Cien años de Yukio Mishima: el escritor que desafió a Japón con su controvertida obra

En otoño, la editorial Anaya publicará la adaptación de 'El cachondeo de las bestias' para su conmemoración.

Feb 10, 2025 - 07:55
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Cien años de Yukio Mishima: el escritor que desafió a Japón con su controvertida obra

El 14 de enero se cumple el centenario del nacimiento del escritor Yukio Mishima, una de las figuras más controvertidas de Japón. En una era en la que su país abrazaba el estilo de vida occidental, Mishima —junto a cuatro miembros de su sociedad privada— ingresó el 25 de noviembre de 1970 en el cuartel general de las Fuerzas de Autodefensa de Japón en Tokio y reclamó la vuelta del emperador y la inmediata abolición de la constitución inspirada en Occidente. Tras el fracaso de su intento de golpe, realizó el seppuku, un suicidio ritual samurái, y fue decapitado por su compañero Masakatsu Morita, que también se suicidó posteriormente.

"La visión que se tiene en Mishima desde el 2000 ha cambiado, porque los lectores han cambiado. Estamos más atentos a cuestiones que en su día resultaron escandalosas. Además, se convirtió en una celebridad en Japón con tan solo 24 años con motivo de la publicación de Confesiones de una máscara, que hoy en día catalogaríamos de autoficcional, donde hablaba de su homosexualidad reprimida y de las máscaras que uno debía ponerse en sociedad", explica Marta Barrio, editora de Anaya, casa que ha publicado buena parte de su obra en español y que en otoño lanzará El cachondeo de las bestias. Para conmemorar esta fecha, en Japón se puede visitar una exposición en Gakushuin Women’s College en Tokio sobre la amistad entre Yukio Mishima y Donald Keene.

A pesar de su sentido nacionalista, Mishima fue permeable a las corrientes estéticas occidentales. Gran parte de sus referentes eran extranjeros: Rilke, Nietzsche, Racine, Thomas Mann... Sus gustos eran eclécticos. Reverenciaba el teatro japonés Nō, que describía como "un templo de belleza", que trasladó a la modernidad mediante piezas de teatro contemporáneas.

Del teatro kabuki, adoraba la estilización de lo grotesco, la exaltación de las pulsiones humanas y el equilibrio entre humor y tragedia, características que integró en su escritura. Él mismo actuó en el cine como personaje secundario —asesinos, mafiosos—, y tuvo varios amantes onnagata (actores que interpretan papeles femeninos). Incluso cantó para la banda sonora de una película. Se casó por conveniencia, alentado por su familia.

Siempre se arrepintió de fingir una enfermedad para evitar ser reclutado en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial. En 1944, durante los últimos años del conflicto, fue convocado para un examen médico militar. Deseaba unirse al ejército, pero temía por su salud, así que simuló tuberculosis.

Criticó la deriva capitalista y materialista de Japón y alabó los códigos samuráis, pero siguió cultivando el placer por la arquitectura occidental: su casa integraba elementos de sus viajes. Obsesionado por la belleza de las esculturas griegas, se obstinó en moldear su cuerpo y en exhibirlo, una manera de preparar su acto definitivo, su muerte por harakiri. Bebía jerez y fumaba puros. Todo lo sublimaba: exageradamente preciso con el lenguaje, coleccionaba palabras.

Traducir a Yukio Mishima implica más que versar palabras de un idioma a otro, significa adentrarse en la riqueza de una cultura y en la complejidad de un autor. Fernando Cordobés y Yoko Ogihara, responsables de la traducción de La estrella más hermosa, una comedia negra que cuenta la historia de la familia Osugi publicada el pasado marzo por Anaya, se enfrentaron al desafío con meticulosidad.

"En el caso de Mishima, hemos tratado de ser lo más fieles posible a su estilo y respetuosos con el carácter tan definido de su narrativa", explica Cordobés. Ser fiel a un autor como Mishima, conocido por su prosa rica y detallada, no es sencillo. "A veces hay que adaptar ligeramente el texto, explicar determinadas cuestiones con algún añadido o recurrir a notas a pie de página cuando se trata de términos intraducibles. Pero siempre con cuidado de no modificar la esencia", aclara el traductor.

La obra de Mishima está arraigada en la cultura japonesa, con constantes referencias a tradiciones como el teatro Nō o conceptos de una civilización milenaria. Sin embargo, su capacidad para transformar lo local en universal ha garantizado que sus temas —el honor, la muerte, la belleza o el erotismo— sigan resonando. "Sus temas no son japoneses en sentido estricto, sino universales. Con su talento, trasciende sus fronteras y los incorpora al acervo cultural de la humanidad. Mishima sabía cómo plantear cuestiones específicas del mundo japonés para que todo el mundo lo entendiera", afirma Cordobés.

En 2025, año del centenario de su nacimiento, Mishima es ineludible. "En Japón es un autor muy leído e influyente. El país ha cambiado mucho desde su muerte y es posible que las generaciones más jóvenes tengan una relación diferente con él", opina Cordobés. Y añade: "En cuanto al mundo hispanohablante, es sorprendente el interés que todavía despierta, no solo por la fascinación que suscita la cultura japonesa, sino también por su enorme personalidad literaria".

El centenario es una oportunidad para reflexionar sobre su impacto. "Si sirve para revitalizar su importancia como autor literario, para profundizar en su obra y entender el contexto sociocultural que le tocó vivir, será una gran oportunidad", señala Cordobés. No obstante, advierte del riesgo de que se utilice su figura pública o política con fines ajenos a la literatura.

Su biografía, marcada por puntos de giro y un desenlace trágico, tiende a ocultar su maestría literaria. Yasunari Kawabata lo apadrinó; cuando Mishima publicó su novela con tintes autobiográficos, Confesiones de una máscara, a los 24 años, el público y la crítica lo alabaron. Mishima es una figura polarizadora, cuya vida y obra generan debate y análisis.