Del dolo a los algoritmos: ¿puede la IA contribuir a una justica más previsible y equitativa?

En un reciente twit, Elon Musk sostuvo que la inteligencia artificial (IA) "pronto superará a médicos y abogados". Aunque su afirmación puede parecer apresurada y extrema, es innegable que está transformando múltiples disciplinas y que se está convirtiendo en una herramienta imprescindible.En estas líneas, intentaremos relacionar la IA con una de las cuestiones más complejas y debatidas del derecho penal: la delimitación entre el dolo y la culpa que, en palabras del jurista alemán Hanz Welzel, representa "una de las preguntas más difíciles y discutida del derecho penal"Esa difusa frontera entre dolo y culpa genera serias desigualdades y arbitrariedades que muchas veces repercuten en la proporcionalidad de las penas y afecta el valor justicia, fin último del derecho penal."Efecto Baltimore" Sturzenegger alerta que pueden pasar "cosas desagradables" con la IA: por qué insiste en desregular Patricia ValliOpinión Cómo la desinformación busca oscurecer el gobierno y la democracia Oscar MoscarielloLa dificultad en la determinación del dolo eventualNuestro código penal carece de una definición de dolo, cuestión que otorga cierto margen de libertad a los jueces para escoger alguna de las que proporciona la doctrina. Tal discrecionalidad conspira contra la igualdad por la cantidad y variedad de teorías y sus dispares consecuencias. El otro inconveniente tiene que ver con las dificultades procesales que tienen los jueces para acceder a la cabeza del autor, que es en donde se define la existencia o inexistencia de dolo.En efecto, dolo es intención; más precisamente, es conocimiento y voluntad de realizar un tipo penal. Sin embargo, en el dolo eventual ese conocimiento y esa voluntad son más débiles; alcanza con demostrar que el sujeto se representó el resultado (conocimiento) y que lo aceptó o que fue indiferente ante su acaecimiento (voluntad).Esa indiferencia ante él resultado, en cuanto actitud interna o emocional del sujeto, es muy difícil de demostrar dentro de un proceso penal, lo que genera resoluciones intuitivas, discrecionales y a veces injustas, pues se hace un paralelismo con lo que un hombre medio tuvo que haber sabido en el momento del hecho acudiendo a las reglas de la sana crítica, la experiencia y de la lógica. En otras palabras, se generaliza el dolo.Por ello, algunos autores vienen proponiendo esa generalización para lograr cierta uniformidad en su aplicación. Entienden que, más que indagar en la actitud interna de un sujeto, hay que trabajar directamente sobre las conductas o peligros que el ordenamiento exige que se tomen en cuenta bajo amenaza de una pena por un delito doloso. Es decir, en lugar de indagar en la mente del autor, se deben separar los peligros que ameritan imputación dolosa y los peligros que encajan en la culpa. Esta posición, no tan alejada de la realidad judicial que suele atribuir el dolo en base a lo que el sujeto "debió haber sabido o conocido" y no en base a lo que el sujeto verdaderamente conoció, ayudará a la seguridad jurídica, en tanto podrá saberse de antemano cuales riesgos encuadran en dolo y cuáles en el delito imprudente.El rol de la IA en la determinación del doloSuficiente peligrosidad y probabilidad de producción del resultado son situaciones elásticas y por ende manipulables por el ser humano. Dotarlas de contenido puede ser una tarea más sencilla y precisa para la IA mediante el análisis de patrones de comportamiento valiéndose de diversos indicadores. Sólo a modo de ejemplo:Análisis predictivo de conductas: Utilizando modelos de aprendizaje automático, se podrían evaluar infinidad de casos previos y luego de nutrirla de los datos del caso, determinar y medir el grado de peligrosidad concreto de la conducta.Evaluación del contexto y antecedentes: La IA podría analizar decisiones previas del sujeto, identificando si ha mostrado una actitud sistemática de indiferencia ante riesgos similares.Modelos de simulación: Mediante simulaciones, se podría evaluar cuál era el nivel de riesgo que el sujeto percibía y su actitud frente a este.En esta línea, la IA podría establecer parámetros normativos más precisos, permitiendo evaluar con mayor exactitud factores como:La probabilidad de que ocurra el resultado lesivo.La capacidad del sujeto para prever y evitar el riesgo.La gravedad y la inminencia del peligro generado.La importancia del bien jurídico amenazado.La dominabilidad del curso causal, etcConclusiónSin dudas que la aplicación de la IA en el derecho penal plantea retos éticos y técnicos, pero también ofrece una oportunidad para reducir la discrecionalidad judicial y contribuir a una justicia más objetiva, confiable y, sobre todo, predecible y equitativa.Si bien difícilmente pueda reemplazar el juicio y criterio humano que debe sustentar toda decisión penal, su capacidad para analizar grandes volúmenes de datos y detectar patrones podría constituir una herramienta clave para los jueces y contribuir a una justicia más previsible y uniforme.

