Bostezos, falta de concentración... Las claves de una enfermera para mejorar el sueño y las notas de tu hijo
Garantizar una nutrición sana y un sueño reparador permite que los niños afronten los retos escolares de manera más serena, concentrada y segura, pero es un hábito que, a determinada edad, no es tan fácil para las familias de cumplir como parece. De hecho es un problema que Laura Bello, enfermera en The English Montessori School ( TEMS ), reconoce ver a diario. «En la etapa de la adolescencia es muy común que los chicos y chicas lleguen al colegio con signos claros de falta de descanso: bostezos constantes, falta de concentración en las primeras horas del día, incluso cambios de humor. Y no es por falta de voluntad, sino porque su reloj biológico cambia. Muchos de ellos, aunque se acuesten pronto, no consiguen conciliar el sueño con facilidad. Es algo que no solo afecta al rendimiento académico, sino también a su bienestar general ». Porque dormir bien, explica esta enfermera, «permite que el cerebro procese, reorganice y consolide lo aprendido, fortaleciendo las conexiones neuronales que sostienen la memoria y el pensamiento crítico. La falta de descanso no solo disminuye el rendimiento académico, sino que afecta el estado emocional y la capacidad de autogestión del niño. Por ello, establecer rutinas de sueño estables que respeten las necesidades individuales de descanso, y evitar el trasnoche antes de exámenes, ayuda a que los niños se mantengan equilibrados, atentos y emocionalmente disponibles para el aprendizaje». No es fácil establecer esas rutinas y alcanzar las horas necesarias que, según Bello, serían entre 8 y 10 horas diarias . «Sé que suena difícil, pero cuando logran acercarse a ese número, se nota. En su piel, en su actitud, en su forma de enfrentarse al día. Y cuando no es posible, al menos mantener una regularidad en los horarios ayuda mucho. Sabemos que hay excusas todos los días. Lo entendemos. Por eso es tan importante establecer rutinas claras. Involucrarles funciona . Proponer que construyan su propia rutina, con ciertos límites acordados, suele generar mejores resultados. Si sienten que tienen algo de control, son más receptivos. No es lo mismo decirles 'a las diez se apaga todo', que 'vamos a probar juntos una rutina para ver si te ayuda a descansar mejor y rendir más'», sugiere. La clave, asegura Bello, está en hacerles partícipes del proceso . «No sirve de mucho darles un sermón sobre los beneficios del sueño; muchas veces lo saben, pero no lo sienten como una prioridad. Desde el colegio lo abordamos desde la educación emocional y la autorresponsabilidad: que entiendan cómo les afecta dormir poco, cómo cambia su energía, su memoria, incluso su humor. Preguntarles cómo se sienten después de una buena noche de descanso, por ejemplo, ayuda a que ellos mismos lo valoren. El diálogo debe ser desde la comprensión, no desde la imposición». El desarrollo integral del niño , insiste esta enfermera, es un principio fundamental. «No solo se relaciona directamente al crecimiento intelectual, sino también a la formación emocional, física y social. En este contexto, hay un aspecto que muchas veces no se asocia la alimentación con el sueño, pero están más conectados de lo que pensamos. Ofrecer alimentos que nutran el cuerpo y la mente resulta esencial. por ejemplo las frutas ricas en antioxidantes como los arándanos, verduras de hoja verde como la espinaca, y fuentes de omega-3 como el salmón y las nueces, ayudan a fortalecer las funciones cognitivas, mejoran la memoria y mantienen niveles óptimos de energía», sugiere. También los cereales integrales y las legumbres, apunta, «proporcionan energía de liberación lenta, favoreciendo la concentración durante las actividades escolares y las evaluaciones. La hidratación, a través del consumo constante de agua, también juega un papel clave en la claridad mental y el estado de alerta». Para apoyar a los niños en su rendimiento académico respetando su desarrollo natural, es importante integrar pequeños hábitos saludables en el día a día. Algunas sugerencias concretas compartidas por esta profesional del TEMS son: Planificar comidas equilibradas que incluyan frutas, verduras, cereales integrales, proteínas saludables y suficiente agua, especialmente en épocas de evaluaciones. Evitar alimentos ultraprocesados o con alto contenido de azúcares refinados, ya que pueden afectar la concentración y generan fluctuaciones en los niveles de energía. Mantener una rutina de sueño regular , asegurándose de que el niño duerma las horas recomendadas para su edad, incluso los fines de semana. Fomentar momentos de relajación antes de dormir , evitando pantallas y estimulando actividades como la lectura tranquila o la meditación guiada. Respetar el ritmo individual del niño , observando si necesita tiempos de descanso adicionales o momentos de pausa antes de los exámenes. Pequeñas acciones cotidianas, cuando se realizan con conciencia y constancia, tienen un gran impacto en el bienestar, la autonomía y el rendimiento académico de los niños. En definitiva, concluye esta exper
