Cosas que hacíamos con el móvil en 2005 y hoy nos darían vergüenza

En 2005, tener un móvil era símbolo de libertad y ya algo común. Nos sentíamos conectados, modernos y listos para comernos el mundo, aunque la tecnología todavía fuera torpe, lenta y limitada. Hoy miramos atrás y nos reímos, pero hay algo entrañable en aquellas costumbres que marcaron una generación. Esto es lo que hacíamos con … Continuar leyendo "Cosas que hacíamos con el móvil en 2005 y hoy nos darían vergüenza"

May 10, 2025 - 21:18
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Cosas que hacíamos con el móvil en 2005 y hoy nos darían vergüenza

En 2005, tener un móvil era símbolo de libertad y ya algo común. Nos sentíamos conectados, modernos y listos para comernos el mundo, aunque la tecnología todavía fuera torpe, lenta y limitada. Hoy miramos atrás y nos reímos, pero hay algo entrañable en aquellas costumbres que marcaron una generación. Esto es lo que hacíamos con el móvil en 2005 y que ahora nos costaría reconocer.

Fotos frente al espejo con el flash a tope

Una escena que se repite en la memoria de todos: el baño, el espejo, y tú con cara intensa sujetando un móvil con tapa. No importaba que el flash tapara media cara o que la cámara tuviera una resolución de risa. En 2005 esa era nuestra forma de mostrarnos al mundo. Hoy, esa imagen da escalofríos, pero en su día era puro estilo.

El politono más escandaloso gana

Los tonos de llamada eran casi una competición. Si sonaba Gasolina o Aserejé cuando te llamaban, te convertías automáticamente en el centro de atención. Y lo mejor, muchos politonos eran grabados directamente del altavoz de otro móvil, con calidad dudosa. Aun así, nos encantaban. Cada uno tenía su banda sonora personal. Ahora los llevamos siempre en silencio o con una vibración discreta.

El ritual del infrarrojo

Compartir una canción o un chiste era todo un proceso. Los móviles debían estar perfectamente alineados, espalda con espalda. Si se separaban un milímetro, el archivo se cancelaba. Y allí nos quedábamos, mirando cómo avanzaba una barra de progreso infinita por un archivo llamado «chistefinalbuenisimo.mp3». Todo eso, para luego escucharlo en unos auriculares que venían de serie y eran un suplicio.

Guardar SMS como si fueran cartas

Un mensaje bonito valía su peso en oro. Lo guardábamos, lo releíamos y, si hacía falta, lo pasábamos a otro móvil escribiéndolo a mano. El almacenamiento era limitado, pero el apego era real. Esos “buenas noches