Feb 20, 2025 - 18:41
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Del dolo a los algoritmos: ¿puede la IA contribuir a una justica más previsible y equitativa?

En un reciente twit, Elon Musk sostuvo que la inteligencia artificial (IA) "pronto superará a médicos y abogados". Aunque su afirmación puede parecer apresurada y extrema, es innegable que está transformando múltiples disciplinas y que se está convirtiendo en una herramienta imprescindible.

En estas líneas, intentaremos relacionar la IA con una de las cuestiones más complejas y debatidas del derecho penal: la delimitación entre el dolo y la culpa que, en palabras del jurista alemán Hanz Welzel, representa "una de las preguntas más difíciles y discutida del derecho penal"

Esa difusa frontera entre dolo y culpa genera serias desigualdades y arbitrariedades que muchas veces repercuten en la proporcionalidad de las penas y afecta el valor justicia, fin último del derecho penal.

La dificultad en la determinación del dolo eventual

Nuestro código penal carece de una definición de dolo, cuestión que otorga cierto margen de libertad a los jueces para escoger alguna de las que proporciona la doctrina. Tal discrecionalidad conspira contra la igualdad por la cantidad y variedad de teorías y sus dispares consecuencias. El otro inconveniente tiene que ver con las dificultades procesales que tienen los jueces para acceder a la cabeza del autor, que es en donde se define la existencia o inexistencia de dolo.

En efecto, dolo es intención; más precisamente, es conocimiento y voluntad de realizar un tipo penal. Sin embargo, en el dolo eventual ese conocimiento y esa voluntad son más débiles; alcanza con demostrar que el sujeto se representó el resultado (conocimiento) y que lo aceptó o que fue indiferente ante su acaecimiento (voluntad).

Esa indiferencia ante él resultado, en cuanto actitud interna o emocional del sujeto, es muy difícil de demostrar dentro de un proceso penal, lo que genera resoluciones intuitivas, discrecionales y a veces injustas, pues se hace un paralelismo con lo que un hombre medio tuvo que haber sabido en el momento del hecho acudiendo a las reglas de la sana crítica, la experiencia y de la lógica. En otras palabras, se generaliza el dolo.

Por ello, algunos autores vienen proponiendo esa generalización para lograr cierta uniformidad en su aplicación. Entienden que, más que indagar en la actitud interna de un sujeto, hay que trabajar directamente sobre las conductas o peligros que el ordenamiento exige que se tomen en cuenta bajo amenaza de una pena por un delito doloso. Es decir, en lugar de indagar en la mente del autor, se deben separar los peligros que ameritan imputación dolosa y los peligros que encajan en la culpa.

Esta posición, no tan alejada de la realidad judicial que suele atribuir el dolo en base a lo que el sujeto "debió haber sabido o conocido" y no en base a lo que el sujeto verdaderamente conoció, ayudará a la seguridad jurídica, en tanto podrá saberse de antemano cuales riesgos encuadran en dolo y cuáles en el delito imprudente.

El rol de la IA en la determinación del dolo

Suficiente peligrosidad y probabilidad de producción del resultado son situaciones elásticas y por ende manipulables por el ser humano. Dotarlas de contenido puede ser una tarea más sencilla y precisa para la IA mediante el análisis de patrones de comportamiento valiéndose de diversos indicadores. Sólo a modo de ejemplo:

  • Análisis predictivo de conductas: Utilizando modelos de aprendizaje automático, se podrían evaluar infinidad de casos previos y luego de nutrirla de los datos del caso, determinar y medir el grado de peligrosidad concreto de la conducta.
  • Evaluación del contexto y antecedentes: La IA podría analizar decisiones previas del sujeto, identificando si ha mostrado una actitud sistemática de indiferencia ante riesgos similares.
  • Modelos de simulación: Mediante simulaciones, se podría evaluar cuál era el nivel de riesgo que el sujeto percibía y su actitud frente a este.

En esta línea, la IA podría establecer parámetros normativos más precisos, permitiendo evaluar con mayor exactitud factores como:

  • La probabilidad de que ocurra el resultado lesivo.
  • La capacidad del sujeto para prever y evitar el riesgo.
  • La gravedad y la inminencia del peligro generado.
  • La importancia del bien jurídico amenazado.
  • La dominabilidad del curso causal, etc

Conclusión

Sin dudas que la aplicación de la IA en el derecho penal plantea retos éticos y técnicos, pero también ofrece una oportunidad para reducir la discrecionalidad judicial y contribuir a una justicia más objetiva, confiable y, sobre todo, predecible y equitativa.

Si bien difícilmente pueda reemplazar el juicio y criterio humano que debe sustentar toda decisión penal, su capacidad para analizar grandes volúmenes de datos y detectar patrones podría constituir una herramienta clave para los jueces y contribuir a una justicia más previsible y uniforme.