155 millones de dólares en todo el mundo, con un presupuesto de 44) y ahora, nueve años después, se rescata. Ben Affleck produce (Matt Damon también, el logo de su compañía conjunta, Artists Equity, abre el largo junto al de Warner Brothers y el de MGM/Amazon) y Jon Bernthal, que ya daba vida al hermano del protagonista, regresa con elevada presencia. La dinámica entre los dos actores y sus personajes funciona, encontrándose ambos intérpretes en un momento dulce de su carrera, en el que son capaces de escoger y diseñar personajes con la mayor complejidad posible (repito, posible) y dotarles de alma a través de su carisma.
Haber visto la primera parte ayuda mucho, especialmente a conectar con lo humano de la cinta. Por su parte, la acción surge con la torpeza y la precisión de los diálogos de su protagonista y, excepto por el casi obligado exceso de una secuencia final correcta, está bien diseñada, montada y presentada. El único problema de esta muy entretenida secuela es esa manía que tiene el cine comercial americano de cubrir acción con zonas grises o directamente falsas del imaginario científico reciente.
A Hollywood le encanta que aquellos con Asperger sean genios desde que Rain Man se puso a contar palillos y lo de que una madre puede levantar un camión si se pone nerviosa. Esta pereza argumental sobrevolaba la primera parte, pero aquí es, en ocasiones, vergonzosa. Ni las personas con autismo deberían necesitar ser genios, ni las madres Hércules para protagonizar una película. Bastante tienen con soportarnos al resto.