Garantizar una nutrición sana y un sueño reparador permite que los niños afronten los retos escolares de manera más serena, concentrada y segura, pero es un hábito que, a determinada edad, no es tan fácil para las familias de cumplir como parece. De hecho es un problema que Laura Bello, enfermera en The English Montessori School ( TEMS ), reconoce ver a diario. «En la etapa de la adolescencia es muy común que los chicos y chicas lleguen al colegio con signos claros de falta de descanso: bostezos constantes, falta de concentración en las primeras horas del día, incluso cambios de humor. Y no es por falta de voluntad, sino porque su reloj biológico cambia. Muchos de ellos, aunque se acuesten pronto, no consiguen conciliar el sueño con facilidad. Es algo que no solo afecta al rendimiento académico, sino también a su bienestar general ». Porque dormir bien, explica esta enfermera, «permite que el cerebro procese, reorganice y consolide lo aprendido, fortaleciendo las conexiones neuronales que sostienen la memoria y el pensamiento crítico. La falta de descanso no solo disminuye el rendimiento académico, sino que afecta el estado emocional y la capacidad de autogestión del niño. Por ello, establecer rutinas de sueño estables que respeten las necesidades individuales de descanso, y evitar el trasnoche antes de exámenes, ayuda a que los niños se mantengan equilibrados, atentos y emocionalmente disponibles para el aprendizaje». No es fácil establecer esas rutinas y alcanzar las horas necesarias que, según Bello, serían entre 8 y 10 horas diarias . «Sé que suena difícil, pero cuando logran acercarse a ese número, se nota. En su piel, en su actitud, en su forma de enfrentarse al día. Y cuando no es posible, al menos mantener una regularidad en los horarios ayuda mucho. Sabemos que hay excusas todos los días. Lo entendemos. Por eso es tan importante establecer rutinas claras. Involucrarles funciona . Proponer que construyan su propia rutina, con ciertos límites acordados, suele generar mejores resultados. Si sienten que tienen algo de control, son más receptivos. No es lo mismo decirles 'a las diez se apaga todo', que 'vamos a probar juntos una rutina para ver si te ayuda a descansar mejor y rendir más'», sugiere. La clave, asegura Bello, está en hacerles partícipes del proceso . «No sirve de mucho darles un sermón sobre los beneficios del sueño; muchas veces lo saben, pero no lo sienten como una prioridad. Desde el colegio lo abordamos desde la educación emocional y la autorresponsabilidad: que entiendan cómo les afecta dormir poco, cómo cambia su energía, su memoria, incluso su humor. Preguntarles cómo se sienten después de una buena noche de descanso, por ejemplo, ayuda a que ellos mismos lo valoren. El diálogo debe ser desde la comprensión, no desde la imposición». El desarrollo integral del niño , insiste esta enfermera, es un principio fundamental. «No solo se relaciona directamente al crecimiento intelectual, sino también a la formación emocional, física y social. En este contexto, hay un aspecto que muchas veces no se asocia la alimentación con el sueño, pero están más conectados de lo que pensamos. Ofrecer alimentos que nutran el cuerpo y la mente resulta esencial. por ejemplo las frutas ricas en antioxidantes como los arándanos, verduras de hoja verde como la espinaca, y fuentes de omega-3 como el salmón y las nueces, ayudan a fortalecer las funciones cognitivas, mejoran la memoria y mantienen niveles óptimos de energía», sugiere. También los cereales integrales y las legumbres, apunta, «proporcionan energía de liberación lenta, favoreciendo la concentración durante las actividades escolares y las evaluaciones. La hidratación, a través del consumo constante de agua, también juega un papel clave en la claridad mental y el estado de alerta». Para apoyar a los niños en su rendimiento académico respetando su desarrollo natural, es importante integrar pequeños hábitos saludables en el día a día. Algunas sugerencias concretas compartidas por esta profesional del TEMS son: Planificar comidas equilibradas que incluyan frutas, verduras, cereales integrales, proteínas saludables y suficiente agua, especialmente en épocas de evaluaciones. Evitar alimentos ultraprocesados o con alto contenido de azúcares refinados, ya que pueden afectar la concentración y generan fluctuaciones en los niveles de energía. Mantener una rutina de sueño regular , asegurándose de que el niño duerma las horas recomendadas para su edad, incluso los fines de semana. Fomentar momentos de relajación antes de dormir , evitando pantallas y estimulando actividades como la lectura tranquila o la meditación guiada. Respetar el ritmo individual del niño , observando si necesita tiempos de descanso adicionales o momentos de pausa antes de los exámenes. Pequeñas acciones cotidianas, cuando se realizan con conciencia y constancia, tienen un gran impacto en el bienestar, la autonomía y el rendimiento académico de los niños. En definitiva, concluye esta experta, «cuidar las rutinas, la alimentación y respetar el ciclo natural de sueño no son prácticas secundarias, sino pilares esenciales dentro de una educación que valora al niño en su totalidad. Cuando las familias y el colegio trabajan juntos para ofrecer entornos que respetan y potencian los ritmos naturales del aprendizaje, se cultivan no solo mejores resultados académicos, sino también niños más felices, seguros y preparados para la vida».